Con todos los antecedentes de más de 2 décadas acusaciones e investigaciones, fue acusado oficialmente de la Comisión de los delitos. El proceso tenía que haber tenido lugar en marzo de 2.020, pero la crisis del coronavirus lo retrasó; en tanto, Bibi adoptaba una de las políticas mundiales más restrictivas en relación con los confinamientos y las vacunas, esta política fue denunciada valientemente por numerosos ciudadanos israelíes.
Mientras el proceso penal seguía su curso, volvió a convertirse en primer ministro de Israel a la cabeza de un gobierno de coalición. El 29 de diciembre de 2.022, Bibi juró oficialmente el inicio de su 6.º mandato y una de las primeras medidas como presidente del Gobierno fue la de impulsar una nueva normativa que no solo impediría que fuera desplazado de la presidencia del Gobierno, sino que además le daba el control sobre los jueces, lo cual obtuvo con una votación de 63 a favor y 47 en contra en un parlamento de 120 escaños. La nueva ley otorgaría al Gobierno la mayoría en la institución que selecciona a los jueces en Israel.
La acción de Netanyahu aplastó las peticiones del presidente Isaac Herzog, en el sentido de detener ese proceso legislativo y llevar a cabo una reforma judicial digna de tal nombre, basada en el acuerdo de las distintas fuerzas políticas.
El proyecto del Gobierno de Netanyahu eliminaba la posibilidad de que el Tribunal Supremo anulara leyes y decisiones derivadas del Gobierno y permitía que la coalición volviera a legislar con una simple mayoría parlamentaria sobre proyectos de ley que ya habían sido declarados inadmisibles por los tribunales.
Entre los derechos que no podrían ser amparados por el Tribunal Supremo estarían los de igualdad, libertad de expresión, juicio debido, libertad religiosa y libertad de asociación; además, la ley entregaría al Gobierno el control de ocho de los nueve votos del Comité de Selección Judicial, incluido el del presidente del Tribunal Supremo.
Ante la acción de Netanyahu, el presidente de Israel afirmó que Israel estaba marchando hacia el abismo y que estaba al borde de un colapso constitucional y social. La legislación impulsada por Netanyahu abría camino para que pudiera escapar de la delicada situación legal en que se encontraba inmerso, ya que, por ejemplo, las apelaciones sobre cualquier posible condena serían decididas por jueces designados por su gobierno.
Las reacciones contra los cambios legales propuestos por Netanyahu no se hicieron esperar, los reservistas israelíes que decidieron no presentarse a los ejercicios militares en protesta por una reforma legal que, desde su punto de vista, ponía en peligro la misma existencia del Estado de Israel.
Esta situación de tensión ha ido transcurriendo en paralelo a una represión creciente de los palestinos en los territorios ocupados por Israel, para el 6 de agosto de 2.023, más de 200 palestinos han sido asesinados por las fuerzas israelíes o por colonos en los territorios ocupados, lo cual llevó a la ONU a afirmar que 2.023 llevaba camino de convertirse en el año más letal para los palestinos desde que había comenzado a llevarse cuenta de las muertes violentas sufridas por los mismos.
El 16 de agosto de 2.023, tropas israelíes en Cisjordania dieron muerte a tres palestinos que iban en un automóvil acusados de que iban a realizar un atentado. Apenas unas horas después, unos colonos israelíes dieron muerte a un palestino, un acto que llevó al ministro israelí a insistir en que la acción llevada a cabo por los colonos no podía ser calificada como atentado terrorista.
El mes de septiembre de 2.023, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas volvió a condenar el hecho de que Israel mantenga territorios ocupados que afectan no solo a los palestinos sino también a Siria, e insistió en la ilegalidad de la anexión de Jerusalén Oriental y de los Altos del Golán, además reafirmó la necesidad de cumplir con la creación de un Estado palestino. Aunque la prensa occidental silenció estas declaraciones, lo cierto es que dejaban en muy mala posición a Israel al recordar su incumplimiento sistemático de la legalidad internacional durante décadas y cómo incluso su incumplimiento había empeorado sensiblemente con Netanyahu.
