Y aún más, en la situación actual, porque uno de los candidatos a la Casa Blanca es el que ya fue presidente, el notorio Donald Trump (DT), que es un auténtico “maverick”, que puede poner en peligro nuestra seguridad y nuestro bienestar. De aquí que no podamos seguir con distanciada indiferencia el desarrollo de unos discutidísimos comicios que nos afectan muy directamente a todos.
Antecedentes de las elecciones presidenciales
Joe Biden ha sido un buen presidente que durante 4 años ha regido los destinos de Estados Unidos con más aciertos que desaciertos -extensión, de las infraestructuras, control del paro, desarrollo económico, ampliación de la cobertura sanitaria, mejora las relaciones con Europa, potenciación de la OTAN y apoyo a Ucrania contra la agresión rusa…-, pero ha habido principalmente dos temas que lo han traído por la calle de la amargura: el alto grado de inflación que ha hecho disminuir el poder adquisitivo de la población y una inmigración descontrolada procedente de la América central y meridional. De aquí que su grado de aceptación no supere el 39%, frente al 53% que tenía cuando accedió a la presidencia.
Pese a ello, Biden insistió en presentarse a la reelección, a lo que tenía perfecto derecho y hubiera sido lo normal en otras circunstancias, pero tenía en su contra, no tanto su bajo índice de popularidad, como se avanzada edad de 81 añosy los lapsos mentales que sufre, como puso de manifiesto en su desastroso debate del 27 de junio. No es que Trump sea ningún guayabo a sus 78 años, pero tiene un mayor vigor físico y mental, y su figura creció además algunos puntos tras el intento de asesinato. Las malas lenguas dijeron que la bala había herido a Trump y matado a Biden, y todas las encuestas consideraron a aquél como claro ganador en las elecciones presidenciales. Su enfrentamiento no era un concurso de popularidad sino una posibilidad de designar al candidato menos malo. Un 63% de los electores estimaba que ambos candidatos eran vergonzosos. Aún así, Biden decidió mantener la candidatura para la que había sido preseleccionado por su partido.
Ante las desoladoras perspectivas de perder no solo la presidencia sino también las dos cámaras, se inició entre destacados dirigentes el Partido Demócrata (PD) una labor de zapa liderada por la expresidenta del Congreso e influyente “madrina”, Nancy Pelosi, los Obama y los Clinton, para convencer a Biden a que renuncian a su candidatura. Biden se defendió como gato panza arriba, pero al final se auto-sacrificó para salvar a su partido del desastre, dio un paso al lado y apoyó la candidatura de su vicepresidenta, Kamala Harris (KH).
Perspectivas tras el cambio de candidato demócrata
Uno de los graves problemas que planteaban un cambio de candidato a última hora, era que se abriera una lucha fratricida entre los aspirantes a suceder a Biden que destrozara al partido, pero la rápida designación de KH -respaldada de inmediato por los líderes que habían forzado el cambio, seguida de los demás dirigentes, pese a la escasa popularidad de ésta- zanjó la cuestión y, bien al contrario, se produjo un fenómeno unificador, seguido de una explosión de entusiasmo y esperanza. En cuestión de días, se llenaron de donaciones las arcas del PD y se volvieron sorprendentemente las tornas, de modo que la ventaja de DT se fue gradualmente reduciendo y las encuestas dan en la actualidad a KH una ligera ventaja del 48.3% frente al 46.6%. El que Harris llegara a superar en votos a Trump no garantizaría su victoria porque, conforme al peculiar y absurdo sistema electoral estadounidense, no son los ciudadanos los que eligen a su presidente, sino un Colegio electoral compuesto por 537 súper-electores, sistema que favorece a los republicanos. Se da además la circunstancia de que los dos grandes partidos suelen tener asegurada su victoria en determinados Estados federados y que siete de ellos -conocidos como “swinging States” o “Estados-bisagra”- deciden el triunfo final según se inclinen por uno u otro candidato. En Arizona, Carolina del Norte, Michigan, Pensilvania y Wiscosin, KH va por delante en las encuestas, mientras que en Georgia y Nevada, es DT quien lo hace.
