Trump cumple promesas y da un vuelco proteccionista a EEUU

Donald J. Trump comenzó a gobernar a Estados Unidos y quién pensó que echaría vueltas atrás sus controversiales propuestas de campaña se llevó un baldazo de agua fría. En una semana, el magnate se ha mostrado decidido a cumplir con los votantes que lo llevaron a la Casa Blanca y en una seguidilla de órdenes ejecutivas ha comenzado a desmontar el camino dejado por su antecesor Barack Obama y a delinear lo que será una nueva era en EEUU.

Desde el decreto para derogar “Obamacare” hasta la suspensión de la acogida de refugiados musulmanes, pasando por la tensión creada con México por el muro, Trump no ha dejado oportunidad a que se dude de sus intenciones. Lo dejó muy claro en su discurso de inauguración: “el 20 de enero de 2017 será recordado como el día en que el pueblo se convirtió de nuevo en el gobernante de la nación”. Y así, Trump le está dando a quienes le votaron las razones para confiar en él.

El primer golpe fue contra el plan de salud de Obama. No fue sorpresa, porque fue una de las principales promesas de campaña. Un día después de asumir el cargo, el presidente firmó el decreto que “ordena a los departamentos y agencias aliviar la carga de Obamacare“. Sin embargo, aún no ha dicho cómo será reemplazado.

“Hablan mucho de anular esa ley, pero no he escuchado nada acerca de qué la reemplazará”, dijo a principios de enero el gobernador de Ohio, el republicano John Kasich.

"(Trump) está decidido a mostrarle a la gente que se está poniendo a trabajar desde el primer día", dijo una persona familiarizada con su planificación, reseñó la web estadounidense Politico

Muchos republicanos dudan cuán acertada puede ser esta política de Trump, que no tiene experiencia política, teniendo en la mira las elecciones de mitad de término en 2018. Los cambios a las leyes de salud podrían afectar los presupuestos estadales, la financiación de los hospitales y a los 20 millones de estadounidenses que obtuvieron seguro médico.

El segundo zarpazo fue la retirada de EEUU del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). La medida tiene por objetivo proteger los intereses estadounidenses en una clara confrontación con China. Pero, lo que el mundo entero se pregunta es si el nuevo Presidente no terminará más bien por perjudicar a su país al darle carta blanca al gigante asiático para que ocupe su lugar.

“China no saldría perjudicada en tanto lo que le genera es una competencia para introducir sus productos en EEUU, pero los espacios económicos y los espacios políticos son como el agua, si ese espacio no es llenado por uno va a ser llenado por otro y lo que vamos a ver es una competencia feroz por ocupar ciertos y determinados espacios comerciales de competencia entre China y EEUU”, opina Carlos Luna, profesor de Teoría de las Relaciones Internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y miembro del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (Covri).

La salida de EEUU del TPP llega también en un momento en el que América Latina apuesta al libre comercio. “Un cambio significativo en las políticas comerciales estadounidenses podría abrir el camino para una mayor participación de China en América Latina”, escribió Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, en un artículo para The New York Times.

Trump también anunció su disposición a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan o Nafta) con Canadá y México. Con ello, Trump instaura en EEUU una política de proteccionismo comercial en consonancia con su idea de blindar las fronteras para crear prosperidad.

En tanto, si es continuista “estaremos en presencia del poder fáctico que tiene el sistema político estadounidense para controlar cualquier tipo de apetencia populista o personalista en cualquier líder que llegue a la Presidencia”

Un día después, el nuevo presidente dio el aval para la construcción de dos polémicos oleoductos que anteriormente habían sido vetados por Obama por su impacto medioambiental, echando por tierra los esfuerzos del demócrata por marcar una dirección en ese sentido.

Pero, fue el miércoles 25 cuando Trump casi provoca un sismo al firmar la orden ejecutiva que ordena la construcción de su prometido muro en la frontera con México, mientras insiste en que su vecino será el que pague por él.

La medida desató horas de tensión después de que los enviados del presidente Enrique Peña Nieto a hablar con su par estadounidense en Washington fueron recibidos con esa noticia. En Ciudad de México, Peña Nieto se debatía entre cancelar o no la reunión pautada con Trump para la próxima semana, lo que terminó haciendo.

A pesar de que horas después ambos mandatarios intentaron calmar los ánimos con una llamada telefónica, queda la interrogante de si lo que ocurrió en dos días es el preludio del fin de una buena relación bilateral cultivada por años.

Y para terminar de dar un vuelco en política migratoria, Trump anunció el pasado viernes que se dispone a suspender, por tiempo indefinido, la entrada de refugiados sirios a EEUU e impondrá un “chequeo extremo” a los viajeros provenientes de siete países musulmanes para mantener a “los terroristas islámicos fuera de EEUU”.

Entre otros temas, Trump también dijo que recortará la financiación de EEUU a Naciones Unidas y otras agencias internacionales, que apoya la tortura como método de interrogatorio, prohibió a los trabajadores de la agencia medioambiental de EEUU informar sus avances en la prensa y sacó de línea la versión en español de la página web de la Casa Blanca, aunque después se aclaró que solo está “en construcción”.

La administración Trump está empezando y los 100 primeros días de gestión marcarán que tan continuista o rupturista será la gestión del magnate.

“La sociedad estadounidense se asienta sobre tres grandes principios: la estabilidad, la tradición y la eficiencia. Si es rupturista estaría rompiendo la tradición y la estabilidad y estaría introduciendo fuertes esquemas personalistas, populistas, y elevando los niveles de conflictividad en la sociedad”, explica Luna.

En tanto, si es continuista “estaremos en presencia del poder fáctico que tiene el sistema político estadounidense para controlar cualquier tipo de apetencia populista o personalista en cualquier líder que llegue a la Presidencia”.

La era Trump comenzó y en el mundo unos miran con atención y otros, incluso, con sorpresa.