Era evidente que no columbraba demasiado. Nada de esto adquiriría verdadero sentido si no se añadiera que Talleyrand sirvió a la Iglesia católica, a la Revolución Francesa, a Napoleón Bonaparte, a Luis XVIII, y a Luis Felipe I. Y no obstante, visto el personaje con distancia histórica, hay que convenir en que fue un gran hombre para Francia, a la que sirvió con éxito y prudencia. Napoleón no hizo caso a sus consejos y la historia se encargó de demostrar quién veía más allá.
Todo esto viene a cuento referido a la política exterior española y también, por qué no, a la europea. En excesivas ocasiones, se ha realizado una política totalmente contraria a los consejos del gran diplomático, es decir, se ha servido con excesiva sumisión a aliados dudosos y se ha convertido a contrincantes útiles en innecesarios enemigos. El asunto de las vacunas para la pandemia lo ha demostrado de forma indudable. Si este no es momento para la solidaridad internacional, --más entreentrañables amigos--, es difícil imaginar cuándo lo será. No olvidemos que está en juego muerte y ruina económica.En este ambiente, algunos periódicos de tirada nacional han coincididocasualmentepor segunda vez, en algo más de una década, en un curioso titular: algo así como “América, vuelve a ser la deantes”. Y la duda que surge es a quéantesse refieren:¿Al de Clinton, Bush, Obama, entre otros, con sus guerras en Yugoslavia, Irak, Libia, Siria, Yemen, Pakistán o Afganistán, o al de Ford y Carter, representantes de los únicos periodos presidenciales ausentes de guerras? Esperemos que no sea al de Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, que tan bien nos trataron a los españoles.
Enlazando esto con la despolitización del pueblo español, el asunto resulta preocupante. Si estamos despolitizados para lo nacional, no digamos para la política internacional. Cuando decimos despolitización no hablamos de votar o de no votar, sino de hablar con conocimiento de causa sobre los graves peligros que acechan mundialmente. Incluso un grandísimo porcentaje de políticos en servicio consideran que la política internacional es un asunto que no les atañe. Una actitud realmente provinciana. Incluso hubo partidos que en su equivocado democratismo entendían que la política era cosa municipal (arreglar calles). Imaginemos un transatlántico que se dirige hacia un iceberg, y que los viajeros, ante las voces de alarma, insistieran en las deficiencias de sus camarotes.
Afortunadamente están surgiendo pensadores que comienzan a alertar sobre el problema, entre ellos, el coronel Pedro Baños, experto en geoestrategia y con un discurso sorprendente que se sale de la mediocridad que nos asola. Hemos pasado delmás vale honra sin barcos que barcos sin honraal se puede sobrevivir sin barcos y sin honra, que para eso tenemos un primo. Y este no es un llamado a la guerra fría, sino todo lo contrario. Una cosa es pertenecer al entorno, y otra sustituir nuestros intereses por los del entorno. Por ejemplo, Marruecos es un país que se está rearmando, con una visión geopolítica muy superior a la de España, y muy consciente de que el estrecho de Gibraltar cobrará en el futuro aún más importancia de la que ya tiene ahora. Y mejor no hablar de Canarias, Ceuta, Melilla, Gibraltar y Sáhara, entregado no por propia voluntad, sino por presiones exteriores. Al respecto, la aclaración de Jonathan Hoffman sobre que EEUU se propone promover sus propios intereses es de agradecer por lo novedosa que resulta.
La cuestión es la de que nuestros aliados no lo son tanto y saben que somos pésimos negociadores, capaces de entregar industria, investigación e incluso estrategias de estado. Ello se une a un descenso inexorable de la UE que en unos años habrá pasado de representar un ya perdido 27% del pib mundial a un 9%. Ante tal panorama podemos imaginar la de codazos que va a haber. Pero no nos preocupemos, el Sr. Borrell sigue vigilando el mundo con su mirada aquilina
El Brexit es un asunto complejo que no se puede tratar superficialmente, pero parece que entre sus finalidades está la de recomponer el espacio anglófono, con comercio y políticas propias. ¿Qué nos impide a nosotros sacar la cabeza del agujero playero e indagar si se puede crear un espacio iberófono, --como proponen varios politólogos--, con 800 millones de seres.
El mundo se regionaliza, sí, pero mediante regiones mundiales –EE.UU, angloesfera, Europa, Asia-China, Asia-India, Rusia, Iberoamérica, esfera islámica (cuidado, no es prudente menospreciarla) – ; y sin embargo nosotros seguimos empeñados en una mini regionalización en la cual es imposible aplicar un política sanitaria racionalmente acorde. Y si se da un paso hacia el exterior es hacia el grupo de Visegrado, de lo cual nadie informa aclaratoriamente. Si es para equilibrar el peso de Alemania y de Francia, mal camino.
Mientras tanto, dando un salto a lo cultural, tenemos programas televisivos (mejor no decir cuáles, que ellos pueden mentir mientras que contra ellos no se puede decir ni una sola verdad) que parecen destinados a entontecer y degradar. Si fuera una estrategia extranjera programada, ni bordada. No debe ser cuestión baladí cuando cátedras de la Sorbona hace tiempo iniciaron estudios sobre el asunto. La verdad es que necesitamos de una prensa, de un pensamiento, verdaderamente independiente de estados y de capitales, que nos despierte de este letargo secular . Tampoco estaría mal que comenzáramos a leer a clásicos como Mckinder, Haussofer y a actuales como el mencionado coronel Pedro Baños. Es la única forma de comprender que el camarote carece de importancia si no se le relaciona con el buque completo.
Si (
No(
