Tal y como ha reconocido su CEO, Michael O’Leary, la low cost irlandesa está tratando de aprender en este campo de su gran rival EasyJet. “Podemos aprender de todo lo que (EasyJet) ha hecho bien. Ellos lo están haciendo bien y nosotros estamos buscando nuevas bazas”, asegura.
Hasta ahora los clientes de Ryanair que querían cambiar su billete a un vuelo anterior o posterior debían comprar uno nuevo y pagar íntegramente su precio. Este, entre otros factores, le ha hecho perder cuota de negocio frente a sus competidores y le ha llevado a revisar a la baja sus beneficios dos veces en apenas dos meses.
El lanzamiento de las tarifas flexibles, “un producto específicamente diseñado para pasajeros de negocios”, según O’Leary, es el último eslabón de una serie de mejoras que está llevando a cabo Ryanair para acabar con su mala imagen y ‘reconciliarse’ con los pasajeros. Entre los cambios más destacados se encuentran la posibilidad de llevar un segundo bulto de mano sin coste, el abaratamiento del recargo por maleta o por reimpresión de la tarjeta de embarque y los “vuelos silencios” a primera y última hora del día.