Javier Solís, el último integrante del llamado “Trío de Oro” de la canción mexicana

De origen muy humilde, a los 18 años sin más perspectivas de futuro que su propio entusiasmo, incursiona en concursos musicales populares en carpas de barrio interpretando tangos bajo el seudónimo de Javier Luquín. En uno de estos concursos cuyo primer premio era un modesto par de zapatos, fue dejado fuera de competencia debido a que su talento natural, era muy superior al resto de los concursantes.

De naturaleza tímida, formó el Dueto Guadalajara, el Trío Flamingo que luego pasó a llamarse Trío México, para con posterioridad incursionar como solista actuando en diferentes lugares de espectáculo acompañado por mariachis quienes conectaron de inmediato con su particular estilo de cantar. En sus inicios, su admiración por Pedro Infante le llevó a adoptar un estilo de canto muy similar al de Infante, pese a que él tenía capacidad de sobra para crear su propio estilo como conseguiría hacerlo más tarde. Con gran éxito con las mujeres, tuvo una turbulenta vida pasional y amorosa ya que en su corta vida se casó cinco veces, la primera de ellas apenas con 20 años. Como resultado de estas uniones, tuvo 9 hijos. A mediados de 1955 conoció a Julio Rodríguez, integrante de Los Panchos, quien lo recomendó para una audición con la compañía Columbia. Por esos años, cambia su nombre artístico a Javier Solís. A finales de 1955 graba su primer disco sencillo que incluyó los temas "Por qué negar" y "Qué te importa", el cual le mereció su primer disco de platino el 5 de septiembre de 1957. El músico Felipe Valdés Leal siempre creyó en él. Una tarde de 1958 cuándo Javier Solís grababa "Llorarás, llorarás" bajo la influencia del estilo de Infante, Valdés Leal le convenció para cantar con arreglo a su propia voz y estilo. Este disco, "Llorarás, llorarás" hizo que se consolidara como el máximo exponente del “bolero ranchero” en México, Estados Unidos, Centro y Suramérica, y un año después en España. Este género musical, auténtica creación de Javier Solís, le daría de manera definitiva, el espaldarazo del público y le consagraría como uno de los “grandes” del cancionero popular mexicano. Su voz de gran hermosura, permitía lograr la media voz, que consiste en alcanzar altas tonalidades y posteriormente descolgarse a tonos bajos sin desafinar.

Además de su excelente voz, poseía una memoria prodigiosa ya que se aprendía las letras de las canciones con solo escucharlas una vez. En 1959 comienza con sus giras internacionales a Estados Unidos, Centro y Suramérica, y en febrero de 1960, realiza su primera película, El Norteño, luego de la cual vendrían 33 películas más, alternando con artistas de la talla de María Victoria, Lola Beltrán y Luis Aguilar. No llegó a consagrarse como astro del cine –como ocurrió con Infante o Negrete-, pero se ganó elogiosos comentarios de cineastas y críticos especializados, por sus condiciones naturales y por la sencillez de su carácter. En 1960 conoce a quien fue su última esposa, Blanca Estela Saenz, de la cual tuvo dos hijos: Gabriel y Gabriela. Debido a que siempre se avergonzó de su pasado y de su origen humilde, cuando comenzó a cortejar a Blanca Estela, quien contaba con 17 años en ese entonces, se inventó que era indígena de la tribu Yaki y que debían casarse por el ritual de dicha tribu consistente en unir sus respectivas sangres, a lo cual Blanca Estela, no puso reparos. El 8 de febrero de 1965 graba su gran éxito: “Sombras” que batió todos los récords en ventas y le mereció una medalla por parte de su disquera, como reconocimiento por su gran calidad como cantante y excelente vendedor de discos.

El 12 de abril de 1966 fue internado en la Clínica Santelena en México D.F. debido a sus problemas con la vesícula, el día 13 fue operado satisfactoriamente, pero como tenía la costumbre de comer hielo y beber agua fría, pese a la prohibición médica de hacerlo luego de la intervención quirúrgica, le sobrevino un infarto cardíaco, que le causó la muerte el 19 de abril de 1966 a los 34 años de edad, cuando se encontraba en la cima de la gloria. Antes de su muerte dijo: "Que rieguen con mucha agua mi tumba, sé que me voy a morir, esto no tiene remedio". El 20 de abril su cuerpo fue inhumado en el lote de actores del Panteón Jardín de la Ciudad de México. Desaparecido a muy temprana edad, al igual que su ídolo Pedro Infante y el charro por excelencia, Jorge Negrete, Javier Solís constituyó a juicio de los buenos conocedores de la música popular mexicana, un compendio de lo mejor de los estilos y forma de cantar de Infante y Negrete, más el componente personal único que supo imprimir a cada una de sus interpretaciones Entre los boleros rancheros, la canción más conocida y aclamada es "Payaso", mientras que en el género de las rancheras se destaca por "Renunciación". A más de 40 años de su muerte, la figura artística de Javier Solís continúa cosechando éxitos y cada cierto tiempo, las compañías de discos editan sus viejos álbumes y lanzan al mercado recopilaciones de sus mejores temas.