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Prototipo del dron Kratos Valkyrie XQ-222
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Prototipo del dron Kratos Valkyrie XQ-222 (Foto: US Airforce Research Labs)

La guerra del mañana: los enjambres de drones autónomos de Estados Unidos

viernes 30 de junio de 2017, 04:44h

30JUN17.- El Pentágono está desarrollando batallones de aviones no tripulados capaces de entrar en combate de manera independiente, orientados por un solo ser humano a bordo de un avión de combate o de carga.

Un piloto en un cazabombardero seguido por un escuadrón de decenas de drones autónomos (sin supervisión humana) capaces de liberar a su vez enjambres de drones más pequeños en plena batalla. La Fuerza Aérea de Estados Unidos está desarrollando batallones de aviones no tripulados capaces de entrar en combate de manera independiente, orientados por un solo ser humano a bordo de un avión de combate o de carga.

El Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea estadounidense y la empresa de productos militares Kratos trabajan desde hace algún tiempo en esta combinación humano-robot para desplegar formaciones aéreas más baratas (no necesitan entrenamiento y no implican compensaciones familiares si caen en batalla), sin aversión al riesgo, capaces de decidir más rápido que el ser humano gracias a los avances informáticos y con un margen de maniobrabilidad en el aire muy superior al que tolera el cuerpo de una persona.

La compañía ha avanzado que estos nuevos drones autónomos, bautizados Valkyrie, se inspiran en un modelo que ya utiliza el Ejército de EEUU: el BQM-167, con una autonomía superior a los 5.500 kilómetros (la distancia de de Madrid a Nueva York) y capaz de alcanzar los 14.000 metros de altura a 1.110 kilómetros por hora. Los cambios realizados permitirán a este nuevo dron portar misiles aire-aire en sus alas, bombas convencionales, tanques de combustible e incluso “enjambres de pequeños drones”, según Seteve Fendley, director de la división de sistemas no tripulados de Kratos. De esta forma, los drones amplificarán el poder destructivo del “caza líder” que les sirva de guía. Debido a su pequeño tamaño —la mitad que un caza F-16— y su sistema de despegue vertical —tiene un motor similar al de un jet privado—, el BQM-167 puede ser lanzado desde plataformas de aproximadamente un metro cuadrado.

El proyecto cuenta con un presupuesto inicial de 100 millones de dólares. Fuentes del Departamento de Defensa han elogiado el programa y destacan que el riesgo financiero es bajo, según recoge la revista Popular Science, ya que Kratos es una empresa especializada en fabricar drones militares relativamente baratos y fáciles de reparar. Los Valkyrie estarán fabricados por piezas remplazables y también servirán para atraer ataques y evitar que impacten contra cazabombarderos pilotados por seres humanos, según Fendley. “Si un ataque con misiles destruye el ala, [el dron] abre un paracaídas, aterriza, y solo tenemos que cambiar ese ala”, explica Fendley en Popular Science.

La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés) trabaja en el despliegue de “enjambres” de drones autónomos desde 2015, mismo año en que la Fuerza Aérea de EEUU empezó a exhibir drones de combate de bajo coste. Un año después, Kratos ganó el concurso del Departamento de Defensa para desarrollar el primer prototipo de Valkyrie, que ya ha sido probado con éxito con la guía de un cazabombardero Harrier y que tiene un precio 30 veces inferior al F-15, el caza táctico preferido del Pentágono. De momento existe poca información acerca de este plan (en este vídeo aparecen varios prototipos) y todavía no hay pruebas ni confirmación oficial sobre su puesta en marcha en escenarios bélicos reales, aunque esta semana Kratos mostró algunos prototipos en público en el Salón Internacional de la Aeronáutica de París.

Actualmente los aviones de combate estadounidenses dotados de tecnología autónoma requieren la autorización de un humano antes de abrir fuego, aunque fuentes diplomáticas de Afganistán y Pakistán aseguraron en diciembre a La Marea que Washington ya ha probado tecnología militar autónoma en su territorio. Entre los países que ya disponen de armas autónomas letales, popularmente conocidas como robots asesinos, figuran Israel, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Corea del Sur. Por otro lado, en 2015 una filtración masiva (Drone Papers) reveló que Estados Unidos emplea aviones no tripulados para eliminar objetivos en Afganistán, Yemen y Somalia, a menudo ocasionando numerosas bajas civiles que no son reportadas.

Una industria creativa

En 2013, el presidente Barack Obama congeló el mastodóntico presupuesto del Pentágono (representa el 38% del gasto militar mundial). Su decisión, sumada a los recortes en defensa de varias potencias militares europeas afectadas por la crisis, generó el primer parón del mercado global de armas desde la caída de la Unión Soviética. Entonces la industria de la guerra, acostumbrada a crecer incluso en momentos de paz, dio una nueva muestra de creatividad y decidió adaptar su tecnología mortífera al mercado civil y potenciar el negocio de la ciberseguridad, hoy en auge.

El viento sopla a favor de este negocio, que ya representa más del 2% del PIB mundial. Los conflictos en Oriente Próximo y Europa del Este, así como la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el creciente temor a la amenaza yihadista, han servido para que la industria armamentística reciba un nuevo impulso por parte de los países de la OTAN (en 2017 el gasto militar de España crecerá un 30%) y de potencias militares como Rusia, China e incluso Japón, que en 2014 modificó su Constitución para poder inmiscuirse en guerras externas.

Una de las grandes esperanzas actuales de los fabricantes de armas es su apuesta por los sistemas autónomos letales o robots asesinos. En diciembre de 2016, la comunidad internacional decidió posponer la prohibición de esta tecnología, para la que aún no existe un marco regulatorio. Los detractores de los robots asesinos, entre ellos la premio Nobel de la Paz Jody Williams, aluden al principio de prevención para evitar su proliferación, esgrimen las limitaciones existentes por razones técnicas (el robot aún no puede discriminar objetivos civiles y militares), opinan que una máquina no debería tener capacidad para matar a un ser humano de manera independiente y preguntan quién será el responsable jurídico en caso de que el robot viole las leyes de la guerra.


José Bautista

La Marea

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