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Opinión: “Recuerdos de Mi Abuelita…”

Niños buenos

Por Geral Aci

lunes 06 de marzo de 2017, 16:31h
Niños buenos

06MAR17 – MADRID.- Creo que rondaba los ocho o nueve años y en el centro que me acogía, un lugar muy parecido a un orfanato ya que los baños estaban sucios y deteriorados, las “profesoras” eran simplemente señoras sin trabajo que se trasformaban en “educadoras de niños” más que nada para poder ganar un dinerito y así quitar el hambre de la familia.

La comida era asquerosa y el trato violento. Es que en esos años una peste mal oliente se asentaba en las autoridades, ahora le llaman corrupción, antes eran infamias de quienes las denunciaban.

Esa gente, políticos, curas y jueces, hacían lo que les daba la gana y entonces aumentaban considerablemente las familias míseras y hambrientas.

Siguiendo con la historia, le cuento que en el centro donde estaba me castigaron severamente por sustraer un trozo de pan de un armario, que era donde se guardaba hasta la hora de la merienda.

Cuando le conté a mi abuela lo sucedido ella dijo: si en vez de protestar, -ya que yo dije que lo había hecho porque tenía hambre-, guardaras silencio, te hubieras peinado y lavado la cara, te podrían haber perdonado.

Lógicamente no creí las palabras de la vieja. Los delitos la justicia no los puede “ablandar” porque el bandido o infractor de la ley sonría y use corbata.

En esos años yo quise ponerle algunos ejemplos a mi abuela para desvirtuar su opinión o teoría de la forma del infractor para encarar sus abusos ante la ley.

Le dije: abuela, por ejemplo, yo soy importante económicamente y por la razón que sea le doy con el martillo en la cabeza a mi compañera, según la ley es asesinato y el castigo, veinte años de cárcel. Me detienen, estoy un día detenido, salgo imputado, pero estoy en la calle, a los cinco años me juzgan. Mientras, la familia de mi ex compañera sufre y no logra olvidar el daño que yo he causado. Entonces mis abogados recurren a algo parecido a lo que dijo la abuela y el día del juicio yo acudo muy limpito, pantalones planchaditos, sonriente, y afeitado. Al final me condenan a algunos años, menos de los que por mi delito, me corresponden. Y salgo en libertad “provisional” porque me he comportado como un señor educado. Y a la familia de la víctima, como dice mucha gente, que le den...

Otro ejemplo que pude ponerle a mi abuela, siempre en primera persona, era decirle que por amistades y recomendaciones, más el poder económico de mi familia, yo obtengo un puestazo en un organismo financiero o bancario. Gano una enormidad mensualmente, tengo dietas gigantescas, vivienda gratis, automóvil igual, invitaciones y noticias de cambios en las bolsas a nivel mundial, para poder invertir si lo deseo. Tengo vicios y sin horario de trabajo, algo que en nada se asemeja a los millones de seres humanos que soportan contratos basura, malos tratos en el caso de las mujeres, despidos injustificados en los hoteles y grandes superficies. No señor, yo con mi puesto a nivel mundial, me río de los menesterosos, pobres y flacos, que caminan por las calles de las grandes ciudades en busca de un trozo de pan.

Aprovecho mi puesto para hacer chanchullos, quiero tener más dinero, no sé para qué, ya que cuando me lleven al camposanto solo llevaré un traje y unas gotas de agua bendita, que nunca faltan en los cadáveres de los delincuentes potentados.

Dejo en vergüenza a mi país ante otros estados, también corruptos pero que no ven la viga en el ojo propio. Me citan a declarar pidiéndome por favor que fije la fecha y la hora. Que no me preocupe de las miradas ajenas, al terminar mi declaración saldré por la puerta VIP y nadie me verá.

Y esto que le inventé a mi abuela, para hacerle ver que un buen comportamiento tiene recompensa, le pareció poco, por lo que le dije: le pondré otro ejemplo.

Por cuestiones difíciles de creer, ya que había otros más preparados y honrados, imagínese abuela, le diría yo, que me ponen de director de un lugar donde se guarda dinero, al comienzo yo acepto sin pensar en pecar, como cuando conocí una chica en una discoteca, con minifalda, escote pronunciado y risa bonita, yo nunca pensé en pecar, pero estuvimos cinco años juntos. Bueno, yo continué dialogando con la vieja y agregué: yo no quería meterme ni un eurito en el bolsillo que no fuera mío, pero fíjese usted por donde, los que me acompañaban, como equipo de consejeros eran ladrones, ambiciosos y vividores y entre todos me convencieron que unos euros ganados sin esfuerzo no estaba mal y todos juntos comenzamos a robar. Nos subimos el sueldo, yo recuerdo que ganaba mensualmente lo que un profesor de instituto ganaba en un año. También unos con otros nos extendimos contratos blindados por millones de euros, hicimos imprimir tarjetas que nos permitían gastar a manos llenas en cualquier lugar, desde dar la limosna en el templo hasta pagar por los servicios de señoritas en burdeles para gente adinerada. La verdad es que nunca me preocupé de aquellos a los que les quitamos la vivienda, los que quedaron en la calle como animales salvajes por orden de nuestra institución bancaria. Supimos de gente mayor que al verse privados de su vivienda, el hombre se suicidó y la mujer quedó encerrada en una residencia de la tercera edad. Es que les vendimos ideas que no podían realizarse, productos dañinos, les engañamos, los estafamos, les prometimos al igual que lo hacen los políticos, que vivirían mucho mejor y terminaron desalojados como si fueran apestosos.

Como eran tantas las estafas y tanto el dinero robado, algunos clientes protestaron, buscaron abogados y nos denunciaron. Al cabo de algunos años, nos pidieron que fuéramos a declarar cuando nos diera tiempo y después de mucho ir y venir, incluso logré que expulsaran a un juez, porque desde estos puestos se hace lo que uno quiere, entonces me declararon culpable, la verdad es que no estaba preocupado, mantenía mi espíritu chulesco y mi arrogancia. Y seguí las instrucciones de mis veinte abogados, los días en que declaraba, me perfumaba, sonreía a las secretarias, les llevaba un regalito, usaba ropa interior limpia, una corbata chillona y la mayoría de las canas teñidas. Dejé una buena impresión y el resultado fue tal como dijeron aquellos a quienes consultamos para saber si me metían en chirona o me dejaban libre y, me dejaron sin pisar la cárcel, por ahora; parece ser que olvidaron mis terribles delitos, mi apropiación del dinero de los más pobres, de vivir como un narco millonario solo con una pequeña tarjeta y la decisión fue porque me comporté bien, porque soy un caballero.

Mi abuela después de escuchar mis locos pensamientos y recordándome que era imposible que eso ocurriera, me instó a que me comportara bien, correctamente y sonriente. Pero yo seguía loco y le insistí que por lo menos me diera su opinión sobre estos hechos, qué opinaba si la justicia en algún caso actuaba de esa forma y la abuela muy seria me respondió: entonces la justicia sería una vergüenza, una cochinada, algo asqueroso, contaminado, repudiable y pecadora. Pero claro, estas opiniones las dijo hace más de cincuenta años, ahora eso no sucede, porque todo ha cambiado ¿o no?

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