Desde su origen el género policíaco ha gravitado sobre tres principios fundamentales: la ineludible necesidad de una acción, el atinado análisis de los indicios y la dependencia del juego literario establecido entre suspense y enigma. Por medio de una valoración racional de los indicios, el investigador buscaba restablecer el trastocado orden ideal de la sociedad burguesa.
Sin embargo, desde el triunfo de la globalización las empresas multinacionales y las intercomunicadas organizaciones criminales han erosionado seriamente el monopolio del poder. La muy presente variante crítico-social del género (novela negra) ha introducido una serie de indicios que suelen exigir una lectura sociopolítica. Ahora los casos raramente presentan una solución final y el happy ending ha pasado a ser una anomalía.