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La localidad cántabra de Casar de Periedo, cuna de artesanos de la madera.
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La localidad cántabra de Casar de Periedo, cuna de artesanos de la madera.

domingo 18 de abril de 2021, 19:54h

17ABR21 - CASAR DE PERIEDO.- La localidad cántabra de Casar de Periedo ha sido cuna de buenos y acreditados trabajadores de la madera, una profesión que hoy en día ha desaparecido de esta localidad cántabra perteneciente al municipio de Cabezón de la Sal.

La localidad cántabra de Casar de Periedo, cuna de artesanos de la madera.

Su tradición artesanal queda acreditada en el Catastro del Marqués de la Ensena, que ya en 1.753, habla que los carpinteros estaban agrupados en una escuela de alta calidad. La Congregación de Maestros Artesanos o “Escuela de Casar” estaba especializada en la fabricación de muebles, bancos, construcción y reparación de retablos, y en la producción de arcas, y enseñaba, también, labores de carpintería, pintura y decoración.

Arcas construidas en Casar pueden verse en el Museo Etnográfico de Cantabria, en Muriedas, y en la Casona de Tudanca, con su sello impreso de dos emes invertidas una a la otra.

Aquella escuela estuvo dirigida por Eduardo Fernández y de ella salieron dos maestros en el arte de construir retablos, los hermanos Olegario y Pascual Fernández. Precisamente, este último falleció al desplomarse, mientras se colocaba, el retablo de la Virgen del Rosario en la iglesia parroquial de San Lorenzo, en su pueblo.

El templo de San Lorenzo de Casar de Periedo, data del siglo XVI, aunque fue ampliado en el XVII. Consta de un ábside, crucero, nave de dos tramos y torre. Custodia cuatro retablos del siglo XVIII. En ella reposan los restos del violinista lebaniego Jesús de Monasterio.

Casar, barrio entonces de Periedo, ya destacaba en el siglo XVII por la presencia de artistas y artesanos de la madera, encontrándose entre ellos un grupo de escultores, doradores, pintores y entabladores.

De ello deja constancia el Catastro del Marqués de la Ensenada, si bien muchos de ellos compaginaba el trabajo en el taller con las labores del campo. En el siglo XVIII ya eran famosos por su calidad los talleres de muebles de Casar de Periedo.

Juan Díaz de la Iglesia destacó como maestro ensamblador. En 1.662 éste artista obtuvo en subasta la construcción de relicario y del tabernáculo de la iglesia de Novales ante los mejores maestros escultores del momento. Y después cedió a su hermano Francisco Díaz de la Iglesia la parte escultórica del tabernáculo.

Varios años después, Juan vuelve a trabajar a Novales para rematar la capilla mayor de la iglesia. La autoría de esta obra se deduce del hecho de que en 1.658, a causa de unas deudas contraídas, se le embargan ciertas figuras de la iglesia de Novales. En 1.664 la parroquia de Ibio le paga 40 reales por la factura del Santo Cristo de dicha iglesia.

Francisco Díaz de la Iglesia, vecino de Casar y de la misma familia que Juan, recibe en 1.593 del Concejo de Ibio la paga por la realización de la imagen de San Roque. En 1.606 se encarga de labrar la imagen de San Marcos para esa misma iglesia y, también, hace la de San Benito para la parroquia de Barcenaciones, cobrando la cantidad de seis ducados, según consta en el Libro de Fábrica.

Pedro Díaz de la Iglesia destaca como maestro dorador. Fue el encargado de dorar la imagen de San Marcos de la iglesia de Ibio. También recibió 12 ducados por dorar, estofar y gravar la imagen de San Benito. En esta ocasión se le cita como Pedro de la Iglesia. En 1.634 firma el contrato para dorar el retablo mayor del Convento de San Francisco de Nuestra Señora del Soto (Iruz).

Otro escultor nacido en Casar de Periedo en el siglo XVIII fue Santiago Díaz, que en 1726 actuó como tasador del retablo de Nuestra Señora de la Soledad, en la iglesia de Novales, que habían construido los maestros de la Escuela de Casar.

Hubo en el pueblo otro taller de escultura dirigido por Domingo Díaz Fernandez y que contaba con seis oficiales escultores. Uno de sus hijos, Agustín Fernández (había costumbre de omitir, a veces, el primer apellido), nacido hacia 1.732, destacó como maestro de arquitectura, tallista y escultor. Fue el responsable del retablo mayor de la iglesia de Coo, cobrando 2.000 reales.

Varios miembros de la familia destacaron como escultores, como su cuñado Alejandro Gutiérrez de Bustamante y Diego Díaz Fernandez, avecindado en el Concejo de Periedo. A ellos se deben los retablos de distintas iglesias del entorno y de otros puntos de la provincia como La Población de Yuso.

Francisco Díaz Fernandez, vecino de Casar, en 1.703 construye el retablo de la iglesia parroquial de Santa Eulalia de Oruña, en el valle de Piélagos y colabora en el de San Bartolomé, en Ontoria. Este retablo tuvo que ser desmantelado en los años 60 por haber sido pasto de las termitas.

En el Santuario de Virgen de la Peña hay trabajos de dorado y las andas de la Virgen que fueron hechas por artistas de Periedo.

Domingo de la Iglesia, Francisco Gómez Rubín, Yoseph Gutierrez de la Reguera y Antonio Fernandez del Rivero destacaron como maestros pintores y doradores. Todos estos maestros formaron un equipo artístico cultural, haciendo que su nombre fuera conocido y reconocida su profesionalidad dentro y fuera del valle, según refleja el profesor José Luis de Cos, muy vinculado a la pedanía de Casar de Periedo.

La importancia que tuvieron estos profesionales queda reflejado en el “Diccionario Geográfico Universal”, que en 1.795 publica en Madrid Antonio Vegas y que dice: “En la provincia de Burgos, Partido de Laredo, en el Valle de Cabezón de la Sal, hay un lugar de Realengo que llaman Casar de Periedo”.

La iglesia de San Martín de Tours, de Cigüenza (Alfoz de Lloredo), construida a mediados del siglo XVIII, cuenta con 3 retablos, que fueron construidos por artesanos de Casar de Periedo. Aunque no hemos encontrado documentos que testifiquen la autoría, la tradición popular ubica a sus artices en Casar .

Además de estos profesionales abundaban los artesanos domésticos de la madera. Era muy normal, hasta los años 60, encontrarnos en muchas casas, incluso en los pasillos de la propias entradas, un banco de carpinteros con sus herramientas correspondientes.

A principios del siglo XX, los carpinteros comenzaron a salir para realizar tareas profesionales en las minas de Udías, Novales e, incluso, en tierras asturianas, como relató Manuel González “Neculo”, uno de estos últimos.

De los últimos artesanos fue el carpintero artesano Francisco Illerías, nacido a últimos de 1.800, cuya labor continuó su hija, María, a quien se la recuerda puliendo y abrillantado los muebles, que había elaborado su progenitor.

Se recuerda a Nicolás García en cuyo negocio continuaron sus descendientes con una fábrica, Muebles Garza, que llegó a tener una treintena de trabajadores.

En la afamada feria de la Alubia y la Hortaliza, que se celebra en Casar el tercer fin de semana de noviembre, se deja constancia de esta tradición artesana, por medio de Daniel Mijares, carpintero que expone sus herramientas y diversos trabajos, así como Che Salmones y Faustino Dosal, que, también, dejan ver al numeroso público sus tallas.

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