31ENE19 – MADRID.- Tan solo un buen peluquero puede cortar el cabello de la forma que cualquier persona esperaría. Otra persona puede aventurarse a coger unas tijeras o una máquina de pelar e intentarlo, pero para conseguir los resultados deseados hace falta tener técnica.
Pero ser peluquero va mucho más allá. Conlleva saber manejar la presión, crear relaciones sociales y entender aquellas implicaciones psicológicas que puede tener para una persona su imagen. Para regentar una peluquería caballeros, de señoras o unisex, es importante tener en cuenta las siguientes pautas.
Un mal corte de pelo difícilmente se puede arreglar, y un tinte, si ha quedado más oscuro de lo que se quería, tan solo podrá solucionarse con técnicas que harán que el pelo se resienta de más. Así que antes de ponerse a trabajar con el cabello de las personas es muy importante tener los conocimientos necesarios.
En el mundo de la peluquería es fundamental seguir una educación continua. Los clientes suelen pedir cortes de pelo a la moda, o las mechas que luce alguna artista famosa. Es por ello que es tan importante hacer cursos de peluquería constantemente, en los que se aprendan las últimas tendencias y cómo realizarlas.
Tratar con el público es complicado a veces, por lo que hay que hacer un esfuerzo por no perder el humor. Además, es muy importante que los clientes noten esa predisposición por entender exactamente lo que quieren. En todos los negocios, del tipo que sean, lo más probable es que aquellos clientes que hayan tenido una buena experiencia terminen por volver.
Aunque para los clientes su pelo puede ser muy importante, en ocasiones tendrán que posponer las citas por razones familiares o de trabajo. Ante esto hay que mostrarse comprensivo, e incluso darle al cliente opciones para que acuda a la peluquería en otro momento.
Es curioso, pero a veces las personas no van a la peluquería solo para cambiar su aspecto, sino para participar en una reunión social. Tanto es así que se trata de una parte inherente del negocio, pero hay que saber compaginar esa capacidad para escuchar al cliente con estar concentrado en lo que se está haciendo. Y esto requiere habilidad.
Las personas que van habitualmente a la peluquería buscan cambios radicales de aspecto, como por ejemplo pasar de un pelo muy largo a uno muy corto, o cambiar de un color extremo a otro. Pues bien, estos cambios suelen asociarse al deseo de modificar algún aspecto de la vida, por lo que se trata de un trabajo con implicaciones psicológicas.
Los clientes se explican sobre lo que desean hacerse en la cabeza, pero es necesario que el peluquero sepa cómo utilizar esta información, teniendo en cuenta los aspectos que no se han mencionado pero que son inherentes a lo que hay que hacer. De modo que es importante tener conocimientos para entender todas las implicaciones que conlleva cada pedido.