Los beneficios de la venta del libro van dirigidos a la Fundación Aladina, cuyo objetivo es ayudar a los niños en los departamentos de Oncología de los hospitales y clínicas, procurándoles WIFI y haciéndoles la vida más agradable.
Los padres de Alejandra Sánchez Iriondo (Madrid, 2000 - 2014) tuvieron un recordatorio afectivo para su hija, la joven escritora que padeció durante dos años un cáncer linfático hasta su muerte.
El pintor e ilustrador Yurihito Otsuki (Japón, 1958) quiso subrayar que el día de la presentación era día de alegría por celebrar un hermoso libro de una joven escritora de doce años. “No es un lamento por un sueño roto por la enfermedad”, señaló, “una enfermedad que hizo madurar a la autora y descubrir la maravilla que la vida nos otorga a cada uno de diferente manera, y a no despreciar un minuto de esa preciosa vida”.
Otsuki leyó el fragmento del libro en que la protagonista en el bosque de La nana de Shada adquiere un cierto paralelismo con Dafne, el personaje mitológico que se convirtió en laurel tras el acoso del dios Apolo, no solo el de Las metamorfosis de Ovidio, sino también con el soneto de Garcilaso de la Vega sobre Dafne.
En el libro de Alejandra, el bosque es un elemento importante, así como el sauce llorón. Otsuki insistió en la enorme capacidad poética de la autora: “las flores cerraban para su siesta nocturna”, “andar sobre la fresca hierba que nunca se iba a dormir”, “cuando ellos cantaban la melodía, yo cantaba la nana de Shada”, “la canción era de lástima para que supieran qué cruel era el bosque”…
Los dibujos de Otsuki en el libro son de una figuración precisa y colorista, de gran belleza plástica.
El pintor y poeta japonés, residente en España, Yurihito Otsuki ha ilustrado el libro de Alejandra Sánchez Triondo, La nana de Shada, publicado por Ediciones Alymar. Un libro singular de cotización bibliográfica-
Alejandra Sánchez Iriondo (Madrid, 2000 – 2014) es la joven autora que dejó escritos una serie de relatos y cuentos que se han compilado en este libro tras su muerte por leucemia a la edad de 13 años. El pintor japonés la conocía junto a toda la familia de ella y se interesó por los escritos que había dejado la adolescente y los compiló en esta hermosa publicación.
Yurihito Otsuki (Wakoshi, Japón, 1968), un erudito de pro, lleva a cabo una interesante introducción de los nueve cuentos, titulada “La llama de Alejandra sigue viva”, en ella dice: “…cuando empecé a leer las primeras hojas, la emoción y el asombro se apoderaron de mí. En su texto conocí la voz de Alejandra en toda su vivacidad, como una pequeña diosa contando historias”.
Los cuentos hablan de bosques de personajes míticos, mitológicos… Una escritura sensible y madura para la edad que tenía su autora, madurez seguramente debida a la sensibilidad que despierta el padecer una enfermedad, máxime tan joven.
El ilustrador japonés nos ofrece unos dibujos de grafito y/o hermosos coloreados al pastel. “Es un libro mágico”, asegura Yurihito Otsuki, que se siente entusiasmado por la cuidada edición de La nana de Shada. “Estos cuentos no podían perderse”, dice el poeta japonés, quien destaca la vivacidad de Alejandra, “como una pequeña diosa contando historias, una fuente inagotable, donde borboteaban sus personajes entrañables, seres mágicos y divinos, el prodigio de la imaginación deslumbrante de una niña”.
La estética narrativa del pintor Otsuki acoge el vocabulario icónico de su pintura como son los hombres alados, las aguas misteriosas y la mujeres de fábula. Pintura y literatura juntas, texto e ilustración imbricados sin solución de continuidad.