Fue en la bodega familiar Castell del Remei (1982), donde Tomás Cusiné Barber planeó su personal forma de entender la vitivinicultura. Posteriormente inició sus proyectos personales al alejarse del programa enológico familiar, y poner en marcha la bodega homónima Tomás Cusiné (2003) y Bodega Cara Nord (2012). Pasados unos años, Cusiné volvió sobre sus pasos para adquirir en pleno dominio las bodegas familiares Castell del Remei, y la joya de la corona Cérvoles Celler.
El enólogo y empresario, controla en la actualidad un grupo vinícola que comercializa sus elaboraciones en más de 30 países del mundo vino (excepción del continente africano). En todas sus cellers, elabora vinos que tienen el reconocimiento del consumidor y crítica especializada. Es quizá en Cérvoles Celler (Costers del Segre), donde Tomás Cusiné elabora vinos de máxima expresividad, porque no en vano, la bodega se integra desde sus inicios en la exclusiva asociación de Grandes Pagos de España. Las especiales tipologías de las pequeñas viñas de la Serra de la Llena, en el entorno de La Pobla de Cérvoles, y las características medioambientales propias de una verdadera viticultura heroica en Les Garrigues; queda bien definida por una compleja orografía, de altitudes que oscilan entre los 700 y 750 metros.
Los viñedos gestionados de manera orgánica - al igual que la bodega, integrada en un entorno de naturaleza y dotada de tecnología puntera -, se han plantado en parcelas con suelos de composición edafológica diversa, y heterogéneas orientaciones. La referida complejidad medioambiental y la experiencia elaboradora del druida Cusiné, confieren características singulares a los vinos de este esforzado pionero de la viticultura catalana de montaña, que más allá de sus responsabilidades empresariales, potencia el enoturismo de la comarca leridana desde la presidencia de la Ruta del Vino de Lleida-Costers del Segre.
Cata vertical de vinos blancos de Cérvoles… y algún que otro tinto
Mención especial, por lo excepcional, constituyó a principios del mes de Junio, la cata vertical de los formidables vinos de guarda de Cérvoles. Vinos de finca hechos por Tomás Cusiné con variedades autóctonas y mediterráneas. Se presentaron siete vinos blancos y dos tintos, en un encuentro, que concluyó en un autentico atraco al sancta sanctorum del generoso enólogo. Comenzamos por su vino más nuevo, un sorprendente Cérvoles Blanc 2015, redondo, sabroso… exquisito.
Continuamos con una sinfonía de blancos de Cérvoles de las añadas 1998,2000,2005,2006,2008,2013. Cada uno de ellos se manifestó de manera diferente, pero con la personalidad de elaboraciones premium. No destacaré a ninguno porque todos ellos son autenticas joyas. Cada uno de los convocados al festín, asignó los kilates que pareció oportuno a cada una de aquellas doradas gemas. Y aunque pueda parecer increíble ningún defecto asomó en aquellos provectos vinos. Sorprendente Cérvoles Blanc 2000 ¡¡¡diecisiete años de espera!!! ... Concluimos el encuentro con dos formidables tintos que conozco bien (de añadas anteriores), Cérvoles tinto 2012, y el alto de gama de la bodega Estrats 2012. Los vinos acompañaron un almuerzo ad hoc, y ciertamente el sumiller Luis García de la Navarra supo como armonizar estas reliquias con la estupenda colación servida en su Casa.
Finca Comabarra 2012, Cims del Villosell: Vino de montaña de Tomás Cusiné
Fuera de concurso, días antes del encuentro con los blancos Cérvoles de añada, tuve oportunidad de probar otro tinto de Tomás Cusiné: Finca Comabarra 2012. El vino es un ensamblaje técnicamente impecable de uvas seleccionadas de garnacha, syrah y cabernet sauvignon, que nacen en las 30 hectáreas del viñedo plantado a una altitud de 700 metros, que es la cota más alta de la finca en las elevaciones del Vilosell. Porque la bodega donde se elabora Finca Comabarra está ubicada en el pueblo leridano de El Vilosell, y al igual que los vinos probados posteriormente en la vertical de sus blancos, pertenece a la Denominación de Origen Costers del Segre, en la subzona de Les Garrigues. Finca Comabarra 2012 es un vino de altura y emblema de la viticultura leridana de montaña.
Tuvo una crianza de año y medio en barrica en roble nuevo francés y posteriormente otro tanto madurando en botella antes de que Cusiné decidiera sacarlo al mercado. Finca Comabarra 2012 tiene una excelente complejidad aromática con dominio de fruta roja de hueso. Los taninos bien domados armonizan con una buena acidez (que le asegura una guarda de larga vida). El final es sedoso y largo, con recuerdo de torrefactos y frutos secos. En mi caso, la copa de final de refacción, fue este vinazo.
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