Opinión

Se puede ser Rey, pero no se podrá ser Dios...

Michael Jackson, el rey del Pop, en un imagen de sus primeros años

DESDE ACA, MAFER...

Miércoles 22 de octubre de 2014
La muerte de Michael Jackson tiene que dejarnos una enseñanza, no se le puede doblar la mano a lo que establecido por la naturaleza ya está.

El querer cambiarse para mantener por siempre una fisonomía juvenil, el pretender modificar rasgos inherentes a su raza, y más aún, renegar del color de la piel que a él y a sus propios hermanos les asignó el Hacedor; es una clara muestra de rebeldía y de intolerancia a la obra divina.

Michael Jackson dejó de lado su naturaleza, esa misma que realmente lo había catapultado a la fama:
Un niño que a los 10 años, asombraba por su desplante.
Un adolescente que a los 20 años, cantaba maravilloso.
Un talentoso bailarín que a los 30 años, consolidado como "El Rey del Pop", deslumbraba con sus coreografías.
Un personaje que a los 40 años ya caía en el descrédito por comportamientos reñidos con la moral.
Un hombre que a los 50 años, partió prematuramente de este mundo porque siempre se rehusó a ser como tuvo que haber sido.

Un hombre que en una desenfrenada carrera sin meta, olvidó que se puede ser Rey... pero no se podrá ser Dios.