Aviación y Turismo

Falleció Luis Callejón, un cinco estrellas de la promoción turística

Este pasado día 24 de julio

Jueves 27 de julio de 2017

28JUL17.- Ha fallecido uno de los inventores de la Costa del Sol, alguien que hizo de su historia la propia historia del turismo en Málaga. Un pionero, un visionario, un adelantado a su tiempo, hotelero y empresario. Unos dicen que iba para militar. Otros, que para novillero. Pero en su camino se cruzó el hotel Pez Espada. Ha muerto un pionero. Un visionario. Alguien que hizo de su vida una aventura para convertir el litoral malagueño en una industria turística de primer orden, al amparo de la esencia natural de cualquier estancia vacacional: el sol y la playa.



Luis Callejón Blanco (Granada, 1937) ha fallecido defendiendo que este modelo no está agotado. Hace más de 50 años fue uno de los inventores de la Costa del Sol, de los primeros en adivinar la potencialidad del destino y de ponerse al frente de una maquinaria imparable.

De un modo u otro, puede que su vinculación juvenil con la Aviación (fue gurripato en la rama de farmacia), le diera pistas de la importancia que iban a empezar a tener los vuelos civiles para el turismo. Y eso que el aeropuerto de Málaga era aún muy incipiente, donde de vez en cuando despegaban y aterrizaban aviones en la parcela del Rompedizo. «Luis Callejón supo desde el primero momento que lo que venía era el turismo», apunta su biógrafo, el periodista Juan Area. Don Turismo, lo llamó.

Don Turismo ha dejado este mundo

Pues Don Turismo ya ha dejado este mundo. Su historia es la historia de la propia Costa del Sol. Un cinco estrellas de la promoción y la industria turística. Aunque su legado seguirá presente, en forma de leyenda y gracias también a sus tres hijos, que crecieron y se criaron en hoteles y ahora también se dedican al turismo, como Luis Callejón Suñé, actual presidente de los hoteleros malagueños.

Así lo cree, por ejemplo, Juan Sendra, amigo y compañero, un catalán que se enamoró de la Costa del Sol cuando llegó en 1968. «Era un perfeccionista. Le gustaba enseñar, pero también aprender. Una conversación con Luis sobre viajes u hostelería era un aprendizaje continuo», destaca. «Creía en el poder de la sonrisa y, por encima de todo, en la actitud por encima de la aptitud. Me decía: