¿Quien aprieta el botón?

Veinticinco años antes lo había explicado magistralmente el Subsecretario permanente Sir Humphrey en Yes Minister, la magnífica serie de la BBC, cuando le explica a su Ministro de Exteriores porque tienen que estar en la Unión Europea: “Los funcionarios del Foreign Office somos al mismo tiempo pro y contra, necesitamos estar dentro para que no funcione, porque no podemos romperlo desde fuera” “Necesitamos que los europeos se peleen entre sí .Llevamos así quinientos años y nos ha ido bien. Eso se llama diplomacia “

Como bien señala el Ex Presidente del Parlamento Europeo no se pueden plantear preguntas sencillas en un referendo para resolver problemas complejos. Sería conveniente tomarse en serio la propuesta del profesor de Harvard Kenneth Rogoff de que la votación de cambio del statu quo en un referendo debería requerir una mayoría cualificada muy superior al 50 % de los votantes- en el caso británico ha sido un 36% del censo. El analista Andrés Ortega recuerda, que desde 1972 se han celebrado 58 referendos ligados a la UE, la mayor parte de ellos innecesarios, y algunos repetidos porque el resultado no fue el previsto.

Es bien sabido que para que se inicien los plazos para la salida efectiva- dos años ampliables- es necesaria la solicitud formal del Gobierno saliente. Pero ahora que todos han aprendido de Rajoy, ningún político británico parece tener prisa en apretar el botón, esperando poder negociar las mejores condiciones posibles antes de irse, a lo que los 27 restantes responden “ no negotiation without notification”.

A los dos días de conocerse el resultado John Cassidy en el New Yorker indicaba que posiblemente nadie lo apriete.

Cameron quiere alejarse de un asunto que le ha costado su carrera política y pasa la responsabilidad a su sucesor. El principal candidato a serlo, Boris Johnson, ha huido en menos de una semana traicionado por el Ministro de Justicia Michel Gove , su aliado y antes amigo de Cameron, mientras que Theresa May, la favorita de los Diputados “ Remain “ prefiere mirar a otro sitio y Nigel Farage, después de reconocer que muchas de las promesas eran retorica electoral , declara victoria y se retira de la línea de fuego, aunque, eso sí, mantiene su poltrona de eurodiputado..

Los efectos inmediatos del resultado, como la caída de la libra y de las bolsas, aún peores de lo que habían vaticinado los partidarios de permanecer en la UE, han metido el miedo en el cuerpo a muchos de “brexiteers” que de repente han enmudecido. El mismo miedo que tiene la City ante las incertidumbres para el futuro del sistema financiero basado en Londres.

EL Guardian , periódico emblemático del progresismo ,publicaba en su edición del 30 de junio, un artículo de Robert Hunter en el que señala que si el Parlamento voto que hubiera un referendo puede votar no hacer caso de los resultados, mientras que Philip Abbot dice que la decisión del Gobierno de notificar la salida sería ilegal y , en consecuencia, nula.

El analista económico más influyente de la prensa británica Martin Wolf recomendaba tres días después de Cassidy, en el FT, no hacer nada y recordaba la historia del condenado a muerte que pide al príncipe que retrase un año la ejecución de la sentencia porque en ese año enseñaría a hablar a su caballo. El Príncipe se lo concede y cuando sus compañeros le indican la imposibilidad de cumplir la promesa, responde: en un año me puedo morir o se puede morir al Príncipe, o incluso es posible que el caballo termine hablando.

Los que tienen o van a tener el poder para apretar el botón saben que muy posiblemente seguirán el camino de Cameron si lo aprietan, así que trataran de disolver las responsabilidades convocando incluso unas nuevas elecciones generales para distribuir las responsabilidades entre los nuevos ganando así el año que pedía el condenado.

Sir Humphrey se lo explicaría muy claramente al Ministro: es muy fácil: antes decíamos que estábamos dentro pero en realidad estábamos fuera, ahora decimos que estamos fuera pero en realidad estamos dentro. Eso se llama diplomacia.