El argentino se ha metido en el fango y la parte alta de la tabla se atisba desde la distancia. Una lejanía nada acorde al Valencia de los últimos años, asiduo con Emery a los puestos europeos. Bien es cierto que en una competición tan igualada, más allá del mundo bipolar de Barcelona y Atlético, en cualquier momento se puede reenganchar al tren de cabeza.
¿Cambio en el banquillo o confianza en Pellegrino? De momento, la directiva opta por la segunda postura más por obligación que por convicción. Las deudas ahogan a la tesorería del club sin posibilidad alguna de improvisar sobre la marcha. Así pues, a Llorente no le queda otra que mantener a Pellegrino en el cargo.
Harina de otro costal será la reacción de Mestalla, si no se produce un cambio radical de juego y resultados. La afición ché no se caracteriza por tener paciencia con sus técnicos. De hecho, es una máquina de devorar entrenadores aún cuando han aportado títulos a las vitrinas. Por la puerta de atrás se han marchado, entre otros, Benítez, Quique Sánchez Flores y Koeman, tres tipos de apuestas que parecían seguras pero que acabaron por caducar.
Pellegrino no quiere ser el siguiente de la lista a corto plazo. El Flaco ha transmitido tranquilidad a la directiva en las distintas reuniones que han mantenido a lo largo de la semana. Ahora bien, ha dejado claro que el Valencia debe estar atento a las apuestas por el mercado de fichajes, ya que no le vendría mal alguna incorporación este invierno.
Necesita algún refuerzo para la banda derecha. Y es que la salida de Pablo Hernández deja a Feghouli como su opción clara al extremo. Jugador que además quedará en inservible durante dos meses durante 2013, si Argelia hace bien las cosas en las rondas previas a la Copa de África. Sin embargo, volvemos al mismo lugar. La falta de liquidez. En este punto la única solución viable es la de la cesión de algún futbolista.