Tras la carnicería, llegaron los calificativos y las expresiones de repulsa. "Sumamente grave" y "absolutamente indignante", dijo el ejecutivo federal mexicano. Según el portavoz del ministerio de Seguridad, Alejandro Poiré, "lo que ilustran (los hechos) es que el crimen organizado... no tiene ningún límite ni parangón ético".
Calderón se dijo "triste e indignado por la cobardía de los criminales. Hay que combatirlos con todo hasta terminar con esas bandas". También el Departamento de Estado de los EE UU calificó el hecho de "terriblemente trágico". Las declaraciones apesadumbradas no conforman a los miembros de organizaciones sociales y de Derechos Humanos, quienes denuncian desde hace más de dos años secuestros extorsiones de centroamericanos y su explotación laboral y sexual.
Superviviente bajo protección
El joven ecuatoriano Luis Freddy Lala Pomavilla, vivo gracias a que se hizo el muerto, explicó que 59 hombres y 14 mujeres, varios menores de edad y una embarazada, viajaban en un camión para cruzar la frontera hacia EE UU por Tamaulipas. Entre el sábado y el domingo, cuatro camionetas los interceptaron. Sus captores, Los Zetas, les ofrecieron 900 euros a la quincena por trabajar para la banda que se disputa la costa del golfo de México con el Cartel del golfo.
Al rechazar la oferta, uno a uno, con los ojos vendados y las manos atadas fueron colocados contra la pared de un almacén de maíz abandonado y fusilados con ráfagas de metralletas. Después los remataron con el tiro de gracia. Sólo Lala sobrevivió y ahora el Gobierno ecuatoriano pide al ejecutivo mexicano mayor protección para él, mientras toma medidas para proteger a sus parientes. Todo apunta a que entre las víctimas de esta masacre hay ciudadanos de Brasil, Costa Rica, Ecuador, El Salvador y Honduras.