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Memorias: Así fue y así lo voy a contar

Yo, El Azafato (XVII)

Por Quino Moreno

miércoles 11 de febrero de 2015, 02:36h
El Aiun
El Aiun

Mi paso por el Destacamento de Las Palmas…

Mi paso por el destacamento de Las Palmas más tarde o más temprano tenia que llegar, iba por antigüedad y siempre mirábamos los números de nómina de los compañeros que destacaban durante dos meses a Canarias.

A mi me vino mal aunque sabía que era inminente, porque acababa de alquilar un apartamento y me estaba adaptando a el y también -porque no decirlo- porque había una compi con la cual acababa de comenzar una relación y me gustaba mucho, y ese destacamento a Las Palmas me vino en un momento muy inoportuno.

Como el periodo de estar en Las Palmas era como dije antes, de dos meses, no solíamos alquilar casa o apartamento, pues casi nadie se llevaba la familia, pues los días libres los juntábamos con cambios entre nosotros y nos veníamos a Madrid.

La mayoría estábamos en el Hotel Iberia, que era donde dormía el resto de las tripulaciones que venían para hacer los vuelos domésticos e internacionales, así que nos hacían un buen precio amén de ser un hotel de cinco estrellas y con la dieta del destacamento nos salía bastante rentable.

A los destacados nos llamaban los canguros y no se quien nos puso ese apodo, pero era muy difinitorio de lo que hacíamos, es decir: pegar saltos entre islas y a África y a El Aiun. Normalmente eran siete saltos diarios, deciros que en ocasiones, cuando teníamos que dar las voces ya no sabíamos si íbamos a Lanzarote, La Palma, Fuerte Ventura, Tenerife etc., y había vuelos que no quitábamos ni cinturones: era despegar y aterrizar, así que cuando llegábamos al hotel era como si hubiéramos estado todo el día en el parque de Atracciones montados en la noria.

El vuelo más largo era a El Aiun, sobre una hora y algo y era un vuelo muy especial y os cuento porqué: normalmente le decíamos el vuelo de las rajas, debido a la cantidad de mujeres que iban en el. Casi siempre te encontrabas con las mismas caras de chicas que se dedicaban a darles alegría a nuestros soldados que estaban en el desierto haciendo la mili.

En unos de esos vuelos tuvimos un percance bastante desagradable y os lo cuento: estando chequeando los cinturones para el despegue, una señorita me señaló sus partes íntimas con la mano. No estoy muy seguro de lo que entendí pero fue algo raro pero no le di importancia es más, cuando me senté para el despegue con mi compañero, le dije: “creo que he ligado, hay una chavala que me se ha insinuado señalándome sus partes intimas, me da que ha visto la película de Enmanuelle y la quiere revivir conmigo”. La verdad es que lo primero que pensé que apenas despegáramos, me pasaría por su asiento a ver como seguía la cosa.

Estaba convencido que había sido un flechazo a primera vista, y nada mas lejos de la realidad y menos mal que lo primero que hice nada más quitar cinturones fue acercarme a su asiento y lo primero que vi., fue que en el vaquero que vestía, tenía una mancha de sangre impresionante. Como no iba muy lejos de la parte de cola, con la ayuda de mi compañero, la tumbamos en la parte de atrás mientras las compañeras le quitaban los pantalones. Di las voces de médico abordo y no apareció nadie así que con ayuda de unas de sus compañeras de viaje tuvimos que atenderla para cortar en el fondo y en la forma lo que era una hemorragia tremenda. No hubo papel o bayeta que no utilizáramos y hasta los rollos de papel higiénico de repuesto los gastamos para parar taponar la sangre. Cuando aterrizamos en El Aiun ya la hemorragia había parado así que cuando la subimos en la ambulancia estaba muchísimo mejor. Estuve a punto de contarle la estupidez de mi pensamiento cuando quiso llamarme la atención. Les prometo que no he vuelto a hacer una broma de esas en mi vida y ahora que lo estoy recordando, hasta me da un poco de vergüenza.

