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Varios migrantes establecieron refugios provisionales cerca del Canal Saint-Martin, de Jaures y de Stalingrad en París. Agencia Anadolu
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Varios migrantes establecieron refugios provisionales cerca del Canal Saint-Martin, de Jaures y de Stalingrad en París. Agencia Anadolu

La difícil vida de los migrantes en París

  • Solo en 2016, Francia recibió 85.000 solicitudes de asilo. El primer ministro, Edouard Philippe, dijo que los albergues se incrementarían en 12.500 entre 2018 y 2019.

sábado 06 de enero de 2018, 19:26h

06ENE18 – PARIS – FRANCIA.- Está prácticamente helando y las pequeñas tiendas a lo largo del canal parisino son los únicos refugios de cientos de migrantes. Huyendo de las guerras, la miseria y las agitaciones, terminaron en la capital francesa y aun así, dan inicio a otro año sin comida, hogar ni dinero.

Los migrantes intentan conservar el calor reuniéndose alrededor de las fogatas que con tanto esfuerzo pueden levantar para poder sobrevivir la noche. En las mañanas, se apresuran a los centros de caridad en donde les dan algo de café, pan y fruta después de hacer largas filas.

Han pasado siete meses desde que Zahir llegó a París y desde entonces, ha vivido en las calles.

“He estado en Francia durante los últimos siete meses y he dormido por fuera en esos siete meses. Todas estas personas son inmigrantes y duermen afuera. Se decía que en Europa había humanidad. Yo había escuchado que en países como Alemania y Francia había mucho amor por la humanidad, pero lo que he visto aquí es que no hay humanidad o amor por la humanidad. Ellos maltratan a los inmigrantes y nos agreden verbalmente. A nadie le importa”.

Abad, que llegó de Pakistán, compartió un testimonio de vida similar al de Zahir.

“Nunca habíamos experimentado el tipo de humillación como la que estamos pasando en París. En ningún otro lugar de Europa”.

Los migrantes que duermen en las calles de París en su mayoría provienen de Afganistán, Pakistán y otros países africanos y de Oriente Medio.

Armaron sus tiendas en las orillas del canal Saint Martin y en el barrio Port de la Chapelle, cercano a un centro de solicitud de asilo.

Cientos de migrantes están esperando que la oficina gubernamental les dé una cita para solicitar asilo. Incluso después de aplicar, deben pasar por un periodo de espera de semanas o incluso meses.

Esto significa que estarán viviendo en las calles por lo menos hasta que les den una cita.

Sahir, proveniente de Túnez, declaró que han muerto personas en medio de las bajas temperaturas. “Cuatro o cinco personas murieron por el frío. Sí, murieron por el frío. Eso es ordinario y nadie ha preguntado por ellos”.

Una de las principales razones del aumento del problema es la falta de refugios.

El número se ha elevado significativamente después de la demolición del campamento de refugiados en Calais. De acuerdo con cifras oficiales, 5.596 personas fueron evacuadas de Calais de un total estimado de 7.000.

En junio, el primer ministro de Francia, Edouard Philippe, dijo que el 40% de solicitantes de asilo y refugiados no tiene acceso a un alojamiento y que los 80.000 hogares y albergues que hay actualmente se incrementarían con otros 12.500 entre 2018 y 2019.

Sin embargo, solo en 2016, Francia recibió 85.000 solicitudes de asilo.

Los niños que llegan sin compañía, las mujeres y las familias son atendidos con mayor prioridad para poder ser dirigidos a refugios financiados por el Gobierno.

Los hombres que se encuentran solos pueden obtener refugio temporal hasta por 10 días.

En junio, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, declaró ante el Consejo Europeo: “Tenemos que recibir a los refugiados, es nuestro deber y nuestro honor”.

Pero las experiencias que cuentan los migrantes evidencian un mensaje completamente opuesto al del mandatario francés.

Muhammed, quien viene desde Libia, describió las horribles cosas que tuvo que pasar en su tierra natal: tráfico humano, niños huérfanos y cómo casi muere. Se siente con mucho resentimiento por la inhospitalidad que ha vivido en calidad de refugiado.

“Las personas deberían saber acerca de las condiciones en las que nos encontramos. Nosotros no tenemos baños. Tengo una cita. ¿Cómo puedo ir? No hay nadie que te ayude”.

Las personas de las calles son muy ansiosas, y además de todo esto, en cualquier minuto la policía puede demoler sus diminutas ciudades de tiendas. En la última década, la policía ha removido sus carpas en varias ocasiones.

“París es muy fría y yo no tengo un hogar. Siempre que viene la policía, dice que me vaya a otra parte. Yo me voy a otra parte. Después la policía llega a esa otra parte. Todos los días voy a otra parte, a este, a ese, al otro, cambiando de lugar todo el tiempo”.

Gul es un adolescente de 19 años proveniente de Afganistán. El clima empieza a bajar con la llegada de la noche y cada vez es más difícil para él seguir adelante.

Ha pasado más de un año desde que él huyó. Sus padres están muertos. Él sólo tiene un hermano en su ciudad natal, pero no han estado en contacto desde hace casi un año, según cuenta él mismo.

Le muestra su tienda a la cámara y relata que la están usando cinco personas.

Akbal también es afgano, pero ya no es inmigrante. Vive en París y los ayuda tanto como puede.

Después de distribuir la comida que les trae, habla con nosotros y nos formula una pregunta bien sabida pero aun así muy válida.

“Están huyendo de la guerra, de la miseria. De no ser así, ¿acaso alguno de ellos vendría acá?”.

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