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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan…”·

Germán Ubillos Orsolich | Domingo 09 de septiembre de 2018

08SEP18 – MADRID.- Desde mi casa veo los tejados de tejas rojas de las casas de la Duquesa de Alba. Sobre ellos, en el azul muy suave precursor del crepúsculo, unas esponjosas nubecillas blancas residuo de una lluvia torrencial que pudiera señalar el inicio del otoño.



75 años ha presenciado mi pequeña figura cada otoño, la figura de un niño enfermo y sabio; de un hombre trabajador de la palabra, de cuna feliz, de padres amorosos, dedicado desde siempre a inventar mil historias, a leer muchas horas y a observar otras tantas cuanto le rodeaba. Sumido o protegido en regios muros de piedra de un regio e inmenso edificio iniciado durante una república y terminado en una dictadura. Lento de decisión vital pero profundo de pensamiento abstracto, rodeado siempre de mujeres y amigo siempre fiel de sus amigos. Obsesionado con el amor, la muerte y el transcurrir del tiempo. Consciente permanente de ser solo una chispa en el oscuro infinito de un espacio galáctico de inabarcables e impensables dimensiones, donde el tiempo sea solo una idea, pero consciente, convencido, de que hay alguien o algo detrás de todo eso capaz de conservar no solo la memoria universal de la materia, sino también del recuerdo perenne de aquellos que sufrieron, que amaron y que fueron un día cuerpo carnal de un mundo, de un planeta pequeño y azulado, en el borde final de un cúmulo de estrellas parpadeantes en la noche infinita de los tiempos.