Muere Ariel Ramírez, el hombre que alegró la misa con música de charango

Logró plasmar como nadie en su música los sonidos de la tierra. Trovador incansable y uno de los principales compositores de la música folclórica, el argentino Ariel Ramírez pasará a la historia como el hombre que logró insuflarle a las usualmente algo tristes y solemnes misas católicas la alegría del charango con su "Misa Criolla".

Con música de Ariel Ramírez y letra de los sacerdotes Antonio Osvaldo Catena, Alejandro Mayol y Jesús Gabriel Segade, que adaptaron los textos litúrgicos, fue lanzada al mercado en 1965 en un disco que contó con las voces del grupo folclórico Los Fronterizos y el charango de Jaime Torres.

Su éxito fue inmediato: desde la Puna hasta Ushuaia, y desde América Latina hasta el otro lado del Atlántico, el mundo entero se rindió ante aquella misa que combinaba a la perfección ritmos autóctonos como el carnavalito o la chacarera reflejando siglos de tradición musical latinoamericana.

La primera gira con la misa pasó por países como Alemania y Holanda y terminó en Roma con una audición en Radio Vaticano.

Sonó en la Expo Sevilla 92 e incluso en lugares tan remotos como Japón, donde fue presentada en 1998 en el Suntory Hall de Tokio a sala llena.

Fue grabada por grandes artistas como la recientemente fallecida "voz de América", Mercedes Sosa y el tenor español José Carreras.

Sin embargo, Ramírez llegó a crear esta obra maestra de la música folclórica después de mucho andar (y estudiar).

Nacido el 4 de septiembre de 1921 en la provincia argentina de Santa Fe, tras estudiar piano en su ciudad natal y convertirse en maestro de escuela se radicó en la provincia de Córdoba, donde conoció a otro gran compositor del folclore, Atahualpa Yupanqui, quien lo instó a recorrer el norte argentino, rico en tradiciones musicales.

Viajó por las provincias de Jujuy, Salta y Tucumán. Vivió varios meses en Humahuaca, en Jujuy, y otro tanto en la provincia de Mendoza.

Su conocimiento de los distintos rincones del país quedó plasmado en innumerables composiciones como "Volveré siempre a San Juan" y las zambas "Santafesino de veras" y "El Paraná en una zamba".

A principios de los años 50 vivió durante cuatro años en Roma, estadía que aprovechó para ofrecer conciertos en varios lugares de Europa como las Universidades de Barcelona y Santander, en España,
El Ateneo de Madrid, la Academia de la Música en Viena o la BBC de Londres. Vivió asimismo durante un tiempo en Lima, capital del Perú. En 1955, ya radicado definitivamente en Argentina, creó la Compañía de Folclore Ariel Ramírez, con la que recorrió una vez más el país y el mundo.

Mantuvo asimismo una fructífera colaboración artística con el escritor e historiador argentino Félix Luna, con quien compuso obras antológicas del folclore argentino como "Cantata Sudamericana", "Los caudillos" y "Mujeres argentinas", grabada por Mercedes Sosa en un disco editado en 1969, en tiempos de la dictadura del general Juan Carlos Onganía (1966-1970).

Esta última incluyó temas convertidos hoy día en clásicos como "Juana Azurduy", sobre la luchadora por la independencia del Virreinato del Río de la Plata y "Alfonsina y el mar", basado en el suicidio de la poetisa argentina Alfonsina Storni, que, según algunas versiones, se internó lentamente en el mar.
"Por la blanda arena/Que lame el mar/Su pequeña huella/No vuelve más/Un sendero solo/De pena y silencio llegó/Hasta el agua profunda", rezaba la letra de Félix Luna, que logró subyugar a otros artistas como la peruana Tania Libertad o la griega Nana Mouskouri, que grabaron el tema.

En 2005, el diario argentino "Página 12" consignó que la gran soprano española Victoria de Los Angeles había sido enterrada -por expreso pedido suyo- con "Alfonsina y el mar" de fondo.

Ramírez actuó junto a artistas como Eduardo Falú, Mercedes Sosa, Jaime Torres y Zamba Quipildor y grupos de folclore como Los Chalchaleros y Los Fronterizos.

La escritora argentina María Elena Walsh le puso letra a su "Fray Bartlomé". Sus canciones fueron traducidas al inglés, italiano, francés, hebrero y otros idiomas y desde la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic) trabajó activamente por la defensa de los derechos del autor.

Compuso asimismo música para películas como "Martín Fierro" (1968), "El Santo de la Espada" (1970) y "Güemes, la tierra en armas" (1971), de Leopoldo Torre Nilson o "Los inundados", de Fernando Birri (1962). Desde hace algunos años sufría una enfermedad que le hizo perder la memoria.