Chévere mereció el premio nacional de Teatro “por su vertiente humorística y participativa, siempre conectada con la realidad social y económica”
Patricia de Lorenzo y Miguel Mira ponen en pie con gran arte a dos personajes de la década de los 80-90, Eva y Toño. Su buen saber hacer los hace realistas, aunque al decir de la obra no se trata de representar la realidad sino los recuerdos de aquella realidad. Cristina Iglesias hace de hija de 25 años en el papel de Alejandra, la joven directora de cine, recién licenciada en Barcelona. Su interpretación, impecable.
La obra se representa a medias entre castellano y gallego, traducido frente al espectador, lo que dota de un verismo mayor a la pieza teatral.
La interpretación de los dos actores principales resulta magistral. Patricia Lorenzo clava la imagen de una mujer que sigue con naturalidad las peticiones de actuar de su hija para la película, con los adecuados tics de timidez, ritmo entrecortado y resolución final. Algo similar cabe decir sobre Miguel de Lira con su espléndida voz aguardentosa.
Muy particular la presencia del abuelo silencioso, con Alzheimer, en su inexpresividad verbal, pero sí mínimamente gestual, así como el técnico en el control de sonido. Fidel Vázquez y Ricardo Lacámara son los actores.
“Eroski Paraiso” es una comedia con drama interior, donde el pasado se piensa y reflexiona a la luz del presente. Una obra bien interpretada.
Choca el nombre de Eroski, de resonancia vasca en vez de gallega lo que da lugar a una confusión de entrada (a menos que haya publicidad subliminal o patrocinio), máxime cuando se cuenta con la colaboración de la Xunta de Galicia. Hubiera sido mejor un nombre más neutro.
El paralelismo con Cinema Paraíso tampoco se escapa, por más que la antigua discoteca se llamara así.
Al final del espectáculo se corta la merluza que la protagonista ha cortado como pescateira.