El Castillo de Castilnovo

Una construcción que tuvo sus orígenes en una fortaleza árabe, que se atribuye a  Abd-al-Rahmán I en el siglo VIII. Después de muchas reformas a lo largo de su historia, hoy es sede de la Fundación Hispano-Mexicana Castilnovo y sus instalaciones se destinan, además que a fines culturales, a actividades hosteleras.

Ha sido reformado varias veces a lo largo de los siglos, siendo morada de los Reyes de Aragón, don Fernando y doña Leonor. Más tarde, Juan II se le entregó a su valido, Álvaro de Luna. Después de varias manos  fue adquirido por los Reyes Católicos, quienes, a su vez, le cedieron en dote a una sobrina. Ya en el siglo XIX perteneció a la rama católica de la familia Hohenzoller, y en 1856 pasó a manos de José Galofré, secretario de honor de la reina Isabel II.

El singular edifico ha sido objeto de las mas variadas reformas en función de  sus propietarios, como explica el director de la fundación, Jesús Casla. No nació como castillo, ya que en sus orígenes era una torre de avistamiento de las que construyeron los árabes en el siglo VIII. Al pasar por el lugar la Reconquista, que aquí estuvo paralizada durante mas de un siglo, en el siglo X, los cristianos acometen su ampliación hasta convertirle en castillo. Su estado actual poco recuerda a la época califal, debido a las múltiples modificaciones sufridas  a lo largo de la historia, que son responsables de la amalgama de estilos arquitectónicos que sobre la fortificación se superponen. Es una mezcla entre fortaleza y palacio, de planta cuadrada, en la cual destacan sus imponentes torres, tres prismáticas y otras tres cilíndricas, que pierden reciedumbre al estar adornadas de numerosos balcones y ventanales, algunos encuadrados con alfiz, ajimezados, con arcos de herradura, conopiales y apuntados. En él se puede ver mezcla de piedra de sillería, con ladrillos mudéjares y calicanto, todo ello rodeado de una densa vegetación que cubre una buena parte del edificio. Dentro del castillo existe un patio de armas.

Cuando la edificación estaba completamente abandonada, en 1.976, un grupo de empresarios mexicanos y españoles, crearon la Fundación Hispano-Mexicana para rehabilitarla e instalar en ella su sede.  Después de importantes labores, el 5 de abril de este año, Jueves Santo, abrió sus puertas con fines hoteleros.

La Fundación Hispano-Mexicana de Castilnovo tiene como objetivo social la defensa de los Hispano en el mundo desde la hermandad hispano-mexicana por medio de la organización de exposiciones, conferencias, coloquios y ediciones. En el castillo se encuentran  dos bibliotecas con mas de 50.000 volúmenes, así como museos de vírgenes de Guadalupe, pintura, artesanías, charrería, románico y taurino. El hotel restaurante dispone de magnificas instalaciones. Diecinueve amplias  habitaciones, algunas espectaculares, como la 101, con un cúpula de nueve metros de altura y que se la conoce como la del “Fantasma”, y salas de reuniones, auditórium, capilla, recinto ferial para mil personas. El complejo tiene una superficie de 5.00metros cuadrados.

Prácticamente todos los sábados se organizan manifestaciones culturales o festivas.

José Carlos Monsalve, diputado regional responsable  de Turismo y Relaciones Institucionales, nos enumera algunas de las razones que hay para visitar esta parte de la zona norte de la provincia, preparada especialmente para el disfrute del turismo rural, como son los pueblos de la zona, con arquitectura sorprendente, con una historia singular y una gastronomía muy atractiva. Y nos invita a visitar enclaves como Fuentidueña o Sacramenia.

En esta parte de la zona norte segoviana se asienta Sacramenia, que ya es nombrada en el año 934 en el voto de San Millán. Aquí son típicas las meriendas en las bodegas, durante todo el año, Sus laderas están llenas de bodegas,  abundan los mesones y merenderos, donde es obligado degustar las chuletas a la brasa y el cordero asado.

Hay que visitar sus iglesias de Santa Marina, Santa María y San Martín, así como las ermitas de Santa Ana y la de San Martín. Y atención  a sus vinos, que están buscando la concesión de una Denominación de Origen y donde hay que citar la bodega Zarraguilla, con un pequeño museo etnográfico incluido sobre la historia vitivinícola de la zona.

Y recorriendo esta zona norte de Segovia es visita obligada Fuentidueña, villa con larga y rica historia al estar asentada. Aquí se asentaron los vaceos,  celtas, arévacos, romanos, visigodos, judíos y árabes.

Gobernada por reyes y nobles sus piedras hablan de un pasado floreciente con al presencia de Alfonso VIII, Alfonso X el Sabio, Sancho IV y la familia Luna. Hay que recorrer sus calles y detenerse ante el edificio del ayuntamiento, que fue un antiguo palacio,  ante la casa de la Comunidad de Villa y Tierra, la capilla del Pilar hoy convertida en establecimiento hotelero,  y en lo alto la iglesia de San Miguel, las ruinas de San Martín rodeada de una necrópolis de 200 sepulturas donde se efectuaron enterramientos en el periodo comprendido entre los siglos X y XVII. Y su castillo, hoy de propiedad privada, sus murallas y su puente romano.