La gota que rebozó la copa fue la concentración de centenares de judíos ortodoxos en las inmediaciones de la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén, considerado el tercer lugar más sagrado para el Islam, realizando allí acciones que fueron consideradas por los musulmanes como una humillante provocación. Las acciones de esos centenares de judíos coincidieron con las quejas de cristianos a los cuales habían escupido en varias ocasiones durante las mismas fechas, el gobierno de Israel presentaría sus excusas al Vaticano por este último episodio. Hamas en todo caso, decidió que las acciones de los judíos ortodoxos eran una ofensa que había que vengar.
Finalmente, Hamas desencadenó el sábado 7 de octubre de 2.023 una ofensiva por tierra, mar y aire sobre Israel.
La ofensiva partió de Gaza y por primera vez, Hamas No solo bombardeó territorio de Israel, sino que además penetró en él, causando bajas al ejército israelí y a la población civil y capturando a militares y civiles.
El éxito inicial de la ofensiva de Hamas provocó desde el principio enormes críticas en Israel, puesto que se supone que su servicio de inteligencia es considerado el segundo mejor del mundo y que su ejército se encuentra entre los cinco primeros, pero Israel ni previó ni detuvo la acción de lo que puede calificarse como de milicia o como de grupo terrorista, pero desde luego no como de ejército regular.
De otra parte, en la zona de Gaza existe el que posiblemente es el mayor sistema de control del mundo, pues ese sistema no solo cuenta con unidades de infantería, batallones de tanques y una importante presencia de aviación militar, sino que además dispone de puestos de observación con mecanismos de detección térmica, patrullas motorizadas puestos con guarniciones de observación, radar subterráneo, drones de reconocimiento, aviación de reconocimiento, patrullas motorizadas autónomas, un sistema de vallas que detectan cualquier movimiento por mínimo que sea y un sistema de varios niveles a prueba de bombas. En otras palabras, no existe la menor explicación lógica para el hecho de que Hamas pudiera burlar esos controles que han demostrado su eficacia en multitud de ocasiones, resulta muy difícil de explicar que la respuesta militar israelí no se articulara sino hasta seis o siete horas después del ataque de Hamas.
La Marina israelí sí actuó desde el principio, repeliendo los ataques de Hamas y como era de esperar, no tuvo problema alguno en conjurar el peligro con rapidez y eficacia.
La respuesta de Netanyahu fue anunciar que la situación era de guerra,
mientras la oposición llamaba a formar un gobierno de Unión Nacional.
En una de sus primeras declaraciones luego de los ataques, Netanyahu dijo que “Siempre supimos lo que era Hamás. Ahora todo el mundo lo sabe”, las preguntas que surgen de manera inmediata son: ¿por qué no cumplió su promesa de 2.009 y dio la orden de derrocar al Gobierno de Hamás y acabar con la base terrorista de Gaza? Si sabía qué es Hamás, ¿por qué pasó quince años financiando a Hamás, fortaleciendo a Hamás, convirtiendo a Hamás en un socio, una palanca estratégica, un activo rentable?
Al cabo de unas horas y tras desencadenar varios ataques sobre objetivos civiles en Gaza, Netanyahu realizó un llamamiento a la población civil palestina para que abandonara el lugar, ya que, según dijo, piensa reducir Gaza a un lugar desierto. Semejante abandono resulta en la práctica imposible en la medida en que Israel no recibiría a los refugiados y en el caso de Egipto implicaría centenares de miles de personas abandonadas en el desierto.
Internacionalmente las reacciones no se hicieron esperar, mientras en el Parlamento de Irán se gritaba Muerte a Israel, las naciones de la OTAN manifestaron su total apoyo a Israel y algunos políticos aprovecharon la situación para exigir un ataque contra Irán que es uno de los objetivos perseguidos por Netanyahu desde hace décadas.
Se descubrió que parte del armamento utilizado por los terroristas de Hamas formaba parte del proporcionado por la OTAN a Ucrania.
Turquía se distanció de la línea general de la OTAN al insistir en que había que evitar la escalada del conflicto.
Rusia y Egipto han pedido un alto el fuego con intervención internacional para salvaguardar la vida de los prisioneros y evitar un mayor derramamiento de sangre.
Al cabo de casi dos meses de confrontación, Netanyahu, al verse incapaz de liberar los rehenes, a pesar de las innumerables masacres contra el pueblo palestino, se vio obligado a conceder a regañadientes una tregua humanitaria, realizada a cuentagotas con un intercambio de prisioneros, lo cual permitió aliviar levemente las precarias condiciones de salubridad del agobiado pueblo palestino residente en Gaza, pero a partir del mes de diciembre de 2.013 la guerra, con nuevas masacres a los gazaties, vuelve a recrudecer con más ímpetu, luego de mutuas acusaciones de incumplimiento del cese al fuego tanto de Israel como de Hamas.
Israel, que en octubre había atacado al norte y ordenado a los gazaties desplazarse al sur, comenzó a arrasar el sur de Gaza y obliga al pueblo a desplazarse aún más al sur, o sea al desierto egipcio.
Van más de 16.000 palestinos asesinados hasta diciembre 4 de 2.023.
Finalmente, hay una noticia esperanzadora: el 4 de diciembre de 2.023 se toma la decisión de reanudar el juicio contra Netanyahu, el cual se hallaba suspendido desde el 7 de octubre, día de los ataques de Hamas.
Solo caben dos interpretaciones posibles:
La primera: Que Hamas procedió a atacar a Israel por sorpresa, logrando un éxito inicial en el ataque verdaderamente sin precedentes, dicha interpretación simplista obliga a aceptar la tesis de una enorme estupidez en ambos bandos. En el caso de Hamas, porque habría pensado que puede asestar una derrota a uno de los cinco primeros ejércitos del mundo, y en el caso de Israel porque a pesar de los inmensos mecanismos de control que rodean Gaza y de contar con el segundo servicio de inteligencia del mundo, así como disponer de una de las fuerzas armadas más poderosas del planeta, se dejó atrapar por una simple milicia, siendo incapaz de reaccionar, con la excepción de la Marina, durante al menos seis horas y de esa forma dejó desamparada a su pueblo ante la muerte, la destrucción y el cautiverio. Forzosamente habría que deducir que el Mossad y otros servicios de inteligencia y el ejército de Israel cuentan en sus filas con muchísimos más estúpidos e incompetentes de los que jamás hubiéramos podido pensar. No sorprende pues que semejante tesis haya sido rechazada dentro del propio Israel y que no pocos ciudadanos israelíes atribuyan ese fracaso innegablemente a la acción consciente de un Netanyahu del que desconfían y de quien se teme lo peor.
Aquí entra precisamente en juego la segunda posible interpretación:s que tanto la inteligencia como el ejército de Israel estaban totalmente al corriente de lo que se avecinaba y hubieran podido abortar la ofensiva de Hamas de manera inmediata, como de hecho hizo la Marina, pero prefirieron no reaccionar para dar lugar a una situación que resultara especialmente favorable para Netanyahu, pues le permitiría aglutinar a los ciudadanos en torno a su persona, olvidando las causas judiciales pendientes y, sobre todo, su proyecto de liquidar la independencia judicial, habría colocado un cierto sector de la opinión pública a su favor y le permitiría volver a esgrimir uno de esos objetivos confesos desde hace décadas que es ir a una guerra contra Irán, que precisamente en estos momentos ha roto el aislamiento internacional y vive una política de acercamiento con su gran adversario de la zona, Arabia Saudí.
Todo ello, además, tendría lugar cuando, hace apenas unos días, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas reiteró la ilegalidad de la ocupación territorial que mantiene Israel desde hace décadas.
El primer ministro que se ha jactado de su vasta experiencia política y de su sabiduría irreemplazable en asuntos de seguridad, fracasó completamente a la hora de identificar los peligros a los que él estaba conduciendo conscientemente a Israel cuando establecía un gobierno de anexión y desposesión, adoptó una política exterior que ignoró abiertamente la existencia y los derechos de los palestinos.
Cualquiera de las dos interpretaciones deja al descubierto la pavorosa realidad de que millares de inocentes de ambos bandos van a ser sacrificados en el altar de los intereses políticos.
Previsiblemente Israel se impondrá, pero el problema seguirá en pie, porque el asunto no sólo incluye el derecho de Israel a vivir en paz y tranquilidad, sino también el de los palestinos a tener su propio Estado.
