Consistía su liturgia en limpiar cuidadosamente la fuente del pueblo y engalanarla luego con un gran arco de flores y ramas, quedando así preparada para el prodigio de “la flor del agua” que, según la mitología popular, se producía desde la medianoche hasta el primer rayo de sol. Era justo entre esas horas que el manantial brotaba cargado de propiedades mágicas bajo el poderoso influjo del solsticio de verano, cuando la Naturaleza alcanza el máximo vigor.
La gente madrugaba entonces a lavarse cara, brazos y piernas con dicha “flor del agua”, llevándola para casa como preciado talismán curativo de personas y animales, agua milagrosa que permanecía incorruptible por mucho tiempo que se guardase.
Ésta arraigada costumbre cayó en olvido, siendo Fresnedo de Rudagüera el primer pueblo de Cantabria que ha querido retomar tan evocador ritual: el 23 de junio “a la tardezuca”- entiéndase a las 22 horas- con el sol poniente.
A esa hora, los vecinos se dirigen al bebedero de La Juntana portando un enorme arco florido, cuyo peso sostienen tres hombres; detrás, un grupo de mujeres con tambor y panderos entonan diversos cantos alusivos al enrame de la fuente y a “la flor del agua”.
Una vez adornada La Juntana, se salpica a los presentes con una ramita mojada en el estanque, para después convidarlos a un refresco de vino dulce y bizcochos, mientras se suceden los cantares al pie del manantial. Ya oscurecido, todos se encaminan a encender la hoguera coronada por un muñeco de hierba seca que simboliza a San Juan.
Así, vuelven a ejecutarse los ritos milenarios del agua y del fuego por las alturas de Fresnedo de Rudagüera, atalaya de Cantabria.
Tradiciones
Los vecinos de Rudagüera, pequeño enclave constituido por los barrios de Fresnedo, Lloredo y San Pedro, del municipio de Alfoz de Lloredo, se han venido distinguiendo por la recuperación de viejas tradiciones como el Ramo a su patrona María Magdalena, el baile de picayos, las procesiones o las marzas.
El ritual del Ramo es una antigua costumbre montañesa, antaño muy difundida por el occidente de Cantabria, que consiste en llevar procesionalmente hasta el templo una engalanada ofrenda al Santo tutelar. De posible origen pagano, el cristianismo asimilaría tal ceremonia, ocupando un espacio relevante en las solemnidades religiosas de nuestras aldeas.
Pues bien, Rudagüera, hace unos años, ha rescatado para sí la pintoresca estampa del Ramo camino de la iglesia, precedido de las mujeres del lugar, que al compás de tambor y panderos, entonan alabanzas a su Patrona, María Magdalena. Visten todas a la usanza de las labradoras de finales del siglo diecinueve, sin olvidar los escapularios tan propios de las romerías de nuestros abuelos.
Un grupo de mozos han cantado, también, la bienvenida al mes de marzo, entonando lo más escogido del repertorio marceril: marzas romanceadas, sacramentos de amor, mandamientos floridos…
En esta labor de recuperación de tradiciones culturales han tenido un papel destacado los hombres y mujeres de Fresnedo, que han trabajado con rigor, tanto en la confección de las vestimentas, como en las letras y música de las canciones.