La escala que hacíamos en El Aiun solía ser larga porque llevábamos bastante carga. Nos daba tiempo incluso, para bajar y dar una vuelta. A mi me parecía un sitio distinto con una mezcla de arquitectura andalusí que llamaba la atención y además era en la única escala en que comíamos sentados como los blancos, en una cantina del aeropuerto porque el resto de los días era casi siempre de pie de prisa y corriendo.

Por mi parte, me hice amigo de una de las chicas que iban en esos vuelos; se llamaba Guadalupe, y no penséis mal porque como dije antes, ya había una compañera por el medio y me sentía en la obligación de serle fiel. Guadalupe trabajaba en un Pub, pero curiosamente no era de alterne. Muchas veces iba con compañeros a tomar unas copas, había incluso un pianista que amenizaba el local y con Guadalupe tenía charlas interminables ya que era muy amena en su conversación; contaba cosas que parecía mentira le hubieran pasado con su corta edad; era de un pueblo de Jaén y estaba buscándose la vida desde la adolescencia. Lo de El Aiun me contaba, era como una especie de sindicato de pilinguis que se dedicaban a este menester y había una especie de organización que era la que coordinaba a las chicas para ese viaje e incluso otros a la península sobre todo, cuando venía la Flota americana a Palma, Barcelona, Cádiz, etc. como también a cuarteles que se encontraban lejos de ciudades, como podían ser destacamentos de Montañas o Vigías de Bosque etc. Muchas veces no daba crédito, pero la verdad es que tenían todo muy bien organizado, como si fuera un pequeño ejercito femenino que había encontrado en ese sistema un modo de ganarse la vida, y no creáis, con muy buenos beneficios. Guadalupe me decía que cuando iban a Palma de Mallorca o Barcelona, pernoctaban en Hoteles de cinco estrellas.

Así que cuando se inauguró el Puente Aéreo de Madrid-Barcelona y empezaron los rumores que había chicas en esos vuelos acompañando a los ejecutivos -y conste que eso lo he visto yo-, ya me sabía la historia de memoria pero seguro que estaba organizado de otra forma más que nada debido al glamour que tenían algunas pero no obstante, cuando me tocaban puentes aéreos siempre tenía la esperanza de encontrarme con Guadalupe.

Una de las alegrías que me lleve en Canarias, fue el reencuentro con Nicolás, el piloto que os conté de cuando estuve destacado en Barcelona. Pues bien, Nicolás estaba haciendo el curso de comandante y se estaba soltando en el Fokker-27, que era turbo reactor y con el cual se hacían vuelos entre las islas. Empezamos de nuevo la amistad de Barcelona y el poco tiempo en que nos veíamos pues era para ir a la playa y como era tan aficionado a los coches deportivos, contactó con una Escudería Canaria y no os voy a exagerar como andaluz que soy, pero que le dimos la vuelta a la Isla cuatro o cinco veces, seguro.

Yo me vine para Madrid antes que Nicolás, pero quedamos que cuando lo soltaran de Comandante en DC9 haríamos una tripulación para volar juntos y así pasó más tarde ya que estuvimos volando juntos casi diez años. A mi vuelta a Madrid, aunque estaba contento por el nuevo apartamento y reencontrarme con Margot, que hoy es mi mujer y compañera desde hace treinta y pico de años, nos habíamos visto en Las Palmas coincidiendo con algunos vuelos que había hecho ella así como en los días libres en que yo venía a Madrid. Mi alegría también fue estar con mis hijos que cuando se quedaban conmigo podían disfrutar de la piscina cubierta que tenían los apartamentos.

