Circunloquio de un emérito

Fui de la primera promoción de la Escuela Nacional de Hostelería de Madrid junto a 33 compañeros más y no puedo explicar ahora la cantidad de cosas que nos enseñaron sobre lo que podía significar llegar a ser un país receptor de turismo y las premisas que había que tener presentes para llegar a ser un líder mundial.  Entre ellas ya se nos habló de la importancia del medio ambiente y de adecuar y acomodar el territorio turístico a las necesidades de los turistas que iban a venir cada año.

Viene esto a cuento del “error histórico” que se está a punto de cometer, tanto en Canarias como en el Mediterráneo próximo a las costas españolas, con motivo de las prospecciones petrolíferas que nuestro Gobierno ha autorizado, para sonrojo y escarnio de la industria turística.

No voy a recurrir a lo fácil que sería explicar que, ¡como siempre!, España busca petróleo cuando según todos los indicios no se espera que sea el carburante del futuro y  abandona otras energías alternativas medioambientales de las que está sobrado el país;  incluso se permite perder su liderazgo frente a  otras naciones peor posicionadas.

Tampoco caeré en la tan manida teoría de que hasta se entendería que se realizaran las prospecciones si la obtención de petróleo nos llevara a que los españoles pagáramos la gasolina, en el futuro, a 0,20 euros el litro.

No mencionaré la falacia de justificar los “innumerables” puestos de trabajo que se crearían. Porque no son ciertos y, al contrario, serían más los puestos destruidos.

Ni siquiera diré a qué compañía petrolera beneficiará la obtención del crudo, ni que futuros ex-políticos van a formar parte de dicha compañía en su consejo de administración o asesoría en los años venideros (que se sabrá), así como las refinerías que habrá que construir, etcétera.

No pienso explicar lo que es un vertido de petróleo en el mar, ni lo que lo produce, ni qué es un “lavado de fondos” efectuado por un buque de transporte de crudo, aún a sabiendas de que navegan a una distancia de 50 kilómetros de nada de la costa, descritos en sus estándares de procedimiento.

Tan solo me atrevo a valorar:

1.- Las docenas de miles de puestos de trabajo que el turismo aporta al país.

2.- Los años transcurridos y las inversiones efectuadas para que en España el turismo se haya consolidado y posicionado a nivel mundial se ven ahora amenazados

por el posible daño que los vertidos acarrearán a las zonas de nuestro litoral de sol y playa.

3.- La ocasión la pintan calva para que los países competidores y receptores de turismo tomen la decisión de realizar una contra-propaganda, con objeto de mejorar su posicionamiento en la industria turística, en demérito de España. Y, por ende, de Canarias.

4.- ¿Acaso nuestra actual vida en España no ha sido posible sin el preciado carburante que ahora parece como imprescindible para nuestra supervivencia, a costa de “cargarse” lo conseguido gracias al turismo?

5.- El error histórico que se va a cometer, favorecido (¡toma ya!) por el propio ministro de Turismo. Un ministro al que no envidio en absoluto en cuanto a su dramática situación. Un ministro que no tiene los arrestos suficientes para dimitir de su cargo, avergonzado ante una decisión tan descabellada. Yo pienso que, independientemente del partido político al que pertenezca, ante unos razonamientos con tan espurios intereses y con los daños colaterales que conllevará, se debe estar en disposición de decir “no” al petróleo. Y, además, exponer públicamente los razonamientos que se supone que el ministro del ramo posee para enfrentarse a una decisión tan lesiva a los intereses generales de su país. Y de Canarias en particular.

Porque, señores, soy de los que piensan que los intereses del pueblo deben prevalecer ante las irreparables repercusiones posteriores que seguro llegarán.

Prometo, como persona que ha vivido del turismo durante los últimos 55 años, y ha vivido su historia, convertirme desde hoy en un militante-oponente a la prospección y extracción de petróleo, gas, u otros elementos que puedan no sólo afectar al turismo sino al medio ambiente y a la pesca de los mares que rodean España.

(*) Roberto Baños Villalba es director emérito de hotel y miembro de ASETHAN (Asociación Emérita de Turismo y Hostelería de Andalucía).