Asociación fantasma

El pasillo lo usábamos para jugar y por las calurosas noches de verano, las vecinas sacaban sus sillas de mimbre, el mate y en grupos de cinco o seis hablaban de cualquier cosa hasta que le entraba el sueño. Era bonito; algunos perros dormitaban y los niños más pequeños dormían plácidamente en brazos de la madre con un pezón en la boca. Las vecinas parecían olvidar que a las diez de la noche nos cortaban el suministro eléctrico aunque continuaban hablando acompañadas de la luz de la luna. Tampoco olvidaban que cada una estaba obligada a acudir con la familia a los numerosos actos religiosos que organizaba la iglesia y que controlaban algunas señoras que nunca habían trabajado, que tenían una buena situación económica y eran fanáticas de Dios. No nos permitían artefactos eléctricos y debíamos dejar entrar en nuestras casas a estas mujeres que se hacían llamar “visitadoras sociales” y que “revisaban y controlaban” la vida privada de quienes en esa Cité vivíamos.

En esos años escuché una frase que entonces no comprendí: “Les caerá una tempestad de mierda” como tampoco entendí porqué la pronunciaron ya que quién la dijo fue nada más y nada menos que el “señor cura” que era un vicioso degenerado y alcohólico, ex capellán de ejército que oficiaba de cura de la parroquia de Fátima, en Santiago de Chile.

Todo comenzó cuando estando solo en casa golpearon la puerta y al preguntar quién era, me respondieron:

-“Somos las visitadoras sociales”

-¿Qué quieren? Pregunté yo.

-¿Está tu mamá? Escuché y respondí:

- No, no está, estoy solo. –Una de ellas dijo;

-Abre la puerta vamos a revisar ya que algunas vecinas dicen que tienen artefactos eléctricos. Yo grité:

-¡Mi mamá no está y yo no abro la puerta a nadie.

Aquello fue el principio del fin de vivir allí. Iniciaron una desigual guerra contra nosotros; una mujer viuda y seis hijos. Fue entonces cuando el sinvergüenza del cura dijo la famosa frase.

Poco a poco nos fueron acosando, mintiendo a los vecinos, amenazándoles con quitarles la vivienda, no dar regalos a los niños en fin de año, negar la comunión y si alguien fallecía, negar la capilla donde los velaban si alguno se declaraba a favor nuestro.

Al final nos echaron, mi madre nunca me dijo nada pero yo creo que íntimamente, estaba orgullosa de mi forma de actuar.

¿Por qué lo recuerdo ahora? Porque se ha preparado una “tempestad de mierda” contra un partido político y en este caso las “visitadoras sociales” han sido las páginas de “El País”, un periódico que antes se vendía mucho y que la gente leía con seriedad; hoy mismo ya no. He visto personas en el Metro como avergonzadas leyendo El País. Esta publicación viene desde hace un tiempo insultando a Podemos, un partido nuevo con gente nueva y que hasta hoy, son honrados tal vez los únicos, con esta cualidad en todo el circo de partidos.

Dicen que mentir mucho provoca que al final, algunos terminen creyendo lo publicado y es verdad: esta gente del periódico -de la cual algunos se hacen llamar periodistas-, utiliza palabras hirientes y ofensivas; llevan tiempo hablando de derrotas, rompimiento, sectores quebrados, expulsiones, inexpertos, populistas, amenazadores, corrientes y pronta división, para referirse a este partido que obtuvo más de seis millones de votos. Después de esta venenosa campaña, surge un ente llamado Asociación de la Prensa de Madrid, gritando como una prostituta borracha y pidiendo las penas del infierno contra este partido y son hipócritas, falsos y se retratan así mismos. Alguien habla de pagos en dinero por debajo de la mesa, otros señalan prebendas en viajes y otros vicios y todo, solamente por insultar y mentir contra esta colectividad política formada por gente joven y honrada. Al tiempo, muchas opiniones se escuchan que han desprestigiado para siempre a esta “honesta” asociación que nunca antes se ha preocupado de acusar a nadie por mentir a través de un medio de comunicación.

Ser periodista no significa insultar, mentir o denigrar, no; ser periodista significa informar pero hacerlo honradamente. Esta asociación nunca ha dicho nada cuando los entrevistados por una radio de poco alcance y escasos oyentes que se hace llamar La kope y utilizan palabras ofensivas para referirse a un político que tiene una representación que le ha entregado una parte de la ciudadanía y despectivamente le llaman “El coleta”, “El chavista” “El populista” y otros adjetivos incalificables sin que la pequeña radioemisora diga absolutamente nada; eso tienen un nombre: se llama hipocresía. En otros casos y para referirse a gente de izquierdas hablan de “Rojos” “Castristas” “Izquierdosos” y “Extremistas” y la gran mayoría -y más ignorantes aun-, al referirse a los Estados Unidos de Norteamérica, se refieren a ellos como “los americanos” ignorando que no existe un país con el nombre de América.

Creo que si un partido veta a un medio de comunicación, lo primero es preguntarse el porqué. En Chile un periódico llamado “El Mercurio” que era y ha sido desde siempre una oficina lacaya de la CIA norteamericana además de un burdel para los ricos de aquel país y tambien un centro de golpistas, traidores y vendepatrias, fue una vez clausurado hace muchos años por faltar a la verdad y la venganza de este medio fue complotar y conspirar para el asesinato de un presidente. Así actúan algunos medios de comunicación, así preparan la “tempestad de mierda” intoxicando, mintiendo y amenazando.

Dijo un señor de nombre Rafael Hernando; ¡Aquí no estamos en Cuba ni en Venezuela no se puede amenazar a la prensa! Le faltó decir: ¡Aquí no estamos en China, Tibet, Corea del Norte, Marruecos, Moscu, Chechenia, y Turquía! donde diariamente asesinan periodistas. Tampoco dice nada sobre la venta de pisos de Protección oficial a una empresa norteamericana. Todo aquello que este señor quiere ignorar, aquellos a quienes tanto defiende han implantado dictaduras en las cuales no se puede opinar, salvo lo que diga el dictador pero eso, no lo dice, lo omite ya que arriesga un tirón de orejas de sus superiores en el partido o perder algún beneficio.

Estoy de acuerdo con Podemos, tiene todo el derecho del mundo a no dejarse pisotear. A vetar a los seudo periodistas, a no prestar ninguna declaración a quienes tergiversan a cambio de algunos euros.

Que sepan los ciudadanos cuales son los periódicos que mienten, los que se venden a los banqueros, a la derecha, a la iglesia y a los que gobiernan. ¿Cuantos trabajadores quisieron denunciar a cadenas de televisión en Valencia, en Madrid y otros lugares, avisando de corrupción, de gastos inflados, de programas ofensivos y de directivos corruptos? Nadie los apoyó. Quizás entonces la honrosa y fantasmal Asociación de la Prensa de Madrid, aun no había nacido.