Tras la terrible Pandemia y su desescalada el pueblo español es incapaz de elegir a la persona o personas capaces de sacarla de este atolladero, sencillamente porque la metodología para conseguirlo es la equivocada.
Podemos compararlo al caso de un familiar que se está poniendo grave por momentos y en lugar de llamar a un médico o a un hospital llamamos a un ingeniero de caminos. Ese es el caso y clavado.
Sobra el Congreso, sobra el Senado, sobra el Gobierno, sencillamente estorban, este país que se desangra necesita un equipo muy reducido y austero de buenos economistas con las manos libres, las conciencias lúcidas e independientes, que no pertenezcan a partido ni ideología política alguna. Todo lo que suene a esto último es veneno para el paciente.
Olvidemos la democracia, olvidemos los partidos, olvidemos las divisiones, olvidemos la buena voluntad y la ignorancia, olvidémonos de todo, salvemos al enfermo grave que está sufriendo, no llamemos a más ingenieros de caminos y sus asesores, llamemos y pronto a los médicos, a los Jiménez Díaz y Gregorio Marañón de turno. Si ahora equivocáramos esto tan simple en un plazo muy breve nos encontraremos con el muerto entre los brazos.