Nuestros barrios fueron intervenidos para dar lugar a las enormes excavaciones por las que circularía ese maravilloso nuevo medio de transporte.
Llevar a cabo su construcción traería consecuencias positivas y negativas. Muchos comercios se vieron perjudicados por el desvío del tránsito, y por ende del flujo de transeúntes, eso afectó notoriamente a sus clientelas. Angostas veredas transitorias nos permitían avanzar de una cuadra a otra. Pero, por otra parte, esas mega construcciones absorbieron una gran mano de obra.
En el colegio desde la ventana de la sala de clases veía como perforaban la tierra para construir la Línea 1. Desde la puerta de mi casa veía como hacían la Línea 2.
En su momento vino a contribuir con una alicaída locomoción pública, que ya no daba para más.
Por las mañanas perder una micro, te dejaba en la incertidumbre de no perder la próxima en 10 ó 20 minutos más. Madres con hijos incluso en la pisadera de esas atestadas micros, las que hacían sus trayectos con las puertas abiertas para aceptar a un mayor número de pasajeros. Quedar dentro de la pisadera ya era un logro. Porque muchas veces iban personas por fuera de la línea de la puerta.
Creo que es el mayor adelanto del que fui testigo en mi adolescencia.
Una simple y real historia para compartir con nuestros nietos.
Si (
No(
