11MAR23 – MADRID.- Soñé que todos los viandantes llevaban un libro en la mano, y yo también. Soñé que en el metro todos iban leyendo un libro mientas iban al trabajo, y también en los autobuses, taxis y tranvías. Soñé que en el Paseo del pintor Rosales había unos bares con mesitas al aire libre, y que los que estaban sentados tomando una horchata o una cerveza estaban leyendo un libro.
Soñé que yo era muy joven y me adentraba en la yerba verde del Parque del Oeste, entre gruesos cedros y pinos centenarios mientras leía “La Condición Humana” del autor André Malraux. Soñé que había una paz celestial y una tranquilidad sin límites para disfrutar de la vida y paladearla, y que en el Palacio del Pardo había un abuelo llamado Francisco Franco, que presidía esa seguridad sin límites. Soñé que me pedían mis obras de teatro para ser representadas. Soñé que paseaba con Carolo y con María Luisa Oller charlando de temas intrascendentes y de otros más importantes.
Cuando me desperté comprobé espantado que todo aquello, lamentablemente, había sido solo eso: un sueño.