De pronto saliste de escena perdiéndote y dejándonos confundidos por tantos días como son un mes entero. Reconozco que no había podido sacarte de mi cabeza, ya que más que mal, eres sangre de mi sangre… sin embargo, cuando se supo de ti, es más, al verte tan vigoroso y ajeno a los que de ti descendieron, me dije que mejor hubieras muerto que volver a hacer daño y poner en peligro a tu familia. Te vi ahí… entregado, embriagado en demasía como para entender mis pensamientos. Acudí a los requisitos perfectamente lícitos para arrancarte de raíz de mis dominios y asimismo e inmediatamente pensé hacer con tu descendencia que, para colmo, se transformó de la noche a la mañana, en una multitud… o me lo pareció del disgusto.
En pocos minutos, antes de usufructuar de otros recursos a mi alcance para deshacerme de ti, en medio de tu borrachera, te dejé reposando. Te cubrí a la vez que me impresionaba con tu porte y tu potencial para haber procreado la misma noche de tu primer encuentro íntimo con la innombrable.
Son ustedes unos descarados y, desde mi punto de vista, las patas les sobran. Ya ni sus rasgos ni sus herramientas de sobrevivencia me interesan. Sencillamente, lamento haberles dado la posibilidad de conocerse y más aún, haberlos albergado por todo este período.
Por causa de la alta ingesta del preciado líquido rojo, he sabido que estás debatiéndote entre la vida y la muerte… Pese a lo anterior, no logras conmoverme en absoluto. Te lo digo de todo corazón, aunque más adelante me produzca escozor lo que te digo y lo que has hecho en mi vida en tan corto tiempo: Más valía que nunca hubieses pisado siquiera este lugar altamente sagrado para mí que, desprotegido mi propio ser pensante, me mantuvo noche tras noche sin lograr conciliar el sueño, pensando en lo bien que estaba antes de tu llegada y también maldiciendo con fuerza el día en que me descuidé tanto como para que llegaras a establecerte en mis dominios.
Al escribir la presente, imagino que ya habrás muerto. Por lo pronto, tu recién creada familia fue erradicada de donde pretendiste establecerla. En absoluto me pesa la consciencia, que el temor y la impaciencia trastocaran gravemente. Mi cabeza poco a poco se despeja de este mal recuerdo, por lo que me he atrevido a venir a despedirme con estas palabras, que con agrado hubiese depositado en tu tumba: Es de esperar que entes como tú, jamás vuelvan a interrelacionarse con personas que tratan de vivir la vida limpiamente, con esfuerzo, con trabajo.
(Primavera Silva Monge, Santiago de Chile, a 13 días de agosto del año2016)