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ARGENTINA

Corrupción en la Policía Federal. Otra vez Sopa...

Desde Buenos Aires escribe Carlos Estrada*

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Corrupción en la Policía Federal. Otra vez Sopa...

Crónica de un mal sin control

Me sorprendió noticia publicada por un matutino acerca de declaraciones de quien tiene a cargo el área nacional de Seguridad, luego de presentar denuncia el jueves 6 de septiembre p.pdo., contra varios comisarios, subcomisarios y oficiales subalternos (posiblemente 20 miembros) de las comisarías 7ª,  28ª y  44ª de la Policía Federal Argentina por aparentes enriquecimientos ilícitos (posesión de casas, vehículos, yates y otros bienes de mucho valor), quien habría expresado sentirse “desconcertada” por estos casos de corrupción, ratificando el “control político” que ejercería el Gobierno en la fuerza (?).

La historieta suena bastante infantil porque la policía se observa descuidada y trabaja casi en anarquía, sin perder la costumbre (no generalizo) de recaudar fáciles dinerillos bajo alguna secreta y poderosa protección, frutos que llegarían a altos niveles, picardías denunciadas que han ocupado amplios espacios en medios de prensa a través de años, con intervención de la justicia y cero solución.

No estoy criticando la gestión de determinado gobierno –nunca se han preocupado por el mejoramiento de las cosas-, sólo señalo pistas que servirían para contener el flagelo, aunque todos los “patrones” que tomaron las riendas de la Patria desde hace cuatro décadas aproximadamente, manejaron a las fuerzas de seguridad dentro de sus conveniencias y le dieron la espalda al crecimiento de vicios, cosechando lógicamente lo sembrado, sin tener en cuenta que el mal lo sufre el ciudadano común, no los que están aislados en despachos de poder.

Cuando por misteriosos manejos de los votos llegan a tener "la sartén por el mango" sacan figuritas distribuidas por anteriores gobernantes y ubican a sus mascotas “preferidas”, así aparecen mezcladas algunas manzanas podridas con privilegios, dispuestas a servir a intereses inconfesables.

Hace más de medio siglo que nacieron los abusos policiales en Capital Federal y se fueron ampliando y perfeccionando. Antes era un desayuno gratis, el infaltable "postre del vigilante" (queso con dulce de batata) y alguna “coima” aislada, después en la década del '80 comenzaron a tener trato con la prostitución y como el “budín” habría resultado sabroso se convirtió en un folklore extendiéndose lentamente a otros “rubros” pesados.

Pequeña muestra de hechos que tomaron estado público: negocios negros, contactos políticos y bandas que operan (publicación del 26/9/2002); innumerables casos de protección de prostíbulos y recaudaciones ilegales; ingreso ilegal de mujeres extranjeras para trabajo sexual; fueron acusadas e investigadas las seccionales 1a, 2a, 3a, 5a, 7a, 15a, 16a, 17a, 19a, 23a, 32a, 34a, 38a, 50a, entre otras; centenares de oficiales procesados; muchos testigos amenazados y atacados; informe de prensa acerca de la trama oculta de la inseguridad, zonas liberadas y "purgas policiales que no echan a nadie" (13/6/2004); jefes procesados por desvío de dinero y fraudes (21/6/2005); juicio a veinte oficiales de áreas técnicas por defraudaciones (2/8/2006); más de 74 causas inventadas contra inocentes que estuvieron presos hasta dos años, procedimientos armados para obtener ascensos (4/5/2001); comisario federal echado por fabricar causas para la prensa, con titulares: " la División que comandaba armaba operativos para los periodistas, decían que abortaban asaltos que en realidad nunca existieron y mostraban a detenidos falsos, también le mentían a los jueces" (9/5/2004); jefe de la Policía Federal Argentina sometido a juicio y pasado a retiro por favorecer a empresas familiares con contratos millonarios y cúpula procesada por corrupción (23/8/2004 - 4/1°/2006), otro jefe de la Policía Federal Argentina detenido y procesado por responsabilidad en varios homicidios de manifestantes ocurridos el 20 de diciembre de 2001, etc.; superintendentes de la fuerza acusados por graves irregularidades; “paladín de la lucha contra el secuestro, preso”, “ex jefe de la División Delitos Complejos de la Policía Federal , 6 comisarios y dos suboficiales acusados por torturas” (12/5/ 2005); más comisarios acusados por torturas  (19/2/2008, etc.); crímenes diversos; extorsiones; robos en allanamientos (31/5/2007, etc.); intervención dispuesta  por la justicia en Mutual Policial por graves delitos que habría cometido su titular (18/11/2007); maltrato de detenidos (19/8/2005 y muchos más); jefe y subjefe de una Delegación de la Policía Federal involucrados en negociados con cocaína en límites con Bolivia (19/5/2005); jefe de lucha contra las drogas acusado de dar "cobertura" a narcotraficantes peruanos (5/8/2008); altos oficiales sospechados de encubrimiento de tráfico de drogas (10/1°/2007). La lista de denuncias anuales es interminable, con comisarios y jerarquías mayores comprometidas.

Revista política en su edición N° 220, pág. 7, del 26 /9/ 2002, revela:   "...las comisarías tienen un valor del tipo 'fondo de comercio' que se estipula en función de lo que recaudan por mes", "como fuentes de corrupción están el juego clandestino, la prostitución, el intercambio de favores con punteros políticos y el narcotráfico"; el 13/5/2003 un diario de la Capital Federal publicó tira cómica de Fontanarrosa  mostrando a dos señores caminando, uno dice "se ha detectado una presunta red policial de protección a prostíbulos", su amigo agrega "difícil terminar con el oficio más viejo del mundo", ¿el de prostituta? pregunta el primero y el otro responde "no, el de coimero". El 9/5/2004 quien ejercía en ese momento como jefe de Gabinete en la Casa de Gobierno, en referencia a 107 oficiales superiores relevados, dijo de manera contundente: "hay delincuentes que llegaron a ser oficiales" (textual difundido); diario "Clarín" del 19/8/2005 publicó "Policías que Cometen Delitos" y luego de repasar episodios, resalta el párrafo final: "Cuando los encargados de combatir el delito conviven con el mismo o delinquen, la vulnerabilidad social aumenta dramáticamente. Se requiere una acción enérgica de los gobiernos, de la justicia y de las propias fuerzas de seguridad". 

Investigación realizada y consulta a centenares de ciudadanos mayores de cincuenta años, señala: cuando recuperan un automóvil robado, en muchos casos lo entregan faltando hasta el plumero. Los pistoleros roban automóviles para escapar y luego los abandonan o los entregan en desarmaderos, pero no se ocupan de llevar plumeros, alfombras, espejitos, baterías, adornos y ruedas de auxilio; si arrestan a un vagabundo hay veces que le fuman los cigarrillos y no les dejan ni las monedas; si detienen a un arrebatador generalmente no se recupera la totalidad del botín (¿siempre hay otro delincuente que “escapa”?); cuando van a un allanamiento en un 95% de casos “desaparecen” efectos de valor sin vinculación a lo que deberían buscar con orden judicial, más que vicios “inevitables” son robos impunes de sinvergüenzas con credencial, incluso en presencia de autoridades de áreas diferentes que mirarían para otro lado y lo más curioso es que si los damnificados radican denuncias acerca de estos ilícitos, los superiores y los jueces dejan todo en impunidad (¿o tendrán la ligereza de negarlo?). Por ejemplo, si un ladrón oculta un arma o un equipo robado termina con la vivienda destruida y le roban todo lo que la familia tiene de valor (por supuesto, distintos funcionarios en connivencia), rara manera de perseguir a delincuentes actuando como delincuentes y falsamente “mantener la ley” abusando de autoridad, es decir, son quebradas las leyes desde estructuras oficiales impunes (habría excepciones).

Abundan las zonas liberadas al delito, innumerables policías conocen cómo operan las bandas de arrebatadores y lugares de concentración (fácilmente comprobable recorriendo varios días el centro de la Capital Federal , galerías, estaciones de subterráneos, calles peatonales, líneas de ómnibus, etc.) y las dejarían trabajar con comodidad (¿"beneficios" en trastienda?); permiten aprietes de los denominados “trapitos” -filmados por TV y denunciados por los contribuyentes-, que no son otra cosa que extorsionadores que “cuidan” coches en la calle o “limpian” parabrisas atemorizando a los conductores; cuando la policía para a un automovilista por una infracción de tránsito en un 70% de hechos si no hay “coimas” el asunto se complica para el conductor (también fácil de comprobar); amparan prostíbulos con descaro y les avisan telefónicamente si hay quejas en el barrio, frenan denuncias, influirían en otros funcionarios en defensa de “árboles frutales” (fiscalías Contravencionales, etc.), conocen y encubren a los reducidores de drogas que operan a la vista de todos en la vía pública (hechos fácilmente comprobables). “Asuntos Internos” en EE.UU. sería una oficina que funciona en forma independiente, aquí es eslabón de la misma cadena de compañeros de trabajo, pantalla para sostener impunidad de los amigos directos y de los amigos de los amigos (lo he investigado cuidadosamente durante décadas); muchas redes de corrupción seguirían sólidas e indestructibles por falta de creíbles y rectas medidas de control y no aplicarse sanciones; se vendería protección a puestos de flores, bares, pizzerías, disquerías, farmacias, centenares de prostíbulos encubiertos en edificios de propiedad  horizontal, supermercados, talleres, comercios de cigarrillos, locutorios, locales de Internet, etc. (fui jefe de prensa de una importante cadena de locutorios ubicados en diferentes jurisdicciones policiales, comercios que en pocos años superaron más de 120 robos a mano armada). Conste que estoy hablando de recaudaciones en manejos de asuntos “pequeños”, es decir, aprietes menores.

Los dueños de empresas y directivos obligadamente tendrían que tener “atenciones” semanales con jefes de distintas áreas policiales (no generalizo) para que los uniformados de servicio ordinario presten "especial atención" a sus locales, resultando indignante que a la vez ignoran y desprotegen a los que se niegan a realizar aportes.

Dije otras veces y cayó en sospechoso “saco roto”, por importantes razones las seccionales de zonas caras y conflictivas del centro y alrededores serían codiciadas para conducir. Informes de años atrás (desconozco hoy), señalaban que se vendían y repartían entre jefes como "fondos de comercio", inversiones que se recuperaban rápido. En tres años de permanencia en las jurisdicciones quedaban ganancias excelentes y otra parte se enviaba “arriba”): Comisaría 1ª - rodeada de innumerables casas de cambio, bancos, confiterías lujosas, prostíbulos encubiertos, hoteles turísticos, comercios de todo tipo en calle Florida, Lavalle y avda. Corrientes, fácil amistad con políticos por su cercanía a edificios de gobernantes, etc.; Dependencia con centenares de puestos de venta de productos de dudoso origen y muchos negocios en infracción “tolerados”. Comisaría 2ª - también excelentes contactos políticos por su jurisdicción con Casa de Gobierno, etc., de manera que los jefes serían “intocables”, llegando por recomendaciones especiales, rotados de seccionales cercanas a modo de círculo vicioso. Comisaría 3ª - abarca numerosos edificios donde funcionan juzgados nacionales civiles y penales, decenas de fiscalías, Consejo de la Magistratura , Asociación de Magistrados de la Justicia Nacional , conocida sinagoga, diferentes edificios del Servicio Penitenciario Federal, Cámara del Crimen, Palacio de Justicia, gran parte de renombrados estudios jurídicos, cadenas de famosas librerías, numerosas galerías llenas de locales de venta al público, distintos organismos oficiales, calles peatonales, el elegante Teatro Colón, centenares de selectos comercios, lujosos hoteles y otros para todos los gustos y bolsillos (demasiados en infracción), gigantes cocheras para automóviles, los principales cines y teatros de la ciudad, grandes empresas fabricantes de electrodomésticos, prostíbulos amparados al por mayor donde muy seguido golpean y roban a turistas masculinos  (he conversado con decenas de damnificados estafados y lastimados), centenares de puestos callejeros de venta de mercadería de dudosa procedencia, decenas de entidades bancarias, renombrados restaurantes, calle Libertad con innumerables joyerías por cuadra donde habría compra y venta de piezas de dudosa procedencia, pizzerías famosas, centenares de confiterías, armerías, rara “tolerancia” a la proliferación de conocidas bandas de arrebatadores, todo tipo de locales en infracción, bocas de entradas y salidas de líneas de subterráneos donde los transeúntes son robados, paradas ilegales de taxis y camionetas de transporte de pasajeros (muchas sin habilitación) obstaculizando el tránsito a la vista de autoridades, ciudadanos y turistas.

