He seguido la huella de algunas personas, de aquellas que, por ejemplo, se levantan temprano con esa actitud de “no me interrumpan el paso”, pues tienen que hacer…. ¿Qué cosa? Ejercer su esclavitud del tiempo, del clima, del noticiero, de la belleza, de las novedades en el celular… ¿Y su vida? ¿Qué hay de nuevo? ¿Para qué vive su vida? Si desglosamos sus intereses:
Levantarse temprano en virtud del tiempo: Una práctica muy saludable. El tiempo alcanza para más horas en perderlo, menos gente con la que cruzarse, ya sea dentro de la casa o fuera, en el metro o cualquier otra locomoción. Si se observa lo hecho en esas dos horas, no es gran cosa la que se logró. Bañarse, desayunar, ver la tele, ver el celular, irse.
El programa del clima: ¿Para ver si se va al taller u oficina con paraguas o con traje de baño? ¿Para ver cuál de los cientos de trajes se acomoda más para el día que fluctuará entre los 14 y 35 grados? ¿Para saber si se viste de blanco o de negro? ¿Para qué?
El noticiero: Las mismas noticias de la noche anterior, excepto que haya muerto alguien que las nuevas generaciones ni conocieron, que sus pares, más que lamento, sienten temor por la próxima visita de la pelá, la parca, el Joe Black o como le llamen a la muerte para no asustarse. También resulta llamativo que alguien que estaba arriba haya bajado de un paraguazo, especialmente si ha sido humillado. Los hechos de sangre manchan adecuadamente la mañana, cual arrebol humano, de rojizo tono para comenzar el día.
La belleza: ¿Para quién es la belleza a la que se aspira a diario? Para otros. Siendo así, los “otros” deberían acudir a nuestra casa a maquillarnos, tatuarnos o “siliconearnos” para hacernos ver supuestamente mejor, más tiempo propio.
El celular: La vida no parece vida si no ha llegado por lo menos un emoticón en tu día naciente. La fotografía de un exquisito y por lo general venenoso plato de comida, las gracias de alguna mascota (mientras sean de otros, ya que si lo hace la propia deja de ser gracioso) un video pornográfico, el meme de la semana repetido por séptima vez, las maravillosas e inigualables cadenas, más la abundante publicidad del “compra commmmpra cooooompra…” ¡Un paraíso de comunicaciones al alcance de la mano!
Ya que tanta gente ha dejado atrás la religión y otros que ni siquiera llegaron a saber lo que se siente al creer en algo noble y mágico, quizás se debería insistir en que la gente crea en la reencarnación. Nada de infiernos ni paraísos, sino vida eterna traducida en respirar mediante diferentes cuerpos, de distinto género, talentos, nacionalidades, razas, etc. Simplemente instar a vivir el día a día, bien o mal, pero vivir. Quizás, al dejar de pensar que “la vida es corta y una sola” la gente dejaría de ser tan descarada y malvada. Al creerse que nuestra actual vida es la única vida, se siente impotencia desde niño, porque quizás cuando sea grande no va a haber Mundo como el que viven los jóvenes. Sin embargo, los adolescentes tampoco están satisfechos con su era y quieren ser mayores, para no tener que aceptar órdenes de los padres ni tener que pedir permiso para nada, según creen. Porque ser mayor de edad les sugiere poder hacer todo lo que hacen los adultos y que parece tan divertido. Adelantarse es el asunto, antes de que pase algo y no haber podido aprovechar de “vivir” la vida sin licor, sin sexo, sin dinero y sin salidas, que desde el punto de vista de los jóvenes, es lo que los diferencia de los adultos. Hoy, tal diferencia ya no existe y tampoco se siente que los adolescentes sean tan felices como creían que podían serlo, porque sin darse cuenta pasaron al tramo siguiente, siendo adultos antes de tiempo, según sus intensos deseos desde niños: La adultez como un fin. Algunos quisieron o tuvieron que ponerse a ganar dinero antes que aprender cosas nuevas que los reforzara para crecer bien, ya sea en una academia o con los padres. Pero varios, entre otras frustraciones, quedaron embarazados y con la linda juventud embargada. Otros se volvieron enfermos sin que nadie pudiera seguir orientándolos acerca de la verdadera nutrición y otras cosas domésticas. Es que se independizaron. ¿De qué? De la ayuda desinteresada.
En un mundo lleno de “comunicaciones”, lo que menos se hace hoy es comunicar la verdad, transmitir lo aprendido, compartir hechos o situaciones que otorguen placer saludable. La gente no se ve feliz. Se vive más, para sufrir más, porque se espera inútilmente que llegue el día de mañana, que nunca llegará, porque mañana será el nuevo hoy y nunca se estará ni de pasada en aquel futuro. La gente vive apurada sin saber para qué, ni para dónde va con sus bienes, con su cuerpo, con su conocimiento. La gente vive aún si querer, porque tiene miedo de perder ésta, que creen es la única jugada. Los que cometen errores, se sienten condenados y no hacen nada para mejorar en el resto de la vida o para el próximo turno, en otro cuerpo o morada, que es lo prometido para los que creen y aunque no creyeran, es lo lógico, después de tanta maravilla, después de haber nacido y disfrutar del Mundo y nuestros talentos, mejorándolos, perfeccionándolos, sino… ¿Para qué tanto alboroto con la famosa vida?
¿Y tú? ¿Para dónde vas tan apurado? ¿A ponerte silicona en el cuerpo, pintarlo con tinta que traspase generaciones, a ganar dinero que no llevarás a ningún lado, a tener miedo, a esconderte o envidiar a quienes lo han hecho mejor que tú… o a vivir tu día de la mejor forma posible y compartir lo bueno con tus semejantes?
(*) Primavera Silva Monge es una escritora chilena, traductora de japonés, ex alumna del prestigioso Instituto Nacional de Santiago de Chile, artesana y socióloga por afición. Sus escritos los redacta referidos principalmente a los temas cotidianos imprimiéndoles una dosis de frescura y cercanía que hacen muy fácil su lectura y comprensión. Su género literario favorito es la novela y el relato o cuento corto.