No existen vuelos directos desde España a Vietnam, por lo que se hace necesaria una conexión, bien en Europa o en la Península Arábiga. A Hanói se llega tras casi 17 horas de vuelo y sin engorrosos tramites administrativos en el aeropuerto y lo primero que percibimos al salir al exterior es una concentración de humedad que hace aflorar una exudación constante que no desaparece durante los días de estancia. En cuanto nos adentramos por la ciudad, que tiene más de 6 millones de habitantes, empezamos a sentir el bullicio y ajetreo de la Capital. Muchos vehículos circulan por sus calles, pero la palma se la llevan las motocicletas. Miles y miles de ellas sortean a los peatones y coches, en una anárquica secuencia de trafico rodado que te envuelve y a la que terminas por acostumbrarte y sumándote a ella. Los cruces de calles son todo un reto, nadie se detiene en los pasos ni en los semáforos, por lo que el truco consiste en ir cruzando despacio y las motos te esquivan con destreza.
Pero Hanói te atrapa rápidamente, gente por todas partes, infinidad de puestos callejeros de comida donde se afanan los lugareños para deleitarse con esas sopas de fideos (la popular y deliciosa Pho), que comen a todas horas en las minúsculas banquetas que pueblan los espacios libres de las aceras que han dejado las motos aparcadas en ellas, pues tanta moto es necesaria aparcarlas y que mejor lugar que las aceras, aunque obliguen al mortal peatón a sortearlas invadiendo la calzada. Callejear sin rumbo te hace descubrir lugares impensables en cuanto te alejas del centro y así se empieza a apreciar la verdadera Hanói y a sus amables gentes.
La estética Comunista inunda la ciudad, con inmensidad de banderas Vietnamitas colocadas en todas las fachadas. Además, la propaganda y los murales se encuentran por todas partes, dominándolo todo el color rojo y la estrella amarilla. Parece todo una vuelta al pasado, pero la realidad no es esa, el comunismo solo esta en las definiciones propagandísticas de la administración. En la vida normal de las personas impera un modesto pero firme pulso capitalista, todos los negocios son privados y permanecen vitales al comercio.
El barrio antiguo de Hanói es el epicentro histórico de la ciudad y el lugar idóneo para alojarse y desde ahí recorrer la capital vietnamita. Es una zona tranquila acostumbrada a trajín turístico y lo suficientemente segura, con hoteles de diversas categorías a buen precio y con instalaciones muy aceptables. Nosotros elegimos al Golden Lotus Luxury, muy buen hotel de habitaciones amplias y una atención perfecta. En este barrio se encuentra el denominado Lago de la Espada Restituida, donde dice la leyenda que se encontró una tortuga gigante que portaba una espada con la cual se inicio la batalla contra la invasión de los mongoles. En el interior del lago se encuentra el Templo de Ngoc Son, al que se accede atravesando un precioso puente rojo, llamado del Sol Naciente en recuerdo a la guerra con Estados Unidos. En el interior del Templo se puede visionar una tortuga gigante disecada que no se sabe si es la de la leyenda. Frente al lago, y en una calle muy comercial localizamos la Catedral de San Jose, muy parecida a la de Notre Dame de Saigón y a su maestra de Paris, aunque el tamaño lo dice todo.
Por las calles céntricas se agolpan tiendas de todo tipo, cada una organizada por gremios. De esta forma encontramos calles repletas de zapaterías, otras de maletas y mochilas, de ropas de montaña, de flores, de especias o de remedios naturales. No olvidemos que Vietnam es el paraíso de los productos falsificados, hay ropa, calzado, complementos, etc., de todas las marcas del mercado a precios irrisorios, pero el resultado que den es cosa tuya. También hay calles repletas de restaurantes locales y de bares e incluso discotecas al más propio estilo occidental. La cerveza es exquisita y muy barata (a menos de 1 euro), con lo que no resulta extraño volver al hotel algo perjudicado.
Saliendo del barrio antiguo se hace indispensable una visita al Mausoleo de Ho Chi Ming. Un inmenso complejo diseñado al estilo comunista con avenidas amplias y edificaciones inmensas. Se termino de construir en 1975 y es un importante centro de peregrinación de los colegiales y ciudadanos vietnamitas, que allí acuden a observar el cadáver embalsamado del antiguo líder. En el interior del complejo existen varias edificaciones que igualmente son visitadas, como la denominada casa-despacho de Ho Chi Ming, el Palacio Presidencial, el Congreso Vietnamita y un par de Ministerios. También se ubica dentro del complejo la Pagoda del Pilar Único, pequeña construcción religiosa sustentada en un único tronco de madera de teka (de ahí su nombre), rodeada por un precioso jardín botánico con mucha variedad de plantas y flores.