Conseguimos volar juntos con Margot y en las primeras de cambio, tuvimos el primer encontronazo con un comandante HdP, machista y cabrón. El tío éste debió darse cuenta que Margot y yo estábamos juntos y que no tenía posibilidades de ligar que era lo que intentaba en todos los vuelos. Además que el hombre no podía consentir que no fuera él, quién cortara el bacalao y entonces, comenzó a darme órdenes absurdas tales como que le enseñara las pinzas del tren de aterrizaje cuando las subieran y sobre todo, que si teníamos comida durante las escalas, que la comida y las bandejas la sirviera yo y muchas tonterías más. En la escala de Roma por ejemplo, había comida para la tripulación pero coincidió -como casi siempre- con una huelga en el aeropuerto. En esta ocasión era de maleteros así que el Jefe de escala nos pidió que echáramos una mano al personal de Iberia de tierra, para meter maletas en bodega y evitar salir con retraso. Como íbamos cuatro en el vuelo, dos bajaron para esa labor y Margot y yo nos quedamos preparando la comida para comer durante el tiempo de escala. Ya estaba comiendo el segundo, cuando apareció el perturbado sexual del comandante llamándonos comunistas porque estábamos colaborando con la huelga comunista de Maleteros de Roma y no estar abajo ayudando con las maletas. No me dejó ni hablar y me amenazó con dejarme en Madrid y llamar a un sobrecargo de Imaginaria. Imaginaros el vuelo de vuelta a Madrid; tanto mis compañeros y yo estábamos preocupados porque aunque no sabíamos mucho de política en época de Franco, decir que habíamos colaborado con una huelga comunista en Roma era despido seguro, Yo les tranquilizaba diciéndoles que la cosa iba por mi. Efectivamente al llegar a Madrid, dio un parte al Jefe de día contándole la historia que se había inventado y pidiendo un sustituto de imaginaria para mi pero como hacíamos un ida y vuelta a Sevilla, me imagino que el Jefe de día dijo que no. De todas formas hizo un parte denunciando sus lucubraciones de Margot y de mí.

No lo he pasado peor en mi vida que en ese vuelo de ida y vuelta a Sevilla que tuve que hacer con ese cabrón, pues lo que me pedía el cuerpo era darle una paliza pero el segundo que se había percatado de todo y viéndome la cara me dijo: “Tranquilo Quino no merece la pena no lo vayas a joder que eso es lo que quiere” Menos mal que le hice caso porque lo que pensaba nada más llegar a Madrid era darle una paliza y partirle la cara.

Esa misma noche llamé por teléfono a Nicolás y le conté la historia y me tranquilizo diciendo que eso no prosperaría jurídicamente hablando entre otras cosas, debido a que el padre de Margot era General de Aviación y que lo que tenía que hacer Margot era contárselo al padre inmediatamente y así lo hizo Margot pero el tema duro bastante tiempo.

Me llamaron de Asesoría Jurídica y el que llevaba el pliego de cargo era Mapeli, al cual conocía pues colaboraba con nosotros en las publicaciones gremiales tanto en Iberiavion como en Nuevas del Aire. Viendo el expediente no daba crédito a lo que había escrito aquel cabrón. Sus palabras fueron: “Quino, este es un facha que lo que quiere es demostrar que tu colaboras de alguna forma en alguna organización de izquierdas, así que se lo vamos a desmontar, poniendo una investigación del caso y eso durará años y no se podrá demostrar nada”. Le comenté lo de Margot y su padre y aunque él no llevaba esa parte, lo reclamó a un compañero que lo leyó y me dijo: “Quino ahora si que no tienes porque preocuparte, el padre de Margot es General y se está interesando por el asunto”.

Algo tuvo que pasar porque jamás coincidí de nuevo con ese HdP del comandante pero sí alguien, (que no recuerdo ahora) me dijo que estaba de instructor y que ya no volaba con programación.

En la amnistía del 77 recibimos una carta en la cual nos comunicaban que lo que teníamos pendiente en Asesoría Jurídica se había sobreseído.

Nicolás, Margot y yo...
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