Aparentemente, son muy  “seleccionados” los jefes policiales aceptados para manejar esta seccional (no precisamente por vivir sólo de sus medianos sueldos), funcionarios que pronto se convertirían en reyes todopoderosos por sus vinculaciones y podrían trepar con rapidez al poder económico (investigué a no menos de veinte comisarios y subcomisarios). Comisaría 5ª - con jurisdicción en fiscalías Contravencionales, zona de conocidas e impunes bandas de arrebatadores, en su jurisdicción está la Casa de la provincia de Buenos Aires y otras delegaciones oficiales, entidades bancarias, grandes empresas de telefonía celular, cadenas de hoteles prestigiosos, restaurantes lujosos, casi todas las distribuidoras cinematográficas, etc., (he investigado de cerca el impune amparo de ilícitos). El año pasado habrían procesado a un subcomisario supuestamente vinculado a espectacular robo sufrido por entidad bancaria. Comisaría 6ª - (seguramente la de mayor impunidad) con jurisdicción en el Congreso de la Nación , por ende, sólidas vinculaciones con políticos influyentes, centenares de hoteles, innumerables pensiones, cadenas de restaurantes, sedes de poderosos partidos y agrupaciones políticas, confiterías al por mayor, Depto. Central de Policía (donde está la conducción de la fuerza),  famosos institutos médicos, cadenas de supermercados, redes de jugueterías, innumerables fábricas y salones de exposición de muebles, decenas de comercios sin habilitación montados por extranjeros, centenares de ruidosos boliches donde van menores de edad a consumir alcohol todas las noches (fácilmente comprobable), escándalos nocturnos en las calles, impunes bandas de arrebatadores, venta y consumo de drogas en alrededores de esa comisaría, del Congreso de la Nación y Anexo, edificio de Fiscalías Contravencionales, etc. (¿van a negarlo?), pandillas violentas dueñas de la jurisdicción, avenidas Belgrano y Entre Ríos liberadas al delito mientras hay comercios protegidos por posibles sobornos y un kiosco de cigarrillos y gaseosas -propiedad de una “vistosa” mujer- donde (aseguran los informantes) retirarían algo "importante" los jefes de móviles cada hora aproximadamente, dejando dos uniformados de custodia en su interior ¿qué protegen? (los de arriba no detectan el mencionado movimiento porque preferirían trabajar en una hábil burbuja de desconocimiento); varias casas tomadas serían refugio para negociados sucios, incesantes robos a comercios, arrebatos a toda hora, los patrulleros no recorren la jurisdicción y demoran excesivamente en las emergencias (datos de fuentes confiables), habría “arreglos” con decenas de prostíbulos encubiertos, lugares de corrupción y de abuso de menores indigentes a sabiendas de diversas autoridades (léase: policiales y otras), irregularidades con aparente respaldo de la Jefatura II de Zona a la que alertarían vecinos indignados sin obtener soluciones (esta jefatura se ha caracterizado a través de años en amparar incumplimientos de deberes y abusos de comisarios bajo su órbita), sumado a rara “tolerancia” de la Dirección  General de Comisarías, Superintendencia de Seguridad Metropolitana y algunas autoridades fiscales. Testigos afirman que han sido presionados por un subcomisario y otros funcionarios para que no molesten a inadaptados (protegidos) y eviten denuncias “porque las enviarán a archivo” (?).  

Ninguna autoridad política investigaría labores, patrimonios personales y familiares de estos personajes impunes. Conforme a datos recogidos en la ciudad de Buenos Aires, Congreso sería el barrio céntrico de la Capital Federal más desprotegido (aunque presenten falsos mapas del delito y estadísticas ajenas a la realidad); lo cierto es que eludirían tomar denuncias, actos ilegales que se agravan al dejar sin vigilancia la jurisdicción a partir de la hora 20, maniobras de jefes policiales aparentemente “recaudadores” y sostenidos desde secretos sectores, “servidores públicos” arbitrarios que dan seguridad de manera selectiva en zonas comerciales, olvidando calles problemáticas. A la noche cuidarían a pocos lugares donde la cosecha sería “buena” y  después todo queda desierto, salvo el kiosco donde concurren a retirar “algo” sin disimulo, igual otro local ubicado casi a trescientos metros con dos policías también en trastienda ¿qué cuidan? preguntan los consultados, mientras desatienden calles, plazas, avenidas y lugares donde muchos vecinos no cederían a presuntos pedidos de “colaboración”.

Numerosos damnificados, dueños de locales y profesionales respetables entrevistados por colaboradores de prensa, no se atreven a presentar quejas por temor a represalias policiales; dicen que todo el personal parece estar “influenciado” o preparado para trabajar en ese marco de situación y de “ventajas económicas”, es decir, mucha gente decente no se atreve a radicar denuncias acerca de delitos sufridos por las trabas que encuentran en sede policial y hasta coacciones de esa área federal.  

Un control de labores de todo el personal, de planificación de vigilancias ordenadas por la superioridad y de patrimonios individuales sería suficiente, no esperar que ocurran hechos graves para simular “sorpresa”, además dicen que a un jefe del año pasado lo “premiaron” enviándolo a la comisaría 1ª (más cerca del poder político), quedando en la 6ª  (según trascendidos) una manzana podrida muy respaldada. Comisaría 7ª- ubicada en el barrio de Once, rodeada de miles de comercios mayoristas, fabricantes de telas y ropa, industrias del cuero y juguetes, galerías, confiterías, parrillas y ruidosos bares frecuentados por alcohólicos, estaciones de trenes y subterráneos donde los arrebatos de carteras, relojes,  teléfonos celulares y agresiones son imparables, asaltos violentos en comercios, plaga de boliches bailables, cadenas de restaurantes, centenares de kioscos, millares de puestos de venta ambulante de todo tipo de productos de dudosa procedencia, incluyendo conocidas marcas falsificadas, por todas partes comida sin controles de Salud Pública, caos en el tránsito, múltiples infracciones, enorme cantidad de hoteles que funcionan en un marco de irregularidades que rozan lo delictivo (habría excepciones), bandas impunes de delincuentes, etc., lo que dejaría fortunas de dinero en negro (sobornos) que se repartirían entre policías de altas jerarquías (no generalizo) y áreas en connivencia. He investigado a jefes de jurisdicción y comercios durante más de diez años.

A colación: el 30 de diciembre de 2004  hubo una tragedia  en la discoteca "República de Cromagnon" por el uso de bengalas en un recital de rock, fallando los sistemas de seguridad y por estar trabada la salida de emergencia el incendio mató a 194 personas y aproximadamente 1.432 quedaron heridas (cifras difundidas). Fue procesado el titular del área municipal de "Habilitaciones"  por el delito de "negociaciones incompatibles con la función pública" (¡marche un chupetín por la novedad!), se cuestionó la inspección previa realizada por los Bomberos de la Policía Federal (?), habrían procesado a dos comisarios y un subcomisario de la comisaría 7a  por el delito de cohecho pasivo y a dos agentes por incuplimiento de los deberes de funcionario público; varios directores de oficinas municipales clave enfrentarían graves acusaciones por delitos y aparentemente perdieron sus puestos (¿vivirán en la "pobreza"?), mientras el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires fue llevado a juicio político, encontrado responsable en parte por lo ocurrido y destituído, pero en nuestra sociedad de pan y circo muy pronto volvió a ocupar el cargo de legislador (sus vinculaciones serían buenas, de fiscal en lo Penal pasó a concejal y más tarde logró la conducción de la Municipalidad). No he seguido el caso "Cromagnon" porque lo han enredado y buscarían únicamente que pague los "platos rotos" el dueño del local y no los que quemaron el salón y muchos funcionarios que conocían que en ese comercio como en toda la jurisdicción abundan las infracciones y asuntos podridos

Comisaría 15ª - vinculaciones con poderosos empresarios, intocables prostíbulos “elegantes” en departamentos de propiedad horizontal (que han seguido funcionando a pesar publicarse los espectaculares allanamientos realizados y comprobaciones de ilícitos); cadenas de edificios de la jurisdicción llenos de problemas para habitantes de vida ordenada, Plaza San Martín y otras zonas liberadas a bandas de arrebatadores y asaltantes armados, amistades policiales con Cancillería (he investigado e informado conexiones con un inescrupuloso funcionario impune que lleva dos décadas viajando y realizando gestiones oficiales en Europa), comisaría con amigos políticos y funcionarios de la justicia que viven cerca, zona de embajadas, consulados, teatros, cadena de hoteles de alta categoría, decenas de famosas peleterías e innumerables locales de exposición de artículos tradicionales de cuero, entidades bancarias, Curia, confiterías lujosas, mafias de “guantes blancos” enquistadas tradicionalmente en oficinas de los alrededores (el año pasado se difundió que un poderoso narcotraficante capturado en el exterior con cargamento de cocaína en avión que partía de "conocida base" de Buenos Aires, tenía un lujoso departamento a dos cuadras de la comisaría 15ª, precisamente donde han funcionado intocables prostíbulos encubiertos).