Fuera ya de las murallas del Mausoleo, un lugar muy curioso de ver, el Templo de la Literatura. Construido en honor a Confucio durante el Siglo IX, dispone de varios patios comunicados entre si por medio de arcos de paso y que durante los siglos posteriores a su construcción fue agregando edificios, donde se ha ido preservando la cultura y tradiciones locales al paso de los siglos. En sus primeros años fue utilizada como escuela para la instrucción de las elites Vietnamitas.
Mención aparte merece una visita a la mítica Prisión de Hoa Lo. Construida inicialmente por los franceses durante la ocupación, los vietnamitas del norte la usaron para internar en ella a los pilotos norteamericanos capturados. El lugar, denominado por los presos como “Hanói Hilton”, se ha convertido en un museo de los horrores de la guerra y por allí pasaron un tiempo de “estancia” entre otros, Jhon McCain o Joseph Kittinger (primer hombre en cruzar el atlántico en globo). Los prisioneros eran sometidos a duras sesiones de interrogatorios y muchos de ellos fueron ejecutados, a pesar de las negativas del gobierno Vietnamita.
Pero lo que marca la idiosincrasia de Hanói, es el denominado Barrio Francés. Bellos edificios construidos durante la colonia y que confieren un aire parisino innegable. Hoy en día se han recuperado para instalar en ellos a la mayor parte de las Embajadas acreditadas, a lujosa tiendas occidentales y como no, los hoteles más renombrados, entre los que destaca el mítico Metropole, hoy propiedad de la Cadena Sofitel. En el barrio Francés no podía faltar el edificio de la Opera de Hanói, con una sala acristalada y fachada de estilo colonial francés, se ha convertido en una visita obligada para los visitantes de la Capital. Con ella se quiso poner de manifiesto el desarrollo cultural vietnamita durante la ocupación francesa. La visita a ella se hace indispensable.
Pero hay mucho más que visitar en Hanói. La ciudadela, rodeada de jardines y edificaciones. El Museo de la Historia Militar de Vietnam, con armamento diverso y vehículos utilizados contra Estados Unidos. La Pagoda de Tran Quoc, a orillas de un bello lago. También es recomendable un espectáculo en el Teatro Municipal de Marionetas.
Pero una visita a Hanói no puede terminar sin acercarse a pasar alguna noche a un barco por la Bahía de Ha Long. Escenario ideal para recreaciones de varias películas y de multitud de fotografías, es Patrimonio de Humanidad por la Unesco. Navegar entre sus islas dentro de las embarcaciones que la surcan, es la mejor opción para conocer esta maravilla de la naturaleza dentro del Mar de China. Barcos silenciosos con todas las comodidades y para todos los bolsillos, ataviados con las velas en forma de aleta típicas de Indochina pero con motores para el rápido movimiento. Desde ellos nos es fácil acercarnos a los asentamientos flotantes de pescadores o de cultivadores de perlas, en los que nos podemos aprovisionar de pescado fresco para posteriormente cocinarlo en el barco o realizar compras de de joyas, todo ello a precios bastante asequibles. Entre los diversos asentamientos se desplazan sus habitantes en frágiles embarcaciones de remos, por medio de las cuales mueven sus mercancías de un lugar a otro para comerciar con ellas y cada vez más a menudo transportar turistas para las habituales compras.
No nos faltarán motivos para visitar en norte de Vietnam, y como he dicho anteriormente el viaje aunque largo, es sencillo de realizar. Nosotros elegimos hacerlo con Qatar Airwais y no nos arrepentimos, con un precio muy asequible y una corta escala en Doha llegamos a Hanói, donde empezamos a disfrutar del mundo vietnamita. Perderse en el caos de la vieja Hanói, husmear en las incontables tiendas de sus calles, regatear para casi todo, comer en sus restaurantes a pie de calle, sudar por la humedad constante, pasear por una ciudad con bella arquitectura europea, disfrutar de sus mercados y sobre todo imbuirse de la vida de sus habitantes.
Si tuviéramos intención de movernos por todo el país, es recomendable usar los vuelos internos de Vietnam Airlines para así ahorrar mucho tiempo en desplazamientos, pues las carreteras, aunque muy mejoradas actualmente, siguen siendo lentas y con trafico constante de camiones. No debe darnos reparo viajar por libre pues es un país seguro manteniendo las normas mínimas de precaución. Si es recomendable hacer uso de los servicios de una agencia local de viajes, pues nos ahorrará muchos trámites y preocupaciones. Desde aquí, recomendamos los servicios de Asiática Travel, pues son muy serios, con alta profesionalidad, atienden en español, con guías de habla hispana y se ocupan de todo a precios muy ventajosos.
No lo pienses mucho y aventúrate a disfrutar del mítico Vietnam.