La acción presenciada por diversas autoridades del sexo masculino, quienes pese a haber festejado públicamente la mal llamada broma, han debido apresurarse con diversas emulaciones de disculpas públicas, del mismo tipo de aquellas que fácilmente emiten los sicópatas que maltratan a sus compañeras de vida, en ocasiones, hasta la muerte.
Es inaceptable, que como refuerzo a la veracidad de sus peticiones de perdón, usen la manoseada frase: “yo tengo madre, hijas y nietas, por lo que no ha sido mi intención…” etc.” Ya sabemos que todos los malparidos tienen o han tenido madre; ya sabemos que los visitantes a prostíbulos tienen hermanas, tías, hijas, etc. ¿Pretenden con ese paréntesis, restar agravio a sus actos? Además, el representante de la entidad Roberto Fantuzzi, adosada a sus supuestas disculpas, agrega: “no es para tanto”. Para culminar, se pregunta: “¿Y en qué ofende esto a la mujer?”
Lamentable ha sido observar la complicidad de ciertos personajes, algunos propuestos para una renovación de la política nacional, con una reacción tan irresponsable de condescendencia, tal como hacer coro de carcajadas. ¿Cómo es que nadie frunció el ceño siquiera? ¿Tan arraigados están los malos modales en nuestra sociedad, que ya nadie los nota? No se trataba de un inocente “Club de Tobi” ni de una inmadura despedida de solteros. Aunque quisiéramos descartar, como suplican los cómplices, la intencionalidad de violencia de género, aún nos queda la amarga sensación de colapso social, especialmente por tratarse de una reunión pública, donde estaban presentes autoridades de gobierno, entre muchas otras del empresariado nacional. ¡Señores! (que caballeros no se puede decir) Un poco más de respeto por las generaciones en crecimiento, de quienes son los modelos obligados, tal como cada adulto debería serlo.
En cierta forma comprendo el contagio de la risa, así como a veces se ríe uno cuando ve caerse a alguien y luego se corre a asistirlo, pero ellos son personajes públicos y deben comportarse como tales. Por otro lado, el mensaje escrito en la muñeca, aunque a la vista de cualquiera encierra otra vulgaridad de alto calibre, ya no vale la pena quedarse a descifrarlo: “Para activar la economía”.
(*) Primavera Silva Monge es una escritora chilena, traductora de japonés, ex alumna del prestigioso Instituto Nacional de Santiago de Chile, artesana y socióloga por afición. Sus escritos los redacta referidos principalmente a los temas cotidianos imprimiéndoles una dosis de frescura y cercanía que hacen muy fácil su lectura y comprensión. Su género literario favorito es la novela y el relato o cuento corto.