La primera tarea de KH tras su nominación era la de designar su candidato a la vicepresidencia y se decantó por el gobernador de Minnesota, Tim Walsh, un político desconocido fuera de su Estado, que empezó a hacerse famoso tras su calificación de “raros” a los dirigentes republicanos, lo que se viralizó en las redes. Antiguo profesor de Geografía de Instituto en una pequeña ciudad y entrenador de su equipo de fútbol americano es el representante medio de un estadounidense, en contraste con las las habituales críticas dirigidas al PD de ser un partido liderado por las élites izquierdistas del país. Es un padre de familia de origen rural, socarrón y con sentido común, veterano de la Guardia Nacional, y amante de la caza y del deporte, que podría atraer por ello a muchos votantes, especialmente en los Estados-bisagra. Aunque el 22% de la población lo desconoce y el 39% no tiene opinión decidida sobre él, su designación ha caído bastante bien, no solo entre los electores demócratas, sino también entre el electorado independiente. Utilizando un lenguaje futbolístico, ha afirmado que “faltan 10 minutos y estamos perdiendo por un gol, pero tenemos el balón y estamos atacando. ¡Y menudo equipo tenemos!”. En fase de remontada, “nos toca ir a muerte, a presionar, a meternos hasta la cocina, pase a pase”. El entrenador olímpico de baloncesto, Steve Kerr, comentó que, tras el recuento de los votos, habría que decir a DT, a la manera del gran Stephen Curry, “! Buenas noches y a dormir!”.
Convención del Partido Demócrata en Chicago
En la última semana de agosto se celebró la Convención del PD, en la que todos los dirigentes del partido han formado una piña en torno a KH y mostrado una rotunda escenificación de unidad, sin acallar la pluralidad de sus voces, pues la han respaldado desde los Clinton y los Obama a Bernie Sanders, y desde Nancy Pelosi a Alexandria Ocasio-Cortez. En un ambiente de desbordado optimismo, el PD ha cambiado su estrategia y, aunque haya centrado el fuego graneado en la figura amenazadora de DT, lo ha hecho sin tremendismos y de forma irónica y jocosa, poniéndolo en ridículo. Bill Clinton lo calificó de “yo, me, mi conmigo” y pidió a los electores que no le contaran sus mentiras sino los yos de un hombre que solo se interesaba por sí mismo. Michelle Obama comentó irónicamente que quién le diría a Trump que el trabajo al que aspiraba podría ser uno de los empleos de negros que los inmigrantes arrebataban a éstos, y -más en serio- afirmó que la esperanza estaba de vuelta y que, si volvía, retornaría también el futuro y podríamos seguir progresando. No hay que mirar atrás -como hace DT- sino hacia adelante. “Lo mejor frente a un futuro incierto es que no logre paralizarnos ni enemistarnos. Hay que superar los demonios del miedo, la división y el odio, pues -, mientras éstos pervivan- se desvanecerán las ilusiones”. La popular presentadora Oprah Winfrey señaló -en relación con el desafortunado comentario del candidato republicano a la vicepresidencia, J.D.Vance de que los demócratas estaban dirigidos por mujeres que tenían gatos en vez de hijos-, que cuando, una casa se incendiaba, no preguntaban por la raza, la religión o el partido político de los propietarios, sino que trataban de salvarlos y, si resultaba que la casa pertenecía a una no mujer con gatos y sin hijos, trataríamos de salvar también al gato. La propia KH dijo que DT era un hombre poco serio, pero las consecuencias de llevarlo de nuevo a la Casa Blanca serían extremadamente serias. “Imagínense a un Trump sin freno y en cómo emplearía los inmensos poderes que otorga la presidencia de Estados Unidos; no para mejorar nuestras vidas, ni para fortalecer nuestra seguridad nacional, sino para servir al único cliente que ha tenido: él mismo”. La actriz Eva Longoria plasmó la esperanza demócrata en castellano con la consagración del lema de “Sí, podemos”. Juntos podemos hacerlo.
