Carta a la prima Meritxell desde Extremadura

Sin duda el tema de la financiación del PP que mencionas es muy grave, pero no creo ahora debas distraer tu atención con eso porque ya está en manos de los jueces, al igual que ocurre con CiU y su célebre tres por ciento. Como la prensa viene estos días con prolijas explicaciones jurídicas, he aprendido mucho y me atrevo a contestar a todo lo que me cuentas sobre ese festival democrático que habéis montado.

Admites que vuestro referéndum era ilegal, pero no comprendes que se persiguiera y claro, yo me pregunto cuál sería tu reacción si se comete una ilegalidad contra tu propiedad. ¡Alma de cántaro! Pongamos que roban tu coche nuevo. ¿No te gustaría que alguien persiguiese a los ladrones? Y lo deseable sería que ese alguien fuese alguien más capacitado que tu vecina del cuarto, con buena voluntad, sí, pero incapaz de detenerlos y recuperar tu coche.

Tu ingenuidad y desconocimiento me resultan conmovedores. Parece que la política de Educación (es un decir) ha causado estragos en las nuevas generaciones catalanas. Y eso que tú no eres tan jovencita y que la cosa, según se dice por aquí, ha ido a peor en los últimos años. Se han preocupado tanto por adoctrinaros en el odio contra España, que se han olvidado de enseñaros conceptos básicos para la convivencia.

Me dices que lo vuestro no es un golpe de Estado porque no sois militares. ¿Ignoras que un golpe de Estado –es decir, una usurpación de poder llevada a cabo desde las propias instituciones públicas- puede ser civil? Eso es exactamente lo que han hecho vuestros dirigentes: Puigdemonio, Junqueras y Forcadell, desde la Generalidad y el Parlamento.

Parece que tampoco os han enseñado que cada uno de los integrantes de este trío tan dinámico debe su mandato a la Constitución Española. Pero chica, ¿no ves que no son más que unos representantes del Estado español en una comunidad autónoma? Comprendo que esto les parezca poca cosa para lo mucho que merecen pero, por ahora, tendrán que conformarse hasta que entre todos los españoles cambiemos nuestra Carta Magna y les regalemos su ínsula para que la gobiernen a su antojo.

Si todo esto fuera, como dices, un levantamiento del pueblo soberano ejerciendo sus derechos en contra del poder establecido y opresor, estaríamos hablando de una revolución. Eso es otra cosa, querida. Las revoluciones tienen un heroísmo, una épica, que yo no he visto en vuestras caceroladas ni en esas fiambreras con el escudo de la Generalidad en negro, como símbolo inequívoco de que estáis matando a Cataluña y su color.

¿Y qué decir de la diputada de ERC convenciendo al mundo de que los policías le habían roto los dedos, ¡de-uno-en-uno!, y que, para más inri, le habían levantado la camiseta para tocarle las tetas? Te habrá parecido la mismísima Agustina de Aragón quien, por cierto, era catalana de nacimiento, luchando heroicamente por España contra el ejército de Napoleón. Pues verás, estábamos todos en el pueblo maravillados con la Sanidad catalana cuando la vimos por televisión con la mano curada con solo vendarse la mano contraria a la averiada el día anterior. “¡Es un milagro de la Virgen de Montserrat!”, exclamó la tía Joaquinita santiguándose.

¿Podemos comparar a vuestros revolucionarios con los de la Revolución Francesa o la Norteamericana, con figuras de la talla de Lafayette, George Washington o Benjamin Franklin? Francamente, yo a vosotros os veo más en la línea de Rebelión en la granja, con la única diferencia de que, aunque todavía no habéis conseguido expulsar al amo, lleváis muchos años dominando a los borregos.

El cambio de Constitución para que os demos permiso para votar sin nuestro consentimiento, ha de seguir el cauce parlamentario y un referéndum posterior entre todos los españoles. Como en el Congreso de los Diputados no hay una Carme Forcadell, tan expeditiva, la tramitación es algo más complicada que la de vuestra Ley de Transitoriedad, pero tengo el presentimiento de que tanto Podemos como Pedro Sánchez están deseando echaros una mano en esta tarea.

Terminada la breve lección de Derecho Constitucional, permíteme pasar a la de Derecho Penal. En esa materia también trae el periódico lecciones magistrales que estaré encantada de compartir contigo. La primera, que llevo diciéndote desde hace tiempo, es que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. Para evitar disgustos mayores, conviene recordar que la policía no está entrenada para repartir amor –para eso ya os tenemos a ti y a los mozos de escuadra-, sino para hacer que se cumpla la ley y podamos vivir todos en paz y armonía en esta gran comunidad de vecinos que es España.

Me decías en tu carta que me tranquilizara, que me veías muy nerviosa. No, mujer. Aunque estoy triste con todo lo que está pasando, vivo y duermo muy tranquila, querida Meritxell. Mi ilegalidad más grave ha sido el exceso de velocidad cuando volvíamos de celebrar el cumpleaños del tío Pepe en Almendralejo, por la cual ya recibí la correspondiente carta de amor de la DGT a la que responderé puntualmente para evitar males mayores a mi bolsillo.

También están tranquilas, a juzgar por sus cotizaciones en bolsa, las grandes empresas catalanas y los bancos, tras poner pies en polvorosa. A este paso los catalanes seréis quienes tendréis que emigrar a otras zonas de España. A algunos os vendrá muy bien para comprender nuestro problema de despoblación por falta de oportunidades.

Cuando eso ocurra, no tengas miedo de volver a tus orígenes porque el capital votó con los pies en su referéndum particular y los señoritos de Barcelona se repartieron entre ellos los restos del naufragio abandonándote a tu suerte. Tú, tranquila. Ya sabes que esta finquita de tu prima Mari Cruz no da para muchas alegrías, pero podemos compartir la precaria cosecha. Los Pérez somos tan hospitalarios y generosos como lo fueron los catalanes cuando tus padres emigraron y a tus hijas les vendrá bien reforzar una lengua que hablan más de 500 millones de personas en el mundo.

Os veo algo nerviosos con la resaca de vuestra francachela. Nunca me he metido en política y no estoy familiarizada con las responsabilidades de una concejala, pero pensaba que te pagaban para solucionar los problemas de la gente y no para crearlos.

Parece que se avecina la hora del crujir de dientes. La cárcel, que es donde van a parar quienes cometen delito de sedición, debe ser un lugar bastante incómodo. Sería una pena que tus hijas tuvieran que llevarte allí la butifarra y el pan con tumaca porque el cartero, tarde o temprano, siempre llama a la puerta de quienes incumplimos, como me acaba de pasar con los cien euros que me reclama la DGT. Minucias que suceden con estas leyes que nos hemos dado entre todos.

Arréglate pronto esa uña desportillada por la brutalidad policial y recuerda que las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran.

Recibe un cariñoso abrazo y un sonoro ¡VIVA ESPAÑA! de tu prima,

Mari Cruz Pérez