Los índices de radiación detectados en el mar comienzan a preocupar a los japoneses y sus autoridades. Los productos marinos son parte esencial de la dieta de los nipones y de su economía, por lo que la decisión de lanzar agua contaminada al mar podría ser un duro revés a la industria.
Según informes de las fuerzas de autodefensa niponas, los niveles de yodo radiactivo en el océano superaron en cinco millones de veces el límite legal, mientras el cesio supera el nivel en 1,1 millón de veces. Para contrarrestar la controvertida medida de Tepco, la firma operadora de Fukushima, el gobierno nipón reforzará los controles sanitarios a los productos marinos de las prefecturas afectadas, que son Fukushima (noreste), Ibaraki y Chiba (este), según informó la agencia de noticias japonesa Kyodo.
Mientras la pesca en la región de Fukushima sigue paralizada, en aguas de la vecina provincia de Ibaraki se detectaron altos niveles de yodo radiactivo, de 4.080 becquereles por kilo, en un tipo de pez similar a la anguila de mar, lo que llevó a la cooperativa local de pescadores a prohibir su captura.
Por su parte, el jefe de gabinete del Ejecutivo, Yukio Edano, aseguró que Japón está facilitando a las autoridades internacionales toda la información sobre el vertido radiactivo al mar, de acuerdo con la Convención sobre Derechos del Mar de la ONU.
Mientras, estudios de la Agencia Internacional de Energía Atómica (Aiea) aseguran que el yodo puede devastar el ecosistema marino local, ya que, si bien sólo emite radiactividad durante tres meses, su presencia es 10 veces mayor a la del cesio y se acumula fácilmente en los organismos. Mientras, el cesio emitirá radiactividad en nivel decreciente durante cerca de tres siglos, pero se pegará en organismos como algas y peces y se ampliará a más depredadores marinos y a la cadena alimentaria.
En tanto, Tepco anunció anoche que logró detener el vertido al Pacífico de miles de toneladas de agua radiactiva, tras sellar una grieta en el reactor 2 con la ayuda de agentes químicos.