Es muy tarde ya, y el Protocolo de Kioto no se cumplió y no sirvió para nada, así como la Cumbre de Paris sobre el “Cambio Climático”. Yo mismo lo advertía allá en el año 2004, cuando publiqué el primer volumen de mi trilogía sobre el “Cambio Climático”, publicada entonces por mi editor de “Entrelineas Editores”, a la que siguieron “Cambio climático. Los Supervivientes” (2006) y “Cambio Climático - El Retorno” (2008).
Ahora lo tenemos encima y podemos perecer antes de lo que imaginaba. Incluso puedo llegar a vivir, a mis 78 años, la tragedia irremisible que avancé allá por el año 2004, el tremendo final imaginado entonces, y que fue presentado entonces y de forma sucesiva por Manuel Toharia, Cristina Narbona (en el poder entonces), Jacob Petrus y Teresa Ribera
El “Cambio Climático” decía, es como una piragua en la que viajamos sobre un rio de aguas turbulentas. Si la piragua se balancea no pasa nada, pero si esas olas de calor aumentasen y se intensificaran y la piragua llegara a volcar, todos los habitantes del planeta moriríamos irremisiblemente a pesar de los aires acondicionados; y ya no serían los cincuenta los grados de la que habla Friedericke Otto, sino más de 28 grados más, lo que haría subir el nivel de los océanos hasta ochenta metros, por el deshielo polares casi repentinos.
Desaparecería poblaciones costeras, islas paradisiacas y cultivos milenarios, teniendo que escapar multitudes espantadas hasta mesetas superiores, 80 metros más altas al actual nivel de los mares.
Friedericke Otto, afirma que las olas de calor se intensifican y generan más en las cuencas del mar Mediterráneo. Dice también que a pesar de los 47º grados de Montoro (Córdoba) de este verano, nos libramos de lo peor, pues en Lytton, en la Columbia Británica, se registraron 49,6º grados este verano, mientras en Turquía y Grecia ardieron 100.000 hectáreas con temperaturas récord e inundaciones en gran parte de Europa y América del norte.
La idea para protegernos del “Cambio Climático” a la que se refiere este autor, sería situar a 30.000 metros de altitud unas sombrillas de 20 metros diámetro, que serían lanzadas por cohetes portadores a la manera de Saturno XV o de los cohetes que alcanzaron la Luna y Marte, solo que menos potentes y los por lo tanto menos costosos, pues tendrían que ser costeados y lanzados no solo por Europa y América, sino también por Rusia y las antiguas repúblicas soviéticas.
Esos parasoles o sombrillas despegarían plegadas, y se abrirían - controladas desde tierra -, hasta llegar a los 30.000 metros de altitud; allí se desplegarían y su sombra abarcaría por ejemplo todo Aragón ( Zaragoza, Huesca y Teruel), o media Extremadura; o gran parte de Castilla la Nueva, abarcando con su sombra diurna por ejemplo a Madrid, capital y su entorno poblacional, (Aranjuez, Chinchón, El Escorial y alto Guadarrama), con un descenso térmico de unos 20º grados centígrados, y el correspondiente alivió. Comenzaría a corren un viento fresco del aire removido que daría gusto.
Stephen Hawking, antes de morir hablaba de emigrar a otros exoplanetas semejantes a la tierra, de otro sistema solar, y algo más distante de su correspondiente sol.
Pero eso hoy por hoy es tarea engorrosa y difícil. Solo necesitamos tiempo para que los humanos, los científicos y los técnicos, tan resistentes a todo, ideemos la manera de poder sobrevivir.
Si (
No(
