Se interpretarán la Sinfonía Concertante y la Sinfonía número 29 de Mozart y la Sinfonía número 49 de Haydn. Pero la mejor noticia es que en esta ocasión se ofrecen para celebrar el mes de la música a mitad de precio. Dos entradas por el precio de una (introduciendo el código descuento 2MOZART en el proceso de compra).
Mozart aún tenía que escribir sus óperas más notables cuando compuso la Sinfonía Concertante en mi bemol mayor, K. 364 en 1779 con apenas 23 años. Sin embargo, esta es una pieza llena de drama operístico. Una atrevida fusión de la sinfonía y el concierto, en la que presenta el violín solista y la viola como iguales en una conversación musical sublime. A medida que la viola conmovedora se encuentra con su contraparte más llamativa y extrovertida, se enfocan dos personajes distintos y entrañables. Al escuchar esta música, recordamos el profundo afecto de Mozart por la viola. Aunque fue un violinista excepcional, Mozart gravitó hacia las voces internas de la viola cuando tocaba cuartetos de cuerda. A lo largo de la Sinfonía Concertante, la parte de viola orquestal se divide con frecuencia, como para celebrar la calidez y riqueza de estas líneas internas.
Obra de juventud
Aún más joven, Mozart compuso a los 18 años su Sinfonía número 29, una música que cristaliza la incipiente confianza compositiva del joven, y que lo muestra desplegando sus alas en la música sinfónica tal como ya había comenzado a hacer en el teatro de ópera y en su música de cámara. Es una obra que resume todo lo que había oído y aprendido sobre la forma sinfónica hasta este momento de su vida (la influencia de JC Bach seguía siendo crucial para él, cuya música había escuchado por primera vez de niño en Londres) pero que es mucho más que la suma de esas influencias, y es algo que solo Mozart podría haber escrito. Mozart utiliza un enorme arsenal de sofisticadas técnicas de composición para crear un drama sinfónico en miniatura.
La sinfonía escrita por el joven Mozart en Salzburgo tras regresar en el otoño de 1773 de un viaje a Viena con su padre, es de las mejores de la época en cuanto a expresividad y dominio formal. El propósito aparente del viaje era social, pero la verdadera razón de la estancia vienesa fue encontrar un empleo para el adolescente. Como tal, fue un fracaso, pero en la capital imperial los horizontes de Wolfgang se ampliaron por la exposición a nuevas e importantes músicas, incluyendo los seis cuartetos y las últimas sinfonías "Sturm und Drang" de su amigo e ídolo, Joseph Haydn.
Dos maestros y amigos
Wolfgang Mozart y Joseph Haydn fueron los dos maestros del período clásico de la historia de la música; de hecho, ayudaron a definir esa época, dando forma a sus estilos compositivos centrales: la sinfonía, el concierto, el cuarteto de cuerda. Ambos compositores produjeron obras maestras en todos estos géneros. Aunque separados por 25 años de edad, los dos hombres rápidamente se hicieron buenos amigos cuando se conocieron en Viena en 1781. Durante la siguiente década, se convertirían en admiradores mutuos, cada uno influenciándose musicalmente en el otro. Mozart, por ejemplo, aprendió mucho de la escritura de Haydn para cuarteto de cuerda, dedicando sus seis cuartetos, op. 10, al maestro mayor; las últimas sinfonías de Haydn están en deuda con su contemporáneo más joven, ya que muestran la influencia de Mozart, particularmente en la parte más prominente que se da a los instrumentos de viento de madera.
La sinfonía número 49 de Haydn fue creada en 1768, con su colorido dramático y oscuro, la llamada “La Passione” es típica del período de la obra de Haydn que tuvo la influencia del Sturm und Drang (Tormenta y estrés: un título tomado de una obra del mismo nombre de Friedrich Maximilian von Klinger), movimiento en la literatura en lengua alemana entre las décadas de 1760 y 1780, una especie de precursor del romanticismo. El título "La Passione", como ocurre con sus otras sinfonías, no es de Haydn; se originó después de la interpretación de la sinfonía durante la Semana Santa de 1790 en la ciudad de Schwerin, en el norte de Alemania, quizás porque su atmósfera recuerda las pasiones tradicionales.
Si hay una sinfonía que realmente resume el sentimiento de este período, seguramente debe ser la Sinfonía número 49 en Fa menor. La última en una secuencia de sinfonías escritas con una forma anticuada basada en la sonata de la iglesia, se abre con un movimiento lento poderoso y desgarrador. Escrito en la clave pesimista y extremadamente rara, los cuatro movimientos permanecen en menor en todo momento; solo el trío permite algún que otro atisbo de esperanza. Es posible que esta profunda obra estuviera destinada a ser interpretada el Viernes Santo e impresionó profundamente al mundo musical de la época de Haydn, a juzgar por la cantidad de copias manuscritas y publicaciones disponibles en toda Europa.
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