Castilla del Pino fue un psiquiatra, neurólogo, profesor universitario, médico y escritor que nació en 1922 y falleció en el año 2009. En sus 87 años de vida realizó una gran labor como investigador, catedrático de la Facultad de Medicina de Córdoba y como médico y escritor. Fue miembro de la Real Academia Española desde 2003 y obtuvo un gran reconocimiento académico. Entre otros premios o distinciones recibió el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos en 1998.
Su tesis doctoral del año 1947 versaba sobre Fisiología y patología de la percepción óptica del movimiento. Dedicó gran parte de su tiempo a la investigación y a la docencia universitaria. Escribió 21 libros de Psiquiatría y seis libros de ensayos junto con 186 monografías neuropsiquiátricas.
Se consideraba ateo algo que le causó críticas negativas inmerecidas. Sus investigaciones se centraban fundamentalmente en la neuropatología y especialmente en la neurología patológica experimental. En sus memorias relata la dura realidad de sus últimos años por causa de la muerte de cinco de sus siete hijos.
Las cuestiones que trata en su libro sobre la mujer son la frustración, la cosificación y la dependencia del denominado segundo sexo por Simone de Beauvoir, junto con otros muchos aspectos. También analiza las insuficiencias y limitaciones de los movimientos feministas, pero desde una perspectiva que busca la liberación de la opresión de las mujeres. Como dice Castilla del Pino «Esta dependencia imprime su específico carácter a toda la vida de la mujer”. Es cierto que las mujeres son conscientes de las condiciones de vida y de las desigualdades que todavía existen en la sociedad. Las aspiraciones de cada mujer a una vida plena en todos los sentidos son objeto del interés del ilustre psiquiatra, que considera que la frustración de las mismas puede provocar cambios negativos en el psiquismo.
A lo largo del libro aparecen tratados y analizados con suma precisión las complejidades conductuales propias de una sociedad que no es igualitaria y que ponen en situación de ventaja a los hombres.
En este sentido, se comprende que Castilla del Pino diga que «La relación hombre-mujer compone la más elemental forma de socialización de instancias surgidas desde el individuo mismo». La labor de este psiquiatra también se desarrolló con la consulta privada y de este modo pudo tomar nota de los problemas de las mujeres en la sociedad española durante varias décadas. Actualmente, la situación ha mejorado sustancialmente pero sigue habiendo violencia de género y maltrato como se observa continuamente a través de los medios de comunicación. Debería haber una socialización sin discriminaciones ni marginación de ninguna clase.
Aproximadamente, la mitad de la población son mujeres y su función social es de primer nivel, sin ninguna duda. Ante todo somos personas tanto hombres como mujeres y esto es lo primordial y lo que nunca hay que olvidar en las relaciones sociales. La libertad no es patrimonio de los hombres ya que pertenece también a las mujeres. En este orden de cosas la sociedad está avanzando a pasos agigantados, pero también es preciso indicar que todavía hace falta lograr muchos más resultados de cara a reforzar el papel de las mujeres.
La independencia de la condición femenina debe ser la misma que la de la masculina, así de claro y contundente, por razones fáciles de comprender. Existen temas como el reparto de tareas en el hogar y la conciliación familiar que están en la palestra pública de modo continuo y es perfectamente entendible. La igualdad en todos los sentidos abarca una infinidad de cuestiones que forman parte de la vida cotidiana. Los roles y los estereotipos no deben impedir que exista una armonía social entre los dos sexos en la convivencia social.
Las mujeres, en mi opinión, no deben renunciar a nada, si no quieren. Los hombres tampoco, como es lógico. Independientemente del género estamos vivos para intentar ser felices y hacer la vida que deseamos. Además, desde el planteamiento ateo de Castilla del Pino está claro que únicamente contamos con esta existencia física y no existe otra espiritual o inmaterial.