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Se vacían las tiendas

Venezuela: sin harina, azúcar, papel higiénico... y sin vino de misa 

Un venezolano hace acopio de comida y papel higiénico en un supermercado en Caracas
Un venezolano hace acopio de comida y papel higiénico en un supermercado en Caracas

El desbarajuste de la economía venezolana ha vaciado las tiendas

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

El gobierno limita el precio de productos básicos para controlar la inflación HAY venezolanos que hacen trueques por Facebook y otros sobornan a algún empleado del supermercado para que les avise por sms cuando llegue la mercancía. A las tres de la tarde es cuando suele haber menos gente en las tiendas de Caracas.

Pero a esas horas, si lo que se busca es papel higiénico, azúcar o harina, la respuesta de los empleados suele ser tajante: "Se acabó". El papel de baño se ha convertido en el protagonista del desabastecimiento. Las peregrinaciones a la búsqueda de rollos es una imagen repetida y el gobierno de Nicolás Maduro se vio obligado a importar 50 millones de rollos para combatir la falta de este producto, que junto con el azúcar y la harina, que sirve para hacer arepas, el plato típico, son los que más escasean. La leche y el aceite para cocinar son otros de los alimentos que no se encuentran fácilmente en Venezuela. Esta semana, el arzobispo de Caracas lanzaba un SOS porque ya no hay ni vino de misa.

Las casas tienen las neveras vacías, las estanterías de los supers parecen un solar y las familias con varios adultos se reparten y así pueden ir a varios mercados para conseguir lo que necesitan. Se hace cualquier cosa para conseguir un producto. Por ejemplo, a través de Facebook, una mujer ofrecía cambiar harina de maíz precocido por papel higiénico. La alternativa es simplemente pagar los productos a precio de oro en el mercado negro.

Según el Banco Central de Venezuela, el índice de escasez subió al 21% en abril. Es decir, de cada cien bienes, no se encuentran 21, la cifra más alta desde que la entidad comenzó a hacer seguimiento en 2009. Los empleados de los supermercados se dividen entre los que ni se molestan en dar explicaciones y los que miran a los clientes con cara de estar pidiendo imposibles. Las largas colas de ciudadanos ofuscados por la escasez de carne, pollo, jabón, azúcar, harinas de maíz y trigo, margarina, arroz y el codiciado papel para el baño se multiplican por todo el país, amenazando con dañar aún más la imagen de un presidente cuyo mandato arrancó hace poco más de un mes.

Emisarios buscando alimentos. La comida, un asunto político

En Venezuela, la comida se ha convertido en un asunto político. Las penurias que sufren muchos venezolanos ha obligado al Gobierno a enviar emisarios a países como Colombia o Nicaragua para lograr alimentos. En mayo, Maduro hizo una gira por Argentina, Bolivia, Brasil y Uruguay en la que buscó "fortalecer la reserva alimentaria y de productos básicos a tres meses". La escalada de privaciones es tan grave que Maduro se ha reunido incluso con el multimillonario Lorenzo Mendoza, presidente de Alimentos Polar, la mayor empresa privada del país, que Chávez amenazó durante años con expropiar.

Puestos a repartir la miseria, ya no hay ni vino para consagrar.

Esta semana, autoridades de la Iglesia se quejaron de sus estrecheces con el vino de misa. El prelado de la conferencia Episcopal venezolana, Roberto Lucker, señaló que el problema comenzó cuando Bodegas Pomar notificó que ya no podría seguir suministrándole el vino necesario para la liturgia porque es difícil conseguir los ingredientes para producirlo. Lucker afirmó que Pomar es el único fabricante de vino en Venezuela y que "sustituirlo no es fácil", especialmente por los costos. "Tendríamos que importarlo, pero no tenemos los dólares para eso", explicó el arzobispo.

Aunque la escasez de gran variedad de productos básicos es un problema que viene de largo en Venezuela, que importa el 70% de sus alimentos, la brecha también está abierta con los repuestos de los vehículos o con algunos medicamentos. En esta cascada de limitaciones ya es difícil encontrar hasta Coca Cola. La mayor planta de la filial en Venezuela de la mexicana Coca-Cola FEMSA (KOF) suma casi dos semanas de huelgas, lo que ha provocado una caída en la producción de 3,5 millones de cajas.

El efecto de las compras nerviosas. Pero ¿qué pasa?

Muchos venezolanos se preguntan cómo es posible que esto esté pasando en un país que se autodenomina rico y cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo. Nicolás Maduro habla de acaparadores y especuladores, así como de empresarios afines a la oposición que le han declarado una "guerra económica". También reconoce que las compras nerviosas llevan a la sobredemanda. Y es que las amas de casa, cada vez que se topan con uno de los productos que saben que tal vez no vaya a haber el día que de verdad los necesiten, simplemente compran. Esta estrategia preventiva es lo que se ha dado en llamar compras nerviosas y en el caso del papel de baño ha llevado al gobierno a reforzar la oferta importando 39 millones de rollos más.

Pero la precariedad se explica realmente por los controles de precios y de cambio de divisas. Los controles hacen que muchos empresarios no estén estimulados a producir, incluso aunque intenten compensar las pérdidas con los productos de precio regulado con ganancias en otros artículos. Venezuela lleva años imponiendo límites de precio a ciertos productos básicos para tratar (con nulo éxito) de controlar la inflación, la más alta de Latinoamérica y una de las mayores del mundo. El Gobierno de Hugo Chávez impuso precios regulados para productos como los huevos, el azúcar, la leche, la harina, el pollo... o el papel higiénico.

Estos artículos bajo control gubernamental se ven sometidos intermitentemente al racionamiento o el acaparamiento. Las importaciones del Estado y las redes de distribución estatales, donde se asume con naturalidad las ventas con pérdidas, tratan de paliar el problema. En un país petrolero hasta la gasolina escasea. Sobre todo es difícil encontrar la de mayor octanaje en algunas estaciones de servicio del interior del país. Su precio es ridículo; con el equivalente a veinte céntimos de euros se puede llenar un depósito.

Fuente: Deia.com - concha lago - Sábado, 8 de Junio de 2013

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