KH se preparó debidamente para la Convención. Centró sus posturas, abandonó sus tesis más progresistas -como la oposición al ” fracking” o el establecimiento de una cobertura sanitaria universal, que le habían hecho fracasar en las primarias a la dirección del PD-, y se presentó como una política pragmática, no apartándose de las líneas directrices de Biden. Se mantuvo en un planteamiento de generalidades sin entrar en propuestas concretas -especialmente en el ámbito económico-, pero no eludió pronunciarse sobre cuestiones controvertidas. Así, prometió impulsar una ley que garantizara el derecho al aborto en todo el país, y otra para blindar el derecho al voto de todos los ciudadanos, rebajar los impuestos a las clases medias, ampliar la desgravaciones fiscales por hijos, y asegurar las fronteras frente a la inmigración ilegal, se comprometió a seguir apoyando a Ucrania y a la OTAN -huyendo del aislacionismo que tienta a Trump-, y urgió la liberación de los rehenes y israelitas secuestrados por Hamas y un inmediato alto el fuego en Gaza. Finalmente, hizo un llamamiento institucional en pro de la unidad, al afirmar que, “con esta elección, nuestra nación tiene una oportunidad preciosa y fugaz de superar la amargura, el cinismo y las batallas divisivas del pasado; una oportunidad de trazar un nuevo camino hacia adelante, no como miembros de un partido o fracción, sino como estadounidenses […] Prometo ser una presidenta para todos los estadounidenses, una presidenta que nos una en torno nuestras más altas aspiraciones”.
Harris salió aclamada en un fin de fiesta inimaginable hace poco más de un mes. Según ha afirmado Fernando Vallespín en “El País”, “hemos asistido a un remake de organismo originario, con toda su carga de optimismo y emocionalidad positiva, aunque con una importante diferencia: ha rebrotado a pesar de las siniestras distorsiones, la oscuridad y la polarización que Trump introdujo en la política americana”. Como puede verse, pragmatismo vinculado a patriotismo cívico y utopismo pudoroso, combinado con una advertencia sobre lo que podría venir de un “amigo de los tiranos” -Putin, Yinping, Kim Jong-un o Maduro-. Para Máriam Martínez-Bascuñán, la Convención demócrata no ha vendido un programa político, sino una narrativa, esa que Michelle Obama hilvanó al hablar de KH como “la encarnación de las historias sobre Estados Unidos que nos contamos nosotros mismos”. La historia de la “mayoría de los estadounidenses que tratan de construir una vida mejor”.
Desconcierto de Trump
DT salió de la Convención republicana en Milwaukee convencido de que su regreso a la Casa Blanca sería un paseo triunfal y, de pronto, se encontró con que le habían cambiado el adversario y, de un duelo con un vejestorio decrépito, pasaba a enfrentarse con una nueva candidata joven y dinámica que despertaba ilusión y devolvía el entusiasmo a las decaídas filas demócratas, y que -desde el primer día de su designación- empezó a recuperar el terreno perdido y a situarse por delante de él en todos los sondeos, lo que lo ha dejado descolocado. Como no puede aceptar dejar de ser el centro de atención, ha multiplicado desde entonces sus intervenciones, pero sin que se le haya hecho excesivo caso y, durante muchos días, KH ha sido el foco de atención de los medios de comunicación, especialmente los televisivos. Un tanto desconcertado, DT ha recurrido a su táctica habitual de insultos barriobajeros para descalificar a su adversaria, llamándola “ignorante”, “lunática”, “radical de izquierdas”, “comunista”, “carcajeante”, “kamabla-bla-bla”, “negra de conveniencia”, “defensora de la pobreza y del fracaso en América”…La ha acusado de ser incapaz de dar entrevistas y de dialogar con los periodistas porque no confía en su nivel de inteligencia -¿cuándo va la camarada a contestar a las preguntas que se le hacen? se ha preguntado él-, pero no acaba de dar con la tecla para aniquilar a su rival y el recurso a su habitual matonismo descalificador no parece estar surtiendo efecto.
