Además de los puestos de venta, en el jardín del Palacio Jesús de Monasterios se presentó una exposición de aperos de labranza. Hubo, también, artesanos de la madera trabajando cara al público albarcas, cebillas y otros utensilios del campo.
En esta ocasión, como consecuencia de las limitaciones sanitarias, el programa se ha redujo sensiblemente, suprimiéndose muchos de los actos de ediciones anteriores, con el fin de evitar aglomeraciones.
Al mediodía de ayer visitó la feria el presidente regional, Miguel Ángel Revilla, que estuvo acompañado del Consejero de Desarrollo Rural, Guillermo Blanco; del alcalde de Cabezón de la Sal, Víctor Reinoso, y de la presidenta de la Junta Vecinal de Casar de Periedo, María Jesús Guerra. También estuvo la senadora Isabel Fernández.
El mercado con una taberna con terraza en la que se obsequió con tortos y boronos. Además, el público, al precio de 5 euros, podía adquirir un pack compuesto por un cuenco de barro recordatorio de la feria, junto con un tarro de cocido y un yogurt, de la empresa Delicatessen La Ermita.
La ambientación folclórica corrió a cargo de la banda Garabanduya, la Ronda Salines y los piteros Los Peralos. Hubo talleres de hilanderas y una representación del proceso de elaboración de sidra.
La feria, que está declarada de Interés Turístico Regional, resultó, según la presidenta de la Junta Vecinal, “muy bien”. María Jesús Guerra hizo votos para una vez que se normalice la situación sanitaria se pueda desarrollar el próximo año con el atractivo programa de ediciones anteriores, que tanto público atrae.
Talleres de lana, elaboración de sopas de ajo y de mermeladas, y sidras de Cantabria, degustación de tortos y boronos, demostración de herrado de caballos y exposiciones de coches clásicos y gallinas de raza Pedresa fueron otras de las actividades desarrolladas.
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