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El puerto de el Pico y la Calzada Romana
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El puerto de el Pico y la Calzada Romana

Por Ángel Villazón Trabanco*

miércoles 18 de noviembre de 2020, 22:36h

19NOV20.- El Valle del rio Tiétar, parte sur de la actual Calzada Romana, constituye un espacio delimitado por la Sierra de Gredos al Norte, y la provincia de Toledo al Sur. Su paisaje está caracterizado por una gran diferencia de altitud entre las cumbres de Gredos de cerca de 2.500 metros de altitud, y el fondo del valle de 500 metros.

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Un paraje que tiene la forma de vivir de sus habitantes centrado en la agricultura y en la ganadería, siendo famosos sus productos frutales, sus castañas, sus nueces, melones sandías, cerezas, olivares, etc., con los que comerciaba hacia el norte del puerto del Pico. También la madera y la resina ocupaban una parte importante en su sistema productivo

Los pasos de montaña tradicionales son antiguos puertos ganaderos y viejos caminos históricos en los collados más fáciles de transitar del macizo, son utilizados por pastores, mercaderes y viajeros de todos los tiempos. Actualmente son los montañeros y los aficionados a la bicicleta de buenas amortiguaciones los que buscan desafíos inéditos para su destreza y la técnica, y experimentar nuevas sensaciones.

El puerto del Pico, paso entre montañas, habitado por cabras montesas y contemplado por águilas reales y buitres, constituye una zona de gran valor natural. Es un territorio de montaña bello y salvaje, donde sus arquitecturas graníticas forman autenticas fortalezas de piedra, y afilados peñascos emergen del valle del Tiétar hasta alcanzar más de dos mil metros de desnivel en su cara sur.

Construida entre los siglo II y el V antes de Cristo, la Calzada fue en sus orígenes romana, y con posterioridad Cañada de la Mesta Leonesa Occidental y Ruta de la Carretería y de los Arrieros.

Tiene un enorme valor histórico pues ha servido de vía de comunicación a través de la Sierra a lo largo del tiempo a las tierras llanas de la meseta norte, con las tierras del Valle del Tiétar, y a través de éste con las tierras de Toledo y Extremadura.

Fue después ruta estratégica de la trashumancia, para transportar las ovejas en la ruta de la lana que conducía hasta Valladolid y Burgos, siendo un tramo importante de la Cañada Occidental Leonesa, por donde han subido y bajado desde la Edad Media los ganados que marchaban desde los extremos a la sierra a comienzos de verano, y desde la sierra hasta los extremos a comienzos del invierno. La cañada se iniciaba en Badajoz y terminaba en León, y en el tramo que transcurre por el Valle del Tiétar había un puerto seco donde se recaudaba el portazgo y montazgo perteneciente a la Corona, que era el puerto de Ramacastañas, que a finales del siglo XV se trasladó durante algún tiempo.

Después, en el siglo XV fue también ruta de la carretería, utilizada por las carretas de la Real Carretería de la sierra de la villa de Piedrahíta. Bajaban por el puerto cargadas de madera y llegaban hasta las salinas de Sevilla a recoger sal que distribuían después por las tierras de La Mancha y Extremadura.

En primavera regresaban los carreteros a los pueblos de la Sierra para realizar las faenas del campo. En realidad fueron los pueblos de El Barranco de las Cinco Villas los responsables de mantener la calzada a lo largo de toda la Edad Moderna. Estos cinco pueblos fueron Villarejo, Mombeltran, Santa Cruz, Cuevas del Valle y San Esteban del Valle

Al gran valor histórico y cultural de la calzada a lo largo de siglos, se suma el de muchos de los lugares que se encuentran a lo largo de su recorrido en el valle o muy próximos a él.
Su firme estaba formado por cuatro capas superpuestas: cimiento, piedras grandes, grava y empedrado. La superficie es ligeramente abombada para evitar encharcamientos y el desagüe se dirigía por canalillos dispuestos a tal fin de trecho en trecho.
En Villarejo del Valle, parte un cordel, un camino, que era frecuentado por arrieros que subían vino, aceite y fruta en sus carros, tirados por mulas o burros hacia el norte de la provincia, donde abunda el cereal, pero el frío impide cultivar estos productos. De allí bajaban grano para molerlo en las decenas de molinos del Barranco de las Cinco Villas.
En el Portazgo, se cobraban los tributos por el paso de ganado, pues era más fácil cobrar impuestos al ganado, que a las personas. Sin embargo los ganaderos crearon el Honrado Concejo de la Mesta, entidad que defendía los derechos de los pastores y gozaba de grandes privilegios.

A quien nunca pudieron cobrar fue a las cabras montesas, que todavía hoy pasan por aquí con mucha frecuencia.

Ángel Villazón Trabanco es Ingeniero Industrial y Doctor en Dirección y Administración de Empresas

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