Pese a contar con el apoyo incondicional de las bases republicanas, no cabe decir lo mismo del “establishment” del “Grand Old Party”(GOP), al que ha ninguneado. Ninguno de los antiguos expresidentes o candidatos acudieron a Milwaukee, e incluso su exvicepresidente, Mike Pence, le han negado el apoyo, y además está recibiendo numeroso “fuego amigo”. Pesos pesados del republicanismo -como sus antiguos colaboradores, el Asesor para Seguridad Nacional, John Bolton, o el Fiscal General, Bill Barr- han afirmado que no está en condiciones de gobernar –“not fit for office”-, por su imprevisibilidad y su desconexión con la realidad. El excongresista del GOP, Adam Kinzinger, afirmó en la Convención de Chicago que DT era “un hombre débil que pretende ser fuerte, un hombre pequeño que pretende ser grande, un hombre sin fe que pretende ser justo, y un victimario que pretende hacerse la víctima”. La antigua secretaria de prensa republicana de la Casa Blanca, Stephanie Grisham, ha comentado que no tiene empatía, ni moral, ni fidelidad a la verdad. Unos 200 juristas republicanos dirigieron una carta a TV Fox News en la que pedían el apoyo a KH, porque DT era un peligro para la nación y su regreso amenazaría la democracia y socavaría el Estado de Derecho. En la carta publicada por “USA Today”, manifestaban que, pese a tener muchos desacuerdos ideológicos con Harris, la alternativa era simplemente insostenible. Otros cuatro años de liderazgo de DT perjudicarían a la gente real y cotidiana en casa, y debilitarían las sagradas instituciones estadounidenses. “En el extranjero, los movimientos democráticos se verán irremediablemente amenazados mientras Trump y su acólito J.D. Vance se obligan ante dictadores como Vladimir Putin y dan la espalda a nuestro aliados, lo que no podemos permitir”. Instaban a los patriotas republicanos, a los antiguos votantes del GOP conservadores y de centro derecha, y a los votantes independientes a que pusieran el amor a su país por encima de su partido y de su ideología y apoyaran a KH.
¿Puede Harris ganar las elecciones presidenciales a Trump?
Alicia Hagopian se ha preguntado en “The Independent” si KH podía derrotar a DT en las elecciones presidenciales y -según la información de las encuestas por ahora disponible- parece que, aunque difícil, es posible, ya que el voto del electorado independiente se está escorando hacia ella, especialmente en los Estados clave. Existe ahora un empate técnico y, aunque KH parece que obtendría más votos que DT, el sistema de elección por el Colegio Electoral favorece al GOP. Se ha abierto el recorrido de una apretada recta final hacia la presidencia y puede tener una influencia decisiva el debate de los dos candidatos previstos para el 10 de septiembre en la TV ABC News.
Según ha comentado David Ignatius en “The Washington Post”, DT teme el enfrentamiento televisivo con KH porque ésta es carismática y aparece encantadora y arrolladora en TV -cualidades que Trump creía tener en exclusiva-. “Las cámaras aman a Harris, que escandila con la cadencia de sus discursos y en la forma en que se presenta”. Los personajes ofrecerán el contraste de la alegría frente al miedo. Según Martínez- Bascuñán, entre una mujer hija de inmigrantes con una identidad calidoscópica y una biografía singular, que refleja las aspiraciones de la mayoría de los estadounidenses, y un hombre con una narrativa nativista centrada en la oposición casi metafísica de la ultraderecha actual con su miedo a una extinción blanca. La de KH es una historia en contrapunto que defiende la porosidad de las fronteras para mantener lo común, mientras que la de DT agita el espantajo de la ruptura de la frontera de género, etnia o nación para explicar la supuesta decadencia y el caos de Occidente.
