Margarita y José, o José y Margarita son un matrimonio de asturianos de pura cepa que han regentado el bar de debajo de mi casa durante muchos años, pero llegó el ida en el que ya muy cansados decidieron dejarlo.
Pero Margarita y José tenían algo especial. Ella, de simpatía y calor arrolladores, se ocupaba de sus clientes, pero también de sus vidas personales. Se ocupaba de sus cuerpos, les daba de desayunar o de comer pero también, y esto es lo tremendo, de sus almas.
Con José pasaba lo mismo. A Margarita le contaba yo mis alegrías y mis tristezas, y ella me escuchaba y me observa a la vez intensamente. José, de vez en cuando, me daba golpecitos amistosos en la espalda. Pero llego el día que tuvieron que marcharse y eso para mí fue algo horroroso, nadie a quien contar mis cosas y mis angustias.
Un día vinieron los dos de visita y sus miradas brillaban de alegría. Margarita se sentó después de darme un abrazo y un sonoro beso en la mejilla, en una mesita de enfrente, y José se acodaba en la barra y miraba a todos con esa beatitud y esa sonrisa propia de San José. ¿No sería él la personificación del Santo y ella la de la Virgen María?.
Yo seguía aparentemente frío con mi andador, aunque el corazón me ardía como en una llama. Cuando iba a salir, le escuché a ella que decía a otra parroquiana murmurando de mí: “¡Cuánto me acuerdo de él todo los días!”. Y él, muy sonriente, me dio un sonoro abrazo mientras salía.
Ésta mañana, pasados ya tres días de la sonora visita he ido a pagar mi desayuno, pero Cheny, la camarera de mañana, me ha hecho señal de que no lo hiciera. Yo, sorprendido, la he preguntado el porqué, y ella me ha contestado: “Porque lo dejado pagado José, el otro día”
¡ Eso me ha alcanzado el corazón como un dardo de fuego ¡. ¿No sería José, el asturiano, la personificación de San José, y ella la Virgen María?.
Todo esto queda para recuerdo. Sé que mi familia me quiere mucho y me atiende, “¿pero no me querrán aún más esos dos forasteros, Margarita y José, que son solo mis amigos”?.
Si (
No(