Esas realidades no se pueden soslayar con las limosnas que Estados Unidos y Europa Occidental proporcionan a unos palestinos que no las necesitarían si pudieran tener un Estado propio, recuperar el control total de sus territorios y explotar sus propios recursos, pues para nadie es un secreto las grandes reservas petroleras y de gas de las costas de Gaza; inclusive se habla de un acuerdo secreto, según el cual Netanyahu y Biden ya han firmado para repartirse el fabuloso negocio, con la condición de expulsar a los gazaties de su territorio hacia Europa y África.
Nos guste o no, tenemos que aceptar que la agresión de Israel en 1.967 contra tres naciones árabes, una agresión que algunos de los protagonistas israelíes ya nos han contado que se debió no a una amenaza externa, sino al ansia de Israel de controlar la riqueza acuífera de Siria, entonces, en dicha agresión está en la raíz de este drama que no concluye, porque además hubo la ocupación de territorios que no formaban parte del Estado de Israel.
Tenemos que aceptar que el odio, la violencia y el resentimiento tienen un papel esencial la continuación de esa ocupación; La humillación y la violencia sufridas a diario por los palestinos, el respaldo a grupos como Hamas en un intento de dividirlos y las injusticias continuas que se traducen en expulsiones ilegales de viviendas, en usurpación de campos para entregarlos a los colonos israelíes y en actos de violencia carentes de justificación contra la población árabe.
Tenemos que aceptar que también forma parte de esa maraña de violencia el incumplimiento por parte de Israel de unos acuerdos de Oslo que pudieron abrir un camino a la paz, pero que fueron seguidos por la maligna acción de Israel, estableciendo más colonias en los territorios ocupados que nunca antes, imposibilitando así la creación de un Estado palestino, simplemente porque se le ha ido privando de manera continua y sistemática de territorio.
Tenemos que aceptar que ese proceso de violencia, sufrimiento y lágrimas que ha durado décadas y del cual Netanyahu tiene no poca responsabilidad, solo puede concluir mediante el fin de la ocupación israelí o mediante una espantosa limpieza étnica que acabe con los palestinos, dejando así de estorbar los sueños de gente como Netanyahu.
La única salida legal y moral sería una conferencia internacional que acabara de una vez por todas con la ocupación y también con la violencia que sufren ambas partes y que abriera el camino a dos estados independientes libres y soberanos, mientras no sea así, Hamas seguirá soñando con acabar con Israel y de otra parte, políticos israelíes como Netanyahu soñarán con arrastrarnos a más confrontaciones en Oriente Medio que pongan en peligro no solo la paz en la zona, sino en todo el planeta.
La terrible e ineludible lección de este conflicto es que la política exenta de moralidad puede permitir alcanzar victorias y éxitos, pero al final tiene siempre muy amargas consecuencias. Cuando se apoya a un grupo terrorista pensando así en debilitar al adversario o en poder gobernar.
Cuando se entregan armas a un gobierno inmensamente corrupto que luego las revende a grupos terroristas.
Cuando se piensa que de la siembra del odio surgirá la paz.
Cuando el respeto a los derechos humanos es geográfico, pero no real y universal.
Cuando se permite incluso que la propia población perezca para alterar la situación en favor político propio.
Cuando la política se reduce a un simple juego de poder sin consideraciones morales, y a pesar de esa flagrante inmoralidad, se esgrimen valores que son negados descaradamente por las propias acciones.
Cuando todo lo anterior sucede en todo o en parte, el resultado es la injusticia y la violencia, es el odio y la sangre, y es el sufrimiento indecible de inocentes a quienes la rueda de la inmoralidad en la política aplasta y tritura.
Esta es una lección que hay que recordar antes de que esa misma política, desprovista de moralidad, acabe precipitando al mundo
en una guerra mundial cuya devastación superaría con mucho la de las dos anteriores.
BIBLIOGRAFÍA
https://www.france24.com/es/medio-oriente/20230408-cien-dias-netanyahu-israel-caos-violencia
https://www.pagina12.com.ar/596279-hamas-y-ucrania-dos-conflictos-en-uno
https://www.infobae.com/america/mundo/2023/10/08/un-experto-antiterrorista-que-predijo-la-ofensiva-de-hamas-advirtio-de-una-posible-guerra-total/
https://jrmora.com/the-aspen-times-disculpa-vineta-dave-granlund/
https://lavozdelarabe.mx/2017/10/16/caricatura-y-politica-en-medio-oriente-2/
https://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=63521