Las salidas de Bulnes y del ministro de Agricultura, José Antonio Galilea, fueron confirmadas el jueves por el ministro de Economía, Pablo Longueira. Hasta la noche del miércoles el vocero oficial, Andrés Chadwick, y el propio Piñera en diversas entrevistas habían desmentido los fuertes rumores de cambios.
Bulnes alegó razones personales para dejar el cargo que había asumido en julio en reemplazo del removido Joaquín Lavín, a quien le tocó enfrentar los primeros dos meses de la crisis educacional.
Longueira señaló que "nos duele su alejamiento por razones personales" y sostuvo que Bulnes, quien antes se había desempeñado como ministro de Justicia, "es una de las figuras más brillantes que he conocido".
No obstante, durante su gestión como titular de Educación no logró desarticular la rebelión estudiantil ni llegar a negociar con los dirigentes universitarios y secundarios que desde mayo demandan profundos cambios en la educación chilena. Una mesa de diálogo que se estableció se quebró apenas comenzó por la negativa del gobierno y de Bulnes a discutir la gratuidad y el término del lucro en los establecimientos educativos que reciben aportes fiscales.
El nuevo líder de los estudiantes de la Universidad Católica, Noam Titelman, dijo que en la salida de Bulnes "lo que importa no es el cambio de rostros, sino de políticas del gobierno". El vocero de los estudiantes secundarios, Rodrigo Ribera, señaló que Bulnes fue exitoso en jugarse por un desgaste en el movimiento estudiantil. "Lo que esperamos es un cambio de hacer política del gobierno. Sorprende en todo caso porque el ministro logró lo que el gobierno quería", dijo el adolescente a la prensa.
Aunque los universitarios volvieron a clases a fines de noviembre presionados por la amenaza gubernamental de cortar los aportes de recursos a las universidades estatales, los dirigentes estudiantiles advirtieron que continuarán el año entrante con sus protestas. Las movilizaciones callejeras este año han sido las más masivas desde que se restauró la democracia en 1990.
Además, el conflicto le costó una persistente baja de popularidad a Piñera. El mandatario cerró el año con una aprobación de 23% y una desaprobación de 62%, según una encuesta divulgada el jueves.
Los estudiantes lograron obtener mayores becas y menos intereses en los créditos para financiar sus estudios. El gobierno también envió un proyecto al Congreso para terminar con la dependencia de los colegios de enseñanza media de las municipalidades. La iniciativa, sin embargo, ha suscitado diversas críticas. Los jóvenes no obtuvieron su máximo reclamo: la gratuidad mediante una reforma tributaria y el término del lucro.
El anuncio de Longueira no cayó bien en el gobierno. El ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, dejó traslucir el malestar oficial. "Los cambios de gabinete los anuncia y los decide el presidente de la república", dijo.
Varios dirigentes oficialistas reclamaban modificaciones en la estructura ministerial. Carlos Larraín, senador y presidente de Renovación Nacional, el partido de Piñera, se manifestó dos días atrás partidario de un cambio por considerar que algunos ministros "no están dando el 100% de fuego".
Uno de los ministros que está en entredicho es el de Cultura, el actor Luciano Cruz-Coke, por irregularidades detectadas por la Contraloría de la República.