CHILE CONOCE MUY BIEN LAS CONSECUENCIAS DERIVADAS DE UN GOLPE DE ESTADO
Miércoles 22 de octubre de 2014
El Gobierno chileno advirtió que el agravamiento de la crisis en Honduras traería "consecuencias muy delicadas" e instó a las partes a que lleguen a un acuerdo "por el bien de su pueblo".
Tras la imposibilidad de llegar a un acuerdo este fin de semana en Costa Rica entre representantes del gobierno de facto y del depuesto presidente Manuel Zelaya, la ministra portavoz del gobierno chileno, Carolina Tohá, subrayó que en ese contexto una salida depende principalmente de la voluntad de las partes.
"Estas horas son muy importantes, son horas en que si existe la voluntad, puede encontrarse una solución, pero también puede provocarse un agravamiento de la crisis que podría traer consecuencias muy delicadas que todos queremos evitar", precisó Tohá en declaraciones a los periodistas.
En Santiago, la portavoz de La Moneda dijo que el Gobierno de Chile está siguiendo muy de cerca la evolución de los acontecimientos en el país centroamericano, e insistió en abogar por un pronto entendimiento, que ponga fin a la tensión.
"Quisiéramos transmitir, como Gobierno chileno, nuestro llamado a las partes en conflicto en Honduras a poner de su voluntad y lograr un entendimiento por el bien de su país, especialmente en estas horas en que se ha abierto una ventana de oportunidades que no hay que dejar pasar", precisó.
El presidente de Costa Rica, Óscar Arias, que ha mediado en el conflicto y facilitado el diálogo, anunció un plazo de 72 horas para destrabar las negociaciones y advirtió sobre el riesgo de "una guerra civil y un derramamiento de sangre que no se merece el pueblo hondureño".
Las negociaciones quedaron en un aparente punto muerto cuando los representantes del gobierno de facto, que encabeza Roberto Micheletti, consideraron inaceptable las propuestas de Arias, pues tenían como punto principal la restitución de Manuel Zelaya en la presidencia.
El Gobierno en ejercicio respondió que aceptaba el regreso de Zelaya, pero solo para ser enjuiciado por los cargos que se le imputan, mientras los representantes del depuesto gobernante aceptaron el plan del presidente de Costa Rica.
Zelaya, posteriormente, acusó de intransigencia al gobierno de facto y llamó al pueblo de Honduras a la insurrección.