Algunos oficiales y jefes de la 15ª (no generalizo) a partir de las década del ’80 fueron descubiertos en graves irregularidades, otros aparentes corruptos consiguieron ascender (¿"padrinos" mediante?) o retirarse a tiempo. Sin ir más lejos, cabe recordar que el año pasado mataron en ocasión de robo -ante testigos y a la luz del día-, a un turista extranjero que sacaba fotografías en la tradicional Plaza San Martín (a pocos metros de la comisaría), banda de delincuentes que operaba con posible conocimiento policial (no cabe otra conclusión) desde mucho tiempo atrás y fue filmada por las cámaras de la Policía (“fantasma”) Metropolitana que detectó las maniobras pero tampoco lo impidió conociendo ese accionar delictivo en el diario e inútil monitoreo de la zona. Hubo un simulacro de investigación por la inexplicable aparición en manos de la prensa de esa filmación oficial y después silencio total. Toda una cadena de sospechosas “tolerancias” e inseguridad permitida.

La vigilancia en la ciudad no las disponen los hombres de parada ni los jefes de patrulleros, proviene de las jefaturas de Zona y de más arriba, después en todas las seccionales las directivas las impartirían los subcomisarios 3° jefe que siempre han manejado la calle (a los uniformados y brigadas de civil), funcionarios con “excelente” trato con comerciantes poderosos y pequeños, con autoridades oficiales de diferentes áreas (influyendo a veces en consultas con la justicia para ayudar a sus “amigos” o desacreditar a los que no pagan sobornos o les descubren trastiendas sucias), mientras los jefe de servicio son oficiales imprescindibles para que la maquinaria funcione “aceitada” y los jefes de la oficina de "judiciales"   (área de sumarios) son los todopoderosos que solucionan o arruinan un estofado según “pinte” el cliente (no generalizo), de jerarquía oficial principal antiguo y hombres de confianza llevados por los comisarios; posteriormente, cuando estos funcionarios ascienden pasan a ser subcomisarios 3° jefe y manejan la calle con mucha habilidad y sólidas amistades. Conocen dónde está la “miel”.

No hay que olvidar que en cada comisaría hay un suboficial antiguo de “total confianza” e intocable a través de décadas, que haría de “enlace” con comerciantes, etc., y conoce el manejo del circuito, una especie de “asesor” (…), mientras los subcomisarios 2° jefe están para atender desde “escalón más alto” en nombre de los comisarios y los comisarios están para hacer relaciones públicas con otros organismos oficiales, pasar el tiempo viendo películas por TV y asegurarse un retiro “digno” (léase: jerarquía donde se deja de ser pobre y se pasa a vivir con poder económico, aunque muchos bienes los pondrían pícaramente a nombre de familiares de confianza). No generalizo.

Supuestamente, parte de lo recaudado subiría hacia “arriba” en forma de embudo invertido, por eso cuando se denuncia a un oficial de poca o alta jerarquía ante un área superior, no se consigue nada, sólo simulacros de sanción; las cadenas de proteccionismo tendrían alcances increíbles, la cuestión es “comer y dejar comer”, todos se conocen y el de arriba no toca a los de abajo (salvo la cosa se presente fea) y el de abajo no molesta a los de arriba. El embudo al revés llevaría fortunas de dinero a una zona “desconocida”.

Cuando un hombre logra cargos más importantes que dirigir una comisaría “la vaca comenzaría a dar más leche que nunca”; se retiran (porcentaje muy bajo es echado de la fuerza) y todos quedarían sin problemas económicos, por ejemplo, con lujosas viviendas, dos o tres automóviles de última generación, amplias casas de veraneo, chacras con animales, dinerillos invertidos en diferentes lugares, varios remises o taxis, departamentos dados en alquiler, etc. Reitero: bienes que pasarían a nombre de familiares o testaferros de confianza. No generalizo.

Muchos retirados quedan a cargo de la seguridad de entidades bancarias, de grandes empresas o dirigen agencias que contratan a decenas de efectivos jubilados y montan servicios particulares de vigilancia que dejan grandes ganancias, obteniendo habilitaciones sin inconvenientes (?).

En la tropa las posibles “coimas” no alcanzarían en toda una carrera a cubrir más que dos automóviles modestos y reformas a una casita (no me refiero a los que podrían involucrarse en hurtos hormiga y temas más gordos que enriquecerían a cualquiera), siendo la corrupción más temible la del oficial, la de los que tienen poder de mando y pueden resolver, de todas maneras quedarían centenares de hombres dignos que no se han contaminado y que les sería difícil encajar en diferentes oficinas por su rectitud (investigado y recogido de fuentes inobjetables). 

Manejar la policía, otras fuerzas o la municipalidad han sido siempre los más grandes y codiciados “botines de oro” ¿o algún descarado lo negará?  Este asunto ha sido motivo de importantes notas en revistas. Observe el lector, cambian los gobiernos y se repiten los mismos discursos de “basta de corrupción en…” y todo termina siendo una mentira, se mueven piezas de ajedrez puestas por otros y se reemplazan por amigos de turno, sin desmontarse las tradicionales "trenzas". Negarlo sería traición a la Patria , tendrían que explicar por qué continúan los abusos y nadie los corrige definitivamente ¿quién sostiene a las intocables “manzanas podridas”, a sus discípulos y herederos?

Innegables comportamientos de vergüenza en Capital Federal: los policías al salir de servicio lo primero que recorren son los kioscos de revistas para buscar gratuitamente varios diarios del momento y otro material de lectura, es decir, pasan los patrulleros y también los hombres de parada; los dueños de los puestos pierden las ganancias del día, diarios que también van a manos de diferentes jefes de comisarías para “explotación de prensa” ¿cómo es posible? ¿la “explotación de prensa” no era asunto del odiado pasado? ¿se  hace “explotación de prensa” con revistas de moda, de la farándula y cómicas como “Patoruzito”? situación que los damnificados temen denunciar porque cuando sufren asaltos nadie los auxilia o demoran intencionalmente como método de "amanse" y desgaste, vicios a la vista del pueblo y que conocen claramente los políticos (salvo que se movilicen en helicópteros y vivan en alejados "castillos"). No hay sanciones para estos y otros actos abusivos en comercios de cada jurisdicción, caso de locutorios, pizzerías, restaurantes y bares frecuentados por uniformados de cada turno (¿servicios "en bien de la comunidad"?); se entretienen con teléfonos celulares, piden comida gratis, se refugian en cabinas de internet o duermen en cocheras porque supuestamente las órdenes de cuidar al ciudadano decente no existirían y los pocos que pondrían de “parada” se van de los puestos a sabiendas de los superiores que no quieren sumarios “por órdenes de arriba” (?) y tampoco demasiada presencia policial en la calle, entonces todos prefieren andar bien con sus patrones (léase: la tropa busca “descansar” y los jefes entretenerse viendo películas por cable). A la noche la ciudad queda en total inseguridad, de día la milonga cambia un poco para cubrir apariencias y a la noche regresa el desamparo. Quien lo desmienta estará encubriendo despreciables vicios que son de fácil comprobación; no necesitan denunciantes para enterarse de lo que secretamente permiten, se necesita voluntad política porque lo malo está a la vista del pueblo y no se arregla con dobles discursos.

El ciudadano común teme represalias de muchos sectores hilvanados, las cadenas de corrupción se cortarán bastante cuando haya firmeza y verdadera decisión en niveles de poder, los hechos pueden probarse con elemental observación de la labor policial en la calle y en dependencias, no pidiendo “controles” ni “investigaciones” a la misma fuerza porque podría haber encubrimientos;    deberían investigar formas de vida, lugares de residencia, zonas de veraneo, tarjetas de crédito, cuentas bancarias, bienes adquiridos e incluir al entorno familiar y algo más.

Reitero: no generalizo, ocurre que en la ciudad de Buenos Aires nunca hubo decisión por instruir correctamente a la Policía Federal, equiparlos con la última tecnología, mejorar su hospital “Bartolomé Churruca” que estaría bastante descuidado, habría que pagar a cada efectivo de la tropa sueldos dignos, no obligarlos a trabajar innumerables horas extras para sobrevivir y tendrían que lograr que la ciudadanía los respete, pero lo único que hacen es dejarlos a la deriva para que se desacrediten solos, siendo historia de nunca acabar que trabajen mal y cosechen rechazo ciudadano, porque el poder político no ordenaría  que cumplan fielmente sus tareas y las directivas superiores dentro de cada fuerza no serían confiables por los intereses que podrían existir en cada labor y jurisdicción (llámese connivencias, proteccionismo, etc.).

Hoy los uniformados se presentan sin gorras reglamentarias, sin identificación a la vista, tardíamente, con actitudes groseras y nadie supervisa con rectitud y severidad la labor de sus jefes, el incremento anual de sus patrimonios y todo lo que hace a la función policial.

El poder político tendría que informar a la totalidad -sin preferencias por los elegidos “de confianza”-, que aquellos que sean denunciados o sorprendidos en una pequeña falta (ni hablar de negociados turbios), de inmediato y sin miramientos serán sacados de las reparticiones de seguridad; es más, muchos jefes de dudosa actuación (por decirlo de manera elegante) continúan ascendiendo y enviados a lugares clave ¿con tanto “desconocimiento” elaboran los ascensos y cambios de destino? ¿recomendaciones de "influyentes"? ¿quién asesora en estos casos? ¿un doble de Al Capone?

Para depurar reparticiones policiales y otras fuerzas, cada gobernante tiene primero la ineludible obligación de ser honorable e imparcial, después ocuparse que los organismos subalternos sean útiles al pueblo (nunca adictos al poder de turno para cumplir órdenes incorrectas). La policía debería ser entrenada para enfrentar el delito sin excederse, instruida para ser honesta, disciplinada, que se dirijan con educación a los contribuyentes, no abusen de autoridad y especialmente que no tengan impunidad los cuadros superiores;que presten rápida cooperación, trabajen descansados, no pidan diarios o comida gratis, tampoco cosas mayores ni reciban "coimas", que no abandonen sus puestos (vicio incorregible) y paralelamente se sientan valorados y cuidados por el Estado, sin agentes y suboficiales viviendo de sueldos miserables y trabajando quince o más horas por día entre servicios ordinarios y adicionales.

Triste realidad en nuestra sociedad: las ambiciones desmedidas serían esencia en muchos sectores (no precisamente policiales) y los pícaros se multiplicarían como plaga. Quien tiene un automóvil quiere dos, si tiene dos quiere tres, después una lancha, pronto un yate; si compra casa en Capital quiere otra en zona de veraneo, cuando la consigue desea un chalet para vacaciones en Miami, luego un campo y así siempre, entonces sin excepciones, las máximas figuras del Estado (ética mediante) deben ser inflexibles y controlar de cerca al personal de instituciones de seguridad y asunto resuelto (valga mi inocencia en este planteo). Habría que arbitrar urgentes medidas para mejorar la imagen y la labor de los que son el brazo auxiliar de la ley (considerados un mal necesario).

Por amor a la Patria los hombres no deberían manchar a las instituciones y los buenos ejemplos deben partir de los escalones más altos del poder, porque en honor a la verdad, a diferencia de otros funcionarios que abusan de autoridad con impunidad, numerosos integrantes de organismos de seguridad en algún momento de su carrera se juegan la vida por el prójimo y eso no tiene precio.

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Carlos Estrada * ex cronista especial durante casi veinte años de revistas especializadas en el tema, nacionales y provinciales, de revistas jurídicas, a través de décadas descubridor de todo tipo de casos de corrupción que tuvieron gran resonancia, ex periodista parlamentario, escritor y periodista de investigación con documentada trayectoria pública desde 1970.

Buenos Aires, Argentina, 12 de septiembre de 2012.

Nota: respeto profundamente investiduras, autoridades e instituciones oficiales, no tengo  preferencias políticas porque todo parece más de lo mismo. Creo que la Policía Federal Argentina es una gran Repartición (en la década del '60 considerada una de las mejores policías del mundo), innumerables integrantes son servidores dignos y los vicios de un alto porcentaje podrían corregirse si los hombres fueran cuidados, porque en todas partes algunas personas no se deforman nunca, otras delinquen con facilidad, pero muchas se corrompen cuando no se sienten valoradas y sufren necesidades. Para que la policía brille por actos transparentes y justos debe ser atendida como corresponde, además los sucesivos gobernantes tienen que terminar con promesas vacías y que la seguridad sea una realidad para los habitantes de la descuidada ciudad de Buenos Aires.

 

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