01ABR21.- Al morir “Negro”, él ocupó su lugar. Sabiendo que había perdido a mi anterior perro, una buena amiga –a modo de consuelo– me lo regaló. Se trataba de un pequeño cachorro de color oscuro que, al desarrollarse, se convirtió en un “quiltro” de raza indefinible.
Algunos perros con pedigrí despiertan mis simpatías, pero ya sea porque requieren de cuidados que no podría darles, o tal vez por su coliparada y arrogante displicencia, es que no termino de aceptarlos. Siempre he pensado que los animales de raza se dejan querer por sus propietarios, mientras un “quiltro” quiere y se “hace” querer por sus amos. El mío –tal como su antecesor– derivó a gris su primitiva negrura, y de grácil cachorrillo pasó a convertirse en un achaparrado sabueso, propietario de una extravagante estampa canina. Esto, que para mí no reviste importancia alguna, para los demás es motivo de diversos comentarios. Peyorativos –en su mayoría– debo reconocer.
Ibamos de paseo al borde costero una mañana, cuando nos encontramos con un grupo de muchachos. Tras observarlo con sorna evidente, hicieron varias menciones ofensivas, destacando uno que comentó a viva voz: “¡Miren al perro, parece una cruza de burro con ambulancia!”.
Desistí de darles su merecido, compadecido de la poca sapiencia que exhibían y amedrentado por la superioridad numérica en que se encontraban. Mi perro, en cambio, menos cauteloso –y herido en su amor propio– les gruñó sin miramientos. Camino a casa le apacigüe, mencionándole que a lo menos fueron creativos, en sus injurias.
La desafortunada ocasión en que nos cruzamos con una pareja de enamorados, él había tomado cierta distancia de mí. Al verlo, la joven no pudo reprimir un dolido: “¡Oh, qué perrito más feo!”
Había tanta y tan genuina aflicción, contenida en su voz, que no quise incomodarla haciéndole notar que me pertenecía. Por lo que seguimos nuestro recorrido; yo contrito, y él con el rabo entre las piernas.
Tratando de mejorar su apariencia, la siguiente vez que visitamos al veterinario, decidí que le recortaran el pelaje. “El remedio” –tal como dice el refrán– “resultó peor que la enfermedad”. Los vecinos, que antes se apartaban al escuchar sus feroces ladridos, hoy se ríen –con vengativo descaro– de su singular apariencia. “¡Ja!, ¿qué le pasó a su perro, vecino?”, es la pregunta más frecuente que debo escuchar, cuando ven a mi mascota. “¿Cómo enojarme con ellos, si ya mis hijos –con todo el cariño que le profesan, pero jóvenes al fin– habían dicho que, con ese corte de pelo, se parecía al “chupacabras?”. Reforzaron tal infundio, argumentando que por tener sólo la cabeza y cola peludas, ahora no se sabía si iba o venía
Tras verificar en Internet, cómo lucía el bicho mencionado, hube de reconocer que –no obstante ser una exageración– ver a mi noble sabueso, puede ocasionar cierta desorientación, tocante a determinar cual es su rabo y cual su cabeza.
Con todo y su apariencia, este can despierta en mí una ternura imposible de conmensurar en términos prácticos. Mas que un animal, es mi compañero. Vigía de mi hogar y también de cada uno de mis movimientos. Presto a seguirme siempre dondequiera que vaya y cualquiera sea mi estado de ánimo. Mi perro no me juzga; me quiere sin condiciones. Y esa devoción, que él siente por mí –y que sus perrunos ojos delatan– quizá, algún día, llegue yo a merecerla.
* Carlos Morales Fredes – Es un poeta, narrador, cronista, (1951) chileno, residente en la ciudad de Arica, en el extremo norte de Chile. Es socio fundador del Club de Lectura “Cuenta conmigo”. Columnista del periódico ariqueño “La Estrella De Arica", periódico en el que ha conseguido ser el columnistas más leído. Primer premio regional en poesía (1986). Premio especial prosa en concurso nacional de Empresas Denham (2008). Obtuvo en dos oportunidades el “Premio a la creación” del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes con sus obras “Ausenciando”, (cuentos, 2008) y “De Corín Tellado y otras novelas de bolsillo”, (novela, 2015). Es autor de “Crónicas de aeropuerto”, “El resucitador en serie”. Ha participado en numerosas Antologías: “Avisos desclasificados Vol. I”, “La Nueva Nortinidad”, “Catálogo de Escritores de Arica y Parinacota”, (Cinosargo). “Identidad y Pertenencia”, “Muestra Literaria de escritores de Arica y Parinacota”, (Cinosargo), “Antología De Los Extremos De Chile”, Arica–Parinacota, Magallanes–Antártica. Antología de escritores de Arica–Antofagasta, “Antología del Cuento Chileno vol. II”, (Mago Editores), 2016, “Los Diez Mejores Cuentos de Arica–Parinacota” (2018), Antología Binacional Arica–Parinacota, Chile. Madrid–Valencia, España. Su obra “De Corín Tellado y otras Novelas de Bolsillo”, ha sido incorporada por la Doctora Soledad Maldonado Zedano, a su cátedra en la Universidad San Agustín, Arequipa, Perú. (2019)
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