Uno de los temas claves del debate será el del aborto, en el que DT se encuentra a la defensiva, por lo que orilló tratarlo durante la Convención del GOP. KH ya le ha preguntado por qué teme tanto a las mujeres y no confía en ellas. Trump se ha enorgullecido de que, bajo su mandato e inspiración, el Tribunal Supremo ha derogado la sentencia “Roe v/ Wade” que permitía el aborto en determinadas circunstancias, y manifestado que permitiría que los Estados federados impusieran prohibiciones draconianas de abortar si fuera reelegido, pues serían libres de hacer lo que decidieran. Su adjunto Vance dijo que DT aplicaría la hasta ahora inaplicada “Comnstock Act”, que prohíbe el aborto con carácter general. La senadora Elizabeth Warren ha afirmado que las mujeres norteamericanas no son estúpidas y no van a confiar el futuro de sus hijas y de sus nietas a dos hombres que se han jactado de bloquear el acceso de las mujeres al aborto en todo el país. “Un 30% de mujeres viven en Estados que prohíben el aborto y, con Trump, alcanzarán el 100%. La única manera de mantener el aborto será conseguir un Congreso de mayoría demócrata y a Harris como presidenta”. El optimismo del PD le ha llevado a aspirar no solo a que KH acceda la presidencia, sino también a que el partido triunfe en el Congreso y se mantenga en el Senado.
Muestra de la desconfianza de DT ha sido su oposición frontal a la propuesta de KH de que no se silencien durante el debate los micrófonos del candidato que no esté en el uso de la palabra, y su descalificación de la emisora ABC News, a la que ha acusado de estar alineada en contra de él y contar con un panel de “odiadores”. Ha dejado traslucir que podría no participar en un debate desigual y su chantaje ha tenido como consecuencia que KH no haya insistido en su razonable propuesta. En su debate con Biden, DT no dejaba de interrumpirlo, hasta que el presidente exasperado le espetó “shut-up, man” y déjame hablar. Dada la diarrea verbal de DT se lo pone fácil a KH, que debería darle cuerda para que él mismo se ahorque.
DT actúa por impulsos y no hace caso a nadie, incluidos sus asesores, que le han recomendado que centre sus intervenciones en temas de política en vez de en ataques personales. Ha explotado contra los que le dicen “Sir, please, stick to policy and not to personality”, y ha manifestado que no hace el menor caso a estos genios a los que se paga una fortuna y le están dando por todos lados –“they are knocking the hell out of me”-, cuando le dicen que no debe ser personal. Genio y figura, DT continuará con sus bravatas, insultos y descalificaciones personales, lo que favorecerá a KH. Según el asesor de ésta, Brian Fallon, los asesores de DT preferían que se silenciaran los micrófonos, porque no creían que éste pudiera mantener durante más de 90 minutos un diálogo a nivel presidencial, y serían audibles sus barriobajeros comentarios.
Las espadas están en alto como en el episodio entre don Quijote y el vizcaíno.
Segun ha señalado “El País” en un editorial, a solo 75 días de las elecciones, los demócratas han ocupado horas y horas en televisión con mensajes alrededor de las ideas de futuro, libertad, tolerancia y patriotismo, y dejado así claras las líneas de contraste con la campaña personal y revanchista de DT y de un GOP dividido, en el que la fidelidad ciega a un líder caótico es la única credencial válida par ser admitido. KH aceptó la nominación con la fórmula protocolaria de un impactante discurso, que fue una presentación de manual: una mujer, hija de inmigrantes, que conoce de primera mano las condiciones vitales asociadas al color de la piel en Estados Unidos, y una fiscal preocupada por la igualdad de oportunidades y los derechos fundamentales. “Harris logró transmitir esa idea indefinida de lo típicamente americano y salió revestida de la misma sensación de esperanza que consiguió Obama en 2008”.
Playa de Amposta, 30 de agosto de 2024
*José Antonio Yturriaga, Embajador de España, profesor de derecho diplomático de la UCM y miembro de la Academia Andaluza de la Historia.
(Enviado por José Antonio Sierra)