En el Metro no se hacen amigos, en él los ancianos no oyen bien.
El Metro amordaza con su rugido, es subterráneo, tiene pocos asientos, fierros en los que te ves borroso y deforme, ventanas a la oscuridad.
En él sufrí muchas cosas de la humanidad. Capturó mi pie, nadie hacía nada, lloré y pedí ayuda, me auxiliaron tras mucho rato y me gritaron cosas feas.
Una niña que estuvo a mi lado se lanzó, una niña hermosa, vi su cuerpo hecho trizas, fue terrible.
Sufrí hurtos y me tocaron jóvenes ebrios.
Lo bueno es que adquirí más equilibrio.