29JUL17 – MADRID.- El diálogo es imposible con aquel que no quiere dialogar, es decir, con aquel que no quiere moverse un ápice de su posición, con aquel que utiliza el diálogo como un chantaje para obtener un precio inicuo. Esto lo decía con lucidez el filósofo Julián Marías, referido al terrorismo de ETA, y es lo que sucede ahora con el gobierno catalán de Puigdemont: o te avienes a mi requerido referéndum o no hay diálogo posible. El Estado de Derecho no puede claudicar de la Carta Magna, en pro de un contento ilegal.
En este clima, la oposición de Pedro Sánchez y de Podemos no ayudan, porque su odio visceral al PP, les hace no claudicar ni pactar en pro de la legalidad vigente. Hablar de “diálogo” es lo más cómodo para echar balones fuera. ¡Que pena de país, que no sepa pactar en lo más importante contra un depredador de la Ley de Leyes!
Cierto que estos lodos vienen de los polvos de pactar con separatistas, hasta el punto de dejarles la educación como manipuladora de la historia y la idiosincrasia. PP y PSOE lo hicieron en sus respectivos gobiernos y ya no digamos con el peor gobierno de la democracia española, el de Zapatero que, por un lado, excitó los sentimientos en contra de la racionalidad y nos trajo la lamentable ley de memoria histórica, y, por otro, dio alas al parlamento catalán que ha perdido el seny y rige el sinsentido.