Aunque La Filarmónica nos tiene acostumbrados a algunas sorpresas, esta vez se supera con una gala poco habitual con las oberturas y arias de las óperas más célebres del compositor alemán, nacionalizado inglés, George Frideric Händel y con solistas como Tatiana Bikmukhametova, soprano; Yulia Vakula, mezzosoprano; Ksenia Dorodova, soprano; Diana Nosyreva, soprano; Iveta Simonyan, soprano; Sofia Tsygankova, soprano y Andrey Nemzer, contratenor.
Händel es considerado una de las figuras cumbre de la historia de la música, especialmente la barroca, y uno de los más influyentes compositores de la música occidental y universal. En la historia de la música, es el primer compositor moderno en haber adaptado y enfocado su música para satisfacer los gustos y necesidades del público, en vez de los de la nobleza y de los mecenas, como era habitual. También es el que introdujo las modas musicales italianas al público londinense. Conocido especialmente por su inmortal “El Mesías” (1742), que incluye el muy popular coro “Aleluya”, Händel posee un gran repertorio de obras vocales como las 42 óperas y los 24 oratorios de gran envergadura escénica y música orquestal. También cuenta en su haber con bonitos himnos y más de 150 cantatas de cámara, odas, duetos y canciones para voz solista. Una amplia selección de estas obras es lo que La Filarmónica ofrece ahora.
Sus óperas y oratorios refinaron el arte de plasmar las emociones humanas en la música. Inspirándose en las virtudes de los grandes cantantes de su época, compuso arias en las que deslumbrantes fuegos artificiales vocales se mezclaban con momentos de una belleza deslumbrante. También compuso para muchas de las ceremonias de estado de la Inglaterra georgiana, creando un mundo sonoro ceremonial que aún resuena en nosotros, tres siglos después. Händel está en la cima del panteón clásico, no muy por debajo de la gran trinidad de J. S. Bach, Mozart y Beethoven. Es revelador que el propio Beethoven considerara a Händel el más grande compositor, llegando a decir: «Me descubriría la cabeza y me arrodillaría sobre su tumba». Beethoven, conocido por la profundidad filosófica y la visión espiritual de su música, encontró en Händel un alma gemela.
Un comienzo complicado
Se dice que su padre, un exitoso cirujano barbero, insistía tanto en que su hijo estudiara derecho en lugar de música que el resto de la familia tuvo que meter a escondidas un clavicordio en el ático para que el joven Georg Friedrich practicara. Sea cierto o no, su suerte cambió cuando, durante un viaje a la corte, el duque lo escuchó tocar el órgano e insistió en que se fomentara su talento. A los 17 años consiguió su primer trabajo como organista, pero ya miraba más allá de la vida como músico de iglesia, y al año siguiente se fue a Hamburgo, a su famosa ópera. Comenzó como segundo violín en la orquesta de la ópera, pero pronto ascendió a clavecín continuo, lo que significaba que, además de acompañar los recitativos, dirigía las interpretaciones como lo hace un director de orquesta hoy en día. También tuvo la oportunidad de componer: sus dos primeras óperas que se interpretaron unas semanas antes de cumplir 20 años.
Pronto, su inquietud lo llevó a Italia, el epicentro de la ópera. En la elegante Venecia, cosechó su primer gran éxito con su ópera Agripina. Dos años después, Händel, ahora anglicanizado como George Frideric, se estableció definitivamente en Inglaterra. Tras encargos reales, como la Oda para el Cumpleaños de la Reina Ana (que comienza con la conmovedora Fuente Eterna de Luz Divina), la reina le concedió una pensión anual. Además, mantuvo sus conexiones con Hannover, lo que le fue muy útil cuando Ana falleció y su antiguo patrón, Jorge I, ascendió al trono. En la capital británica escribió en rápida sucesión algunas de sus óperas más importantes: Giulio Cesare, Tamerlano y Rodelinda que se estrenaron en un plazo de doce meses. Todas contaban con solos espectaculares, hechos a medida para sus estrellas.
Una música muy actual
Aunque ninguna ópera de Händel se representó en ningún momento entre 1754, cinco años antes de su muerte, y 1920, hoy en día, su obra es repertorio central para compañías de ópera en todo el mundo, en parte porque los directores de escena, han encontrado en las óperas de Händel un terreno fértil para producciones que hablan de problemas modernos. Pero principalmente es la representación empática que Händel hace de sus personajes y la forma en que da forma a una historia en la música. Su oratorio más perdurable de todos, el Mesías, estrenado en Dublín en 1742, cuenta la historia de Navidad –y sobre todo la última parte de la vida de Cristo– a oyentes de todo el mundo cada año.
Fuera de sus óperas más conocidas, su trabajo instrumental es especialmente infravalorado. Aunque Händel sigue teniendo una gran influencia en el mundo de la música clásica, se le valora por una pequeña parte de su impresionante obra, principalmente por «El Mesías» y algunas otras piezas. Sin embargo, siempre hay nuevas joyas de este compositor que, a pesar de su fama, no son tan conocidas y que en este concierto habrá oportunidad de disfrutar.
Variedad de abonos
La temporada 2025/26 de La Filarmónica incluye conciertos de gran calidad y ofrece distintos abonos para hacer más accesible la música clásica. Hay diez conciertos en la parte sinfónica y siete extraordinarios en la Sala de Cámara. La estrella indiscutible es, una vez más, Teodor Currentzis, que ha tenido un éxito arrollador este año. El greco ruso, siempre con su conjunto MusicAeterna, vuelve al ciclo con dos conciertos: el titulado El anillo de Rameau, con arias y oberturas de varias óperas del genio del barroco francés, y en una segunda visita, con otro anillo radicalmente distinto, el de Wagner, en el arreglo sin voces de Lorin Maazel. Entre otras obras, se van a interpretar en esta nueva temporada La Pasión según san Mateo, la Primera y la Novena sinfonía de Mahler, el Concierto nº 27 para piano y orquesta de Mozart, la inmortal Quinta de Beethoven y el Concierto para violonchelo de Dvorák y recitales de piano por los geniales Maria Joao Pires, Nelson Goerner y Martha Argerich. Una mención especial en el año que se cumplen 50 de la muerte de Shostakovich es el ciclo íntegro de los Cuartetos de cuerda del compositor ruso, creaciones de demoledora intensidad que constituyen un hito en la historia reciente de la música de cámara. Y será un cuarteto español, el estupendo Cuarteto Casals, el encargado de ofrecer los 15 cuartetos en cinco conciertos.
Hay distintos tipos de abonos. El Abono Filarmónica incluye diez conciertos sinfónicos en el Auditorio Nacional con obras de referencia del repertorio interpretadas por grandes maestros, orquestas y solistas con mayores ventajas y descuentos. El precio varía entre 548 y q.164 euros, según el área elegida. El Abono de Cámara incluye dos conciertos en la Sala de Cámara y cuesta entre 52 y 64 euros. También puede adquirirse con descuento el Abono a la Carta que permite elegir 5 conciertos de la programación.
Más información